Juan Ricardo Ortega: "darle a la gente libertad es la única razón de estudiar ciencias sociales"

De la serie Historias de Vida, creada y producida por Isabel López Giraldo, presentamos a Juan Ricardo Ortega. "Soy bogotano. Nací en la Clínica del Country, en la fecha de un fuerte terremoto en Cúcuta (julio del 67).  Cuenta mi mamá que la cuna se movía de lado a lado. Para mi madre que es venezolana, el terremoto era doblemente preocupante porque su familia es de San Cristóbal y de Rubio, dos pueblos fronterizos del Estado Táchira".

Isabel López Giraldo
11 de febrero de 2020 - 09:43 p. m.
"Debería pensarse libremente, el comportamiento humano es fácilmente violento. El hombre tiende a imponerse por la fuerza sobre la mujer. El susto, el grito, el golpe se imponen porque somos mamíferos para sobrevivir": Juan Ricardo Ortega.
"Debería pensarse libremente, el comportamiento humano es fácilmente violento. El hombre tiende a imponerse por la fuerza sobre la mujer. El susto, el grito, el golpe se imponen porque somos mamíferos para sobrevivir": Juan Ricardo Ortega.
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Mis abuelos

Mi abuela materna nació en Rubio, familia de cafeteros y mi madre creció en San Cristóbal.

A raíz del machismo tan brutal, mi abuela mandó a mi mamá a estudiar lejos para que no tuviera que vivir lo que ella. En esa época la tradición de la pernada  y toda esa cultura machista nuestra, se ejercía de manera inclemente. Mi abuela, una mujer bastante educada, sentía un poco de asco y rechazo hacia los hombres por razones obvias.

Toda la familia estudió ingeniería en Europa y mi abuela en Aruba-Curazao. A ella la enviaron a una escuela de señoritas, pero toda la vida se dedicó a leer y se le acusa de influir a mi mamá desde los catorce años.

Fue mi abuela, una mujer muy inteligente, gran cocinera y probablemente el apoyo espiritual más grande que tuve en mi infancia. Independiente de lo imperfecto que uno fuera, ella sólo brindaba afecto e invitaba a hacer las cosas bien pues nunca corregía, ni criticaba, sino que decía: “Haz más”.

Fui muy cercano a mi abuelita (Erminda López). Tocaba piano, violín. Era una mujer muy formada y especial pero criticada por su época.

Mi abuelo Josías ya había muerto cuando yo nací. Era mucho mayor que mi abuela. La familia de mi abuela era cafetera de gran riqueza. Ella tuvo muchos pretendientes y Josías era de una familia muy poderosa de Generales, de Juan Vicente Gómez, dictador venezolano. A la familia de mi abuelo le iba muy bien por lo que mi abuela se casó con él, quien parecía ser el mejor pretendiente, pero nunca lo quiso como tampoco quiso a la cultura que esa época le imponía a la mujer. Mi abuela Erminda se dedicó a dictar clases de piano, de música y a educar a sus dos hijos, uno de ellos mi mamá.

Si está interesado en leer otro capítulo de esta serie, ingrese acá: Vanessa De La Torre: "Soy una constructora y realizadora de sueños"

Beatriz Gómez de Ortega, mi mamá, es una mujer increíblemente buena, extraordinaria estudiante. Cuando va a Caracas todos los problemas sociales de nuestros países la ofuscan por lo que se vuelve parte de los movimientos estudiantiles en contra de la dictadura. A sus tíos, Generales de la Repúbica, les parece muy traumático lo que hace y la devuelven a Táchira. No la dejaron seguir en Caracas y la mandan a estudiar a Mérida, con menos opción de hacer “relajo”. Por ser tan buena estudiante se ganó una beca completa. Estudia un pos grado en la Universidad de Vanderbilt en Nashville Tennessee, lugar donde conoció a mi padre que adelantaba sus estudios de doctorado.

En el año 1964 deciden casarse y ahí viene la familia nuestra. Mi primera hermana Ana María, mi hermana menor Luisa a quien le llevo diez meses y medio.

