Karen Ardila: “A veces olvidamos lo único tangible que tenemos: el presente”
La actriz protagoniza “Un día a la vez - El musical”, la nueva obra del grupo La Diva Teatral, que se presentará en cuatro funciones hoy y mañana en la sala María Isabel Murillo - Misi.
Andrea Jaramillo Caro
¿Qué representa para usted la obra “Un día a la vez”?
Representa la lucha constante que tiene el arte para poder vivir bien en Colombia, así como la valentía y la calma ante la adversidad. También representa a todos los artistas que día tras día buscan y se inventan las formas para sobrevivir en un sistema que no nos tiene en cuenta. Representa a cada miembro del equipo: Majo, Yesica, Hillary, Leidy, Catalina, Violeta, Alejandra y a todas las personas de dirección y producción que hacen que este musical sea posible, un proyecto completamente independiente cuyo motor es la maleta de sueños que cada una trae consigo.
¿Cómo describiría a su personaje, Alondra?
Alondra es una mujer que tiene una personalidad arrolladora, es muy fuerte y valiente. Como todo ser humano, lucha con sus conflictos internos, como la ansiedad, el miedo y la expectativa ante un futuro incierto, que le carcome el pensamiento.
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¿Qué la conecta con ella?
La principal motivación que tiene Alondra para cantar en los buses de Transmilenio es el deseo de brindarle una vida digna a su mamá. Desde ahí conecto con ella, puesto que el amor más grande que conozco es el que tengo por mi madre. Alondra también quiere construir su propio camino en el arte y vivir de él, sueño que comparto con ella. Finalmente, lo que más me conecta con Alondra es que somos humanas capaces de sentir amor, miedo, desesperación y esperanza, todas esas sensaciones de manera profunda y visceral.
¿Cómo fue el proceso de ensayo?
El proceso tuvo tres grandes etapas: exploración, estructura y consolidación. Durante la exploración, buscamos la energía de los personajes y de la obra, partiendo de la premisa de que todo en escena está vivo. En este sentido, buscamos hacer conciencia de que el teatro habla de lo humano; por ende, exploramos la humanidad dentro de cada una de nosotras. Posteriormente le dimos forma a esa exploración creando la estructura de toda la obra, y el reto aquí fue articular e integrar el canto, la danza y el teatro entre ellas y, además, sin olvidar lo explorado en la primera etapa; en este punto es muy sencillo caer en la forma, por esta razón es fundamental consolidar todo el material. En la recta final ensayamos cuatro horas diarias por dos semanas para limpiar y pulir detalles, y sobre todo para jugar y disfrutar el resultado. En muchos ensayos no parábamos de reír con algunas escenas, fue divertido.
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¿Qué enseñanza le dejan la obra y su personaje?
La enseñanza que me dejó Un día a la vez es exactamente eso, vivir como el nombre de la obra. El ser humano sufre porque vive en el futuro o en el pasado, y nos olvidamos de lo único tangible que tenemos: el presente.
¿Cómo trajo a Alondra a la vida?
Alondra llegó a mi vida hace cuatro años, al inicio de mi carrera de teatro musical en Misi: un día no tenía cómo devolverme a mi casa, así que en el trayecto canté en Transmilenio para poder pagar el otro pasaje. Desde ese momento, Alondra comenzó a rondar en mi cabeza, me preguntaba sobre cómo el arte me salvó en un momento en el que estaba sobreviviendo. Años después para mi proyecto de grado, tenía que hacer un musical, así que decidí recopilar información sobre los artistas en Colombia para hablar de ello. Lo que encontré fue lo que todos conocemos: la situación es grave. Mezclé mis hallazgos con todos los sentimientos que tenía en ese momento y de allí nació Alondra. Luego, llamé a mi amigo y colega Sebastián Sanjuán, para aterrizar y darles forma a mis ideas, y él, con su magia, escribió esta maravillosa obra.
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¿Qué es lo más desafiante de contar esta historia?
