Judith Thurman, entre la moda y la literatura
Esta periodista de ‘The New Yorker’ es invitada al Hay Festival.
Angélica Gallón Salazar
“Michele Obama entiende la importancia de su papel. Su estilo es una mezcla de lo casual y lo refinado, lo aventurero y lo apropiado, lo novedoso y lo convencional. Es maravilloso que ella ame la moda sin ser una fashion victim como Nancy Regan. Ella luce real, un cuerpo real, apetito real, sentimientos reales, ella es una reina en su forma terrena, a diferencia de la forma etérea de Jackie”.
La sentencia estilística sobre la primera dama norteamericana la hace la periodista de The New Yorker Judith Thurman, encargada de los asuntos de la moda en la respetada revista. Aunque su juicio es espontáneo, no es apresurada, obedece más bien a un arduo seguimiento, a compartir tiempo con la señora Obama y recordar tiempos compartidos con otras primeras damas como Jackie Keneddy.
Thurman odia del periodismo de moda los clichés, el sentido de exclusividad que acarrea y “que uno siempre se sienta de regreso a la primaria leyendo las revistas”, pero ama poder asistir a las colecciones de Isabel Toledo y estar presentes en esos desfiles del inglés Alexander McQueen’s que cambian la vida. “La moda es para mí un fenómeno cultural que no tiene nada que ver con dar consejos y ni siquiera con evaluar una colección. La parte más dura es la de la crítica, leer la ropa, entender qué la hace superior u original y, sobre todo, lo que ella tiene para decir”.
Pero después de despachar los aciertos de color de la Casa Blanca o lograr entender lo que de Valentino se queda en su amado rojo, Judith Thurman puede hablar con la misma propiedad de grandes escritores: Gustave Flaubert, André Malraux, las hermanas Brönte o Collette. Su pluma es también la encargada de la exigente sección literaria de The New Yorker.
“Siempre es trastocador descubrir las contradicciones escondidas en una vida, las partes de un personaje que uno encuentra antipáticas. Tienes que vencer los disgustos, los avistamientos de prejuicios, las indelicadezas, mendacidad, grandiosidad y narcisismo como lo harías con un compañero, un amigo o un pariente. Tienes que trascender la desilusión, todos somos defectuosos, incluso esos personajes sobre los que escribes”, asegura Thurman refiriéndose a su exhaustivo trabajo en el género de la biografía que le ha llevado a publicar dos novelas: una sobre la vida de la narradora danesa Isak Dinesen y otra sobre la acongojada y terrible escritora francesa Colette.
Libros y moda, no hay contradicción alguna entre sus temas, confiesa de forma espontánea Thurman, a la final como lo deja claro en su más reciente trabajo literario La nariz de Cleopatra, es el deseo, “el afecto que más humanamente nos define” y que más palpita en los temas de los que escribe.
Sus textos, —artículos o novelas— están plagados de mujeres y uno de sus temas obsesivos ha sido la manera en la que justamente las mujeres se pierden a sí mismas. “Creo que es terrible la tentación de las mujeres de perder su sentido de sí mismas por el proyecto de la feminidad y de la familia. Las mujeres aún forcejean con la tentación de vivir a través de los demás en lugar de comprometerse en la lucha de encontrar su propia senda”, comenta la periodista, para después añadir que a la final por eso ha elegido la escritura, “porque es una especie de espejo en donde todo el mundo, todas las mujeres pueden ver sus verdaderos reflejos”.
En realidad, su escritura también intenta enmendar un déficit, uno que le creó su madre desde niña cuando le robaba sus bellos y genuinos versos y los acomodaba a sus palabras para luego simplemente firmar con su nombre. Pero no hay suficiente página para esas historias íntimas, por eso son imperdibles las charlas que esta escritora y apasionada periodista dará en Cartagena en el marco del Hay Festival de Literatura.
“Michele Obama entiende la importancia de su papel. Su estilo es una mezcla de lo casual y lo refinado, lo aventurero y lo apropiado, lo novedoso y lo convencional. Es maravilloso que ella ame la moda sin ser una fashion victim como Nancy Regan. Ella luce real, un cuerpo real, apetito real, sentimientos reales, ella es una reina en su forma terrena, a diferencia de la forma etérea de Jackie”.
La sentencia estilística sobre la primera dama norteamericana la hace la periodista de The New Yorker Judith Thurman, encargada de los asuntos de la moda en la respetada revista. Aunque su juicio es espontáneo, no es apresurada, obedece más bien a un arduo seguimiento, a compartir tiempo con la señora Obama y recordar tiempos compartidos con otras primeras damas como Jackie Keneddy.
Thurman odia del periodismo de moda los clichés, el sentido de exclusividad que acarrea y “que uno siempre se sienta de regreso a la primaria leyendo las revistas”, pero ama poder asistir a las colecciones de Isabel Toledo y estar presentes en esos desfiles del inglés Alexander McQueen’s que cambian la vida. “La moda es para mí un fenómeno cultural que no tiene nada que ver con dar consejos y ni siquiera con evaluar una colección. La parte más dura es la de la crítica, leer la ropa, entender qué la hace superior u original y, sobre todo, lo que ella tiene para decir”.
Pero después de despachar los aciertos de color de la Casa Blanca o lograr entender lo que de Valentino se queda en su amado rojo, Judith Thurman puede hablar con la misma propiedad de grandes escritores: Gustave Flaubert, André Malraux, las hermanas Brönte o Collette. Su pluma es también la encargada de la exigente sección literaria de The New Yorker.
“Siempre es trastocador descubrir las contradicciones escondidas en una vida, las partes de un personaje que uno encuentra antipáticas. Tienes que vencer los disgustos, los avistamientos de prejuicios, las indelicadezas, mendacidad, grandiosidad y narcisismo como lo harías con un compañero, un amigo o un pariente. Tienes que trascender la desilusión, todos somos defectuosos, incluso esos personajes sobre los que escribes”, asegura Thurman refiriéndose a su exhaustivo trabajo en el género de la biografía que le ha llevado a publicar dos novelas: una sobre la vida de la narradora danesa Isak Dinesen y otra sobre la acongojada y terrible escritora francesa Colette.
Libros y moda, no hay contradicción alguna entre sus temas, confiesa de forma espontánea Thurman, a la final como lo deja claro en su más reciente trabajo literario La nariz de Cleopatra, es el deseo, “el afecto que más humanamente nos define” y que más palpita en los temas de los que escribe.
Sus textos, —artículos o novelas— están plagados de mujeres y uno de sus temas obsesivos ha sido la manera en la que justamente las mujeres se pierden a sí mismas. “Creo que es terrible la tentación de las mujeres de perder su sentido de sí mismas por el proyecto de la feminidad y de la familia. Las mujeres aún forcejean con la tentación de vivir a través de los demás en lugar de comprometerse en la lucha de encontrar su propia senda”, comenta la periodista, para después añadir que a la final por eso ha elegido la escritura, “porque es una especie de espejo en donde todo el mundo, todas las mujeres pueden ver sus verdaderos reflejos”.
En realidad, su escritura también intenta enmendar un déficit, uno que le creó su madre desde niña cuando le robaba sus bellos y genuinos versos y los acomodaba a sus palabras para luego simplemente firmar con su nombre. Pero no hay suficiente página para esas historias íntimas, por eso son imperdibles las charlas que esta escritora y apasionada periodista dará en Cartagena en el marco del Hay Festival de Literatura.