La familia de mi papá es bogotana y conocida como los Ortegas de Sopó.

El papá de mi abuela Elvira (Elvira Acosta Ortega), General Conservador (de esos que la historia colombiana ve de manera muy crítica y probablemente con razón), era un hombre metido en esa guerra partidista salvaje desde la guerra de los mil días hasta los años 50.

Mi bisabuelo se preciaba por sus habilidades para disparar y para pelear. De ahí vienen unos matrimonios entre primos hermanos y como buenas familias de terratenientes, se casan entre ellos para no dividir las propiedades.

Mi abuelita Elvira se casa con su primo hermano, Francisco Ortega París, el papá de mi papá. Familia de hacendados de tierras en Sopó y Zipaquirá.

La familia Ortega París, vivía con todas las privaciones de la Bogotá de esa época pues no había acceso a la cultura, al piano o a la música; tenían libros, tan solo algunos diría yo, pero se preciaban de tener  mucha cultura. Es propio de los colombianos preciarnos de tener más de lo que es en realidad.

Mis Padres

Mi mamá intentó estudiar ingeniería como sus tíos pero la sociedad no ayudó y terminó estudiando economía.

Ser economista no le convenció del todo al considerar que los modelos eran muy alejados de la realidad que ella vivía y conocía.  Luego estudió matemáticas en la Universidad Nacional. Se dedicó a ser profesora de estadística y econometría, materias que sí la apasionaban.

Enseñó en La Javeriana y en el Cesa. De la Universidad de Los Andes la botaron por hacer parte del grupo de profesores que apoyaron las protestas en los años 70.

Una mujer muy sensata, juiciosa, rigurosa y muy buena. Perteneciente a una familia abierta al mundo, todos sus integrantes exportadores cafeteros y  educados afuera.

La de mi papá es una familia más tradicional, en una Bogotá con muchas ínfulas, todo caro, pocas oportunidades, poco acceso a lo importado, todo lo que tenían era como un tesoro (rompe cabezas ingleses, platos ingleses, sus grandes tesoros), pero todo esto en el mundo es bastante insignificante.

Hacendados, ganaderos, levantando vacas en la sabana, produciendo carne, leche y algunas verduras.

Familia profundamente religiosa. Mi papá estudió en el seminario con convicciones éticas y religiosas súper estrictas, con negaciones en temas de sexo, del deseo de la carne, aspectos altamente condenados pero él, con sentido de responsabilidad social y por el prójimo muy desarrollados.

Todo lo que te cuento fue en parte lo que los enamoró y lo que los llevó a casarse. En un contexto de la revolución cubana, como la de China, que les producía interés intelectual. Resultaron ambos, idealistas y enamorados, haciendo parte de los movimientos juveniles.

Mis padres se conocieron en Harvard haciendo los estudios de posgrado. Muy románticos, con un matrimonio ejemplar, sano, sin peleas, de mucha admiración recíproca y preocupados por  educar bien a sus hijos.

A papá le gustaba viajar por Colombia. Sin recursos, siendo funcionario público, sus destinos eran los municipios y no el exterior.

Con subsidios de la Caja Agraria se compró un par de motos para viajar. Se detenía a hablar con los campesinos que le daban guarapo, le contaban de los precios de la papa, la cebolla. Conocía los sitios donde producían frutas.

Mi papá buscaba entender a los campesinos en su verdadera dimensión pues la inflación en el país le ahogaba los salarios a la gente más pobre.

La inflación es el impuesto mas regresivo y más injusto que ponía a los más pobres a pagar a través de no poder gastarse su salario y el gobierno a financiarse a costa de la gente más necesitada sin cobrar impuestos.

Son cosas por las que luchó toda su vida hasta que finalmente con el equipo de trabajo convencieron al presidente Gaviria de hacer la reforma. Leía todos los artículos de Nueva Zelanda y con Joaquín Bernal, Juan Carlos Jaramillo, Guillermo Perry, Carrasquilla, Miguel Urrutia, Roberto Steiner entre otros, lograron la independencia del Banco y lograron también cambiar la contabilidad para que las reservas no financiaran el gasto público.

En el 91 acabaron con las estructuras administrativas que permitían que los gobiernos se financiaran con la inflación, era un mecanismo para enriquecerse que utilizaban algunos líderes empresariales, pues el que paga en pesos y tiene dólares necesariamente le va muy bien cuando la inflación es alta.

Este fue un proceso interesante y funcionó, se obtuvo este logro. Rompieron toda la estructura de poder de ciertos grupos que se beneficiaban enormemente pues no les cobraban impuestos. Empieza la mentalidad rentista que en Colombia ha sido muy fuerte.

Hablamos aquí de unos pocos que no buscan hacer las cosas bien y que no buscan generar valor sino simplemente posicionarse a través de unas relaciones y unos favores que les permiten que las reglas de juego giren a favor de ellos.

Todo implica riesgos pero se contó con el apoyo de personas que fueron claves y nuevamente rescato el del presidente Gaviria que fue muy relevante.

Este fue pues el entorno familiar y sus búsquedas. El de mi mamá educar a jóvenes rigurosamente en estadística y probabilidad para que aprendieran a pensar ordenadamente. El de mi papá, obsesionado toda la vida por en el Banco de la República desde donde buscó becas para mandar gente talentosa a las mejores universidades en el exterior pues Colombia no tenía suficiente capital humano.

El Banco brindaba la posibilidad de formación a personas indistintamente de su estrato social o de su origen y lograba que las admitieran generando una tecnocracia que por muchos años ha hecho tareas en el país.

Mi formación académica

Las expectativas eran que yo estudiara en el exterior economía y no matemáticas, pues mi papá no la consideraba una carrera viable y pensaba que debía estudiar cosas que sirvieran.

Estudio Economía en la Universidad de Los Andes. Luego hago el doctorado pero con el problema que tenía acceso a becas (por mi condición de hijo de quien iniciara ese plan del Banco).

Mi papá tuvo que conseguirme la financiación por fuera y conté con la fortuna infinita de que la Universidad me becara con la matrícula y US$9.000 dólares al año. Con eso estudié en EEUU y es lo mejor que me pudo pasar en la vida.

Cuando estudias afuera, empiezas a ver el mundo de las personas que piensan diferente, que ven a la humanidad de forma desinteresada y no bajo la estrategia de sacar ventaja de un grupo a otro; empieza uno a analizar qué quieren decir las palabras que en Colombia se usaban mal como liberal o neoliberal, ver lo que implican en la vida de la gente y en el ordenamiento de la sociedad.

Lo que uno ve son profesores obsesionados con las experiencias de sus vidas, en cómo hacer sociedades con gente libre y cómo se define libertad, lo que termina marcándome.

Entiendo que la gente no es libre porque la sociedad los trate igual como dice la Constitución del 86 en Colombia, sino porque la gente no tiene que vivir con susto.

Afuera hay un Estado, Instituciones y mecanismos legales donde todos pueden defenderse. Lo que claramente no ocurre en países como el nuestro donde la mayoría de la gente está pisada por alguien, por un sistema, por un político que no permite que la gente migre; donde la mujer no es defendida por la justicia y las niñas quedan embarazadas desde chiquitas y en unos porcentajes absurdos; donde la sociedad  es muy frágil como la de las poblaciones en Chocó, Tumaco, donde hay desnutrición, violaciones, miedos; como el miedo de los campesinos en Putumayo que no pueden ni ver, ni oír, ni pensar porque los matan.

Hoy en día todavía existen esas masacres de las que nadie es consciente. Nadie se ha preocupado por las líderes mujeres Wayuu.

Es extraño que la gente quiera seguir teniendo guerra. La gente quiere que se muera gente frágil y vulnerable, eso no lo entiende nadie.