Lo más difícil de contar esta historia es que Alondra y yo tenemos mucho en común. Si partimos de la idea de que el teatro es como la vida, y en esta obra se vive una montaña rusa de emociones, para mí es muy difícil distanciarme de la realidad de Alondra y entender que no es la mía. Es en lo que trabajo en cada escena, en cada ensayo.
¿Qué lecciones deja esta obra al público?
La primera lección que deja es que confíen en sus hijos cuando quieren empezar una carrera artística, todo lo que se hace con amor da frutos hermosos y el arte mueve fibras de una manera incomprensible. La segunda lección es que se tomen el tiempo para disfrutar el regalo que les da la vida: el presente, el poder estar con sus seres queridos, el poder de reír, de llorar, ¡de sentir! Son cosas que pasamos por alto por estar preocupados por lo que fue o por lo que viene. Este musical te invita a vivir Un día a la vez.
¿Qué representa para usted la obra “Un día a la vez”?
Representa la lucha constante que tiene el arte para poder vivir bien en Colombia, así como la valentía y la calma ante la adversidad. También representa a todos los artistas que día tras día buscan y se inventan las formas para sobrevivir en un sistema que no nos tiene en cuenta. Representa a cada miembro del equipo: Majo, Yesica, Hillary, Leidy, Catalina, Violeta, Alejandra y a todas las personas de dirección y producción que hacen que este musical sea posible, un proyecto completamente independiente cuyo motor es la maleta de sueños que cada una trae consigo.
¿Cómo describiría a su personaje, Alondra?
Alondra es una mujer que tiene una personalidad arrolladora, es muy fuerte y valiente. Como todo ser humano, lucha con sus conflictos internos, como la ansiedad, el miedo y la expectativa ante un futuro incierto, que le carcome el pensamiento.
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¿Qué la conecta con ella?
La principal motivación que tiene Alondra para cantar en los buses de Transmilenio es el deseo de brindarle una vida digna a su mamá. Desde ahí conecto con ella, puesto que el amor más grande que conozco es el que tengo por mi madre. Alondra también quiere construir su propio camino en el arte y vivir de él, sueño que comparto con ella. Finalmente, lo que más me conecta con Alondra es que somos humanas capaces de sentir amor, miedo, desesperación y esperanza, todas esas sensaciones de manera profunda y visceral.
¿Cómo fue el proceso de ensayo?
El proceso tuvo tres grandes etapas: exploración, estructura y consolidación. Durante la exploración, buscamos la energía de los personajes y de la obra, partiendo de la premisa de que todo en escena está vivo. En este sentido, buscamos hacer conciencia de que el teatro habla de lo humano; por ende, exploramos la humanidad dentro de cada una de nosotras. Posteriormente le dimos forma a esa exploración creando la estructura de toda la obra, y el reto aquí fue articular e integrar el canto, la danza y el teatro entre ellas y, además, sin olvidar lo explorado en la primera etapa; en este punto es muy sencillo caer en la forma, por esta razón es fundamental consolidar todo el material. En la recta final ensayamos cuatro horas diarias por dos semanas para limpiar y pulir detalles, y sobre todo para jugar y disfrutar el resultado. En muchos ensayos no parábamos de reír con algunas escenas, fue divertido.
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¿Qué enseñanza le dejan la obra y su personaje?
La enseñanza que me dejó Un día a la vez es exactamente eso, vivir como el nombre de la obra. El ser humano sufre porque vive en el futuro o en el pasado, y nos olvidamos de lo único tangible que tenemos: el presente.
¿Cómo trajo a Alondra a la vida?
Alondra llegó a mi vida hace cuatro años, al inicio de mi carrera de teatro musical en Misi: un día no tenía cómo devolverme a mi casa, así que en el trayecto canté en Transmilenio para poder pagar el otro pasaje. Desde ese momento, Alondra comenzó a rondar en mi cabeza, me preguntaba sobre cómo el arte me salvó en un momento en el que estaba sobreviviendo. Años después para mi proyecto de grado, tenía que hacer un musical, así que decidí recopilar información sobre los artistas en Colombia para hablar de ello. Lo que encontré fue lo que todos conocemos: la situación es grave. