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                                                                                                                                Juliana Muñoz: volver letra lo etéreo

                                                                                                                                Su libro “24 señales para descubrir a un alien”, de la editorial Tragaluz, fue uno de los más vendidos en la pasada Feria del Libro de Bogotá.

                                                                                                                                FERNANDO ARAÚJO VÉLEZ

                                                                                                                                Juliana Muñoz escribe una columna literaria cada 15 días para El Espectador. / Catalina Spinel
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Sin el Laura y sin la vieja canción de Roberto Carlos, empezó a escribir cuentos. Ya había pasado por otras salas de redacción (Diners, ADN), y había escrito para infinidad de revistas y diarios. El periodismo, con sus pesados manuales, también empezaba a ser parte de un cuento, sencillamente porque una noche cualquiera, un alguien cualquiera le preguntó para qué escribía, y ella comprendió que la escritura era lo único que la sacaba de las depresiones que le dejaban la rutina, los desamores, la familia, la vida. Empezaba a entender, leyendo a José Saramago, que “somos cuentos de cuentos contando cuentos, nada”, pero pese a la nada, y pese a los cuentos de nada, ella se fue convenciendo de que necesitaba contar sus cuentos, dejar plasmados sus cuentos, sus razones, su infancia, sus dudas, sus dolores y alegrías.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Importaba escribir “Dentro de papá vive un alien pequeñito que lo controla. Por eso hace cosas que no me gustan. Por eso se comporta como si fuera de otro planeta. Le grita a mamá y a mí casi no me habla. Da órdenes cuando llega del trabajo. Tiene hambre todo el tiempo. No le gusta salir a pasear ni nada de lo que hace la gente. No tiene amigos. Su plan es conquistar el mundo y debe empezar por nosotros” (24 señales para descubrir un alien, Tragaluz Editores). Importaba descubrir, vivir en los personajes que creaba, que en últimas eran ella, siempre fueron ella. Importaba sacar sus botas de caucho todos los días y caminar entre la nieve o el barro o el asfalto de las ciudades que iba conociendo, y escribir, aunque fuera sin palabras. Inventar, desnudarse, huir, encontrarse y jugar a su propia rayuela.

                                                                                                                                Juliana Muñoz escribe una columna literaria cada 15 días para El Espectador. / Catalina Spinel
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Sin el Laura y sin la vieja canción de Roberto Carlos, empezó a escribir cuentos. Ya había pasado por otras salas de redacción (Diners, ADN), y había escrito para infinidad de revistas y diarios. El periodismo, con sus pesados manuales, también empezaba a ser parte de un cuento, sencillamente porque una noche cualquiera, un alguien cualquiera le preguntó para qué escribía, y ella comprendió que la escritura era lo único que la sacaba de las depresiones que le dejaban la rutina, los desamores, la familia, la vida. Empezaba a entender, leyendo a José Saramago, que “somos cuentos de cuentos contando cuentos, nada”, pero pese a la nada, y pese a los cuentos de nada, ella se fue convenciendo de que necesitaba contar sus cuentos, dejar plasmados sus cuentos, sus razones, su infancia, sus dudas, sus dolores y alegrías.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Importaba escribir “Dentro de papá vive un alien pequeñito que lo controla. Por eso hace cosas que no me gustan. Por eso se comporta como si fuera de otro planeta. Le grita a mamá y a mí casi no me habla. Da órdenes cuando llega del trabajo. Tiene hambre todo el tiempo. No le gusta salir a pasear ni nada de lo que hace la gente. No tiene amigos. Su plan es conquistar el mundo y debe empezar por nosotros” (24 señales para descubrir un alien, Tragaluz Editores). Importaba descubrir, vivir en los personajes que creaba, que en últimas eran ella, siempre fueron ella. Importaba sacar sus botas de caucho todos los días y caminar entre la nieve o el barro o el asfalto de las ciudades que iba conociendo, y escribir, aunque fuera sin palabras. Inventar, desnudarse, huir, encontrarse y jugar a su propia rayuela.

                                                                                                                                Por FERNANDO ARAÚJO VÉLEZ

                                                                                                                                Temas recomendados:

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