Es una sociedad muy injusta, por ejemplo, el decirle a alguien indio en Colombia es considerado motivo de vergüenza. La persona de origen indígena es tan despreciada, perseguida y marginada que solamente mencionarlos se vuelve un insulto.

Cuando sales de ese entorno puedes ver las vulnerabilidades de nuestra cultura, expresiones que consideran ofensivas como el que las personas que trabajen contigo se acerquen a tu mesa; como el quitarle la dignidad humana; estructuras sociales de discriminación, humillación y de sometimiento de muchísima gente en Colombia, son una cicatriz muy grande de una sociedad y la gente no lo habla de manera franca y evolucionada.

La gente se ofende, como si se alteraran unos derechos adquiridos de unos sobre otros.

Debería pensarse libremente, el comportamiento humano es fácilmente violento. El hombre tiende a imponerse por la fuerza sobre la mujer. El susto, el grito, el golpe se imponen porque somos mamíferos para sobrevivir.

Las sociedades que han logrado crear sistemas judiciales, jueces, policías, Estado, procesos de liberación participativos en los parlamentos, han logrado liberar a la mujer y a la población más vulnerable. Entenderlo donde la mayoría de la gente sigue pisada no es trivial.

Matan a la gente y no pasa nada. Existe el crimen organizado, gente dominada por grupos violentos de hace 50 años. Lo que se quiere es que la gente agache la cabeza; que en Turbo, Necoclí y demás regiones lo hagan.

En los estudios de ciencias sociales se hace evidente que, un Estado que permite que la gente levante la cabeza, ella misma descubre que es muy bonita. Así las sociedades prosperan.

Darle a la gente libertad es la única razón de estudiar ciencias sociales, es el cómo se construyen las instituciones, los pesos y contra pesos.

Soy pues el producto de la educación de unos padres, la convivencia con unas hermanas muy estudiosas e inteligentes que vivieron muchas de las cosas que en Colombia son brutales hacia las mujeres y la educación de una muy buena universidad con muy buenos profesores que actúan como un abre latas que obliga a reordenar ideas estúpidas, mal armadas, sin argumentos basadas en el poder que tiene el poder en sí mismo.

Gente muy cercana decía, para qué estudia, tenga amigos que con los amigos correctos usted tendrá todo lo que necesita en la vida. El reto es cómo una sociedad se transforma de ese mundo de roscas a uno de logros y de méritos.

Mi esposa

 Tuve la suerte de conocer una mujer muy especial. Estoy muy bien casado.  Mi esposa es una socia a la que no le aburre que yo piense y hable de estas cosas sino que también son temas que le interesan. Hablamos de cómo puede una sociedad tolerar situaciones. Mi esposa como periodista, investiga. Por ejemplo, hizo la investigación de Interbolsa y la analizamos a profundidad. Tomamos decisiones haciendo juicios objetivos, no arbitrarios; hacemos debates de si alguien es ladrón o no, apoyados en evidencia e indicios, sin tomar decisiones a la ligera sino surtiendo procesos de búsqueda de la verdad.

Llevamos ocho años juntos y puedo decir que todos muy buenos. Tenemos tres hijos y otro de mi primer matrimonio a quien quiero profundamente. Lo que buscamos es lograr que sean buenas personas, de valores, disciplina y que sean responsables de sus actos. Buscamos que sean conscientes del otro, que controlen sus emociones, con especial énfasis en ser conscientes de sí mismos, de sus actos; que se obliguen a tener disciplina, con resistencia ante la dificultad y la adversidad.

Estas características determinan a un individuo más centrado, con capacidad de estar en grupo, de hacer equipo. Un individuo que hace parte de entidades emprendedoras, que pueda innovar. Lo más importante, es que nuestros hijos sean gente, lo que me significa un reto conmigo, en una lucha de una educación católica, de disciplina férrea. Pertenecen a un mundo en el que no se alza la voz porque no hay que intimidar sino dar responsabilidad. Por más que la intimidación genere obediencia, la libertad genera gente con mucha mayor capacidad de crear.

Debo pues tratar de reeducarme para hacerlo bien. Es mi reto actual, educar a un mundo muy distinto al que nosotros vivimos. En el mundo actual, los hombres y las mujeres de éxito lo son a los veintidós años, las grandes empresas no tienen más de diez. Es el mundo que van a vivir nuestros hijos, muy distinto a lo que es Colombia. La capacidad de gerenciarse a sí mismo es el reto.

Perspectivas

Mi regreso al país es algo improbable pero es un incierto. Atiendo y me concentro en lo que debo hacer hoy y agradezco lo que tengo que es mucho. Hago lo mejor que puedo con toda la gente que me rodea, lo demás no lo gobierno. Procuro por no pensar mucho en qué viene mañana y mejor sí, en qué puedo hacer hoy, qué puedo aprender, cómo puedo vivir un buen día. Todo el mundo vive sus momentos y las historias de un instante y desafortunadamente a los poderes en Colombia no les interesa nada de lo que yo te he dicho.

Personas que no voy a mencionar y que mandan, lo único que les interesa son las mujeres, el trago y disfrutar desaforadamente, absolutamente nada diferente, no les interesa el prójimo, ni las instituciones, ni el mañana, ni la sociedad, mucho menos la situación de los adolescentes, sólo los que se traguen su droga. Son personas descontroladas, haciendo el ejercicio más absoluto de su poder, pase lo que pase, cueste lo que cueste, pisen a quien pisen. Desafortunadamente no hay contrapesos, ellos hoy en día ya controlan el legislativo, al ejecutivo lo tienen totalmente arrodillado. Controlan la Registraduría en las elecciones. La justicia la han ido permeando. Tienen a cualquier cantidad de bárbaros para que los cuiden. El procurador es totalmente de ellos, es un títere a su servicio.  Es pues una estructura que se ha vuelto multimillonaria, la cantidad de plata que maneja esta gente es in narrable. El valor agregado es ninguno, personas sin valor, con nada que aportar pero sí mucho que perder. Por lo mismo uno se vuelve indeseable para esos individuos y lo que se corre es el riesgo de que te maten.

Es lo que me hizo salir del país porque habían pruebas clarísimas de que habían pagado o que mafiosos estaban dispuestos a pagar US$3mm de dólares en Caucasia. Personajes éstos que no están solos pues todos están relacionados.

Entiendo lo que es un cartel de Cali y el Norte del Valle y toda su estructura de narcotráfico, como el de Envigado y el de Medellín, es decir, la gran mayoría de los que tienen el poder en Colombia tienen vínculos muy estrechos con estructuras criminales que han permeado el Estado y por ese mismo conocimiento es que he denunciado una cantidad de situaciones que han ayudado, por ejemplo, a la caída de Samuel Moreno como alcalde corrupto, todas las estructuras de lavado de Barranquilla…

Yo no tengo nada distinto que mi capacidad de comunicar, mi única arma en la vida es mi capacidad de entender y transmitir, pero no tengo plata, ni tengo amigos. Por principio no hago favores.

Simplemente hago lo que la gente se merece. Mi único deber es servir, escuchar y tratar de hacer lo que corresponda dentro de las reglas de juego. Así pues, puedo decir, que nunca he hecho nombramientos en mi vida. He tenido un sinnúmero de cargos públicos; he estado al frente de entidades gigantescas, pero nunca he nombrado a nadie, tampoco a familiares, ni a amigos; tampoco he recibido hojas de vida. Así pues que a nadie le debo nada y eso en Colombia es clarísimo. Si a nadie le debes nada, pues nadie da un peso por ti. Yo he jugado con total conocimiento del riesgo que he estado corriendo, pero tengo la firme convicción de obrar en principios y sin ningún interés.  Sueño con que Colombia le brinde a los ciudadanos la capacidad de ser gente, que es buena, trabajadora, generosa, confiada, bonita y quizás por eso se vive lo que se vive.

Por Isabel López Giraldo

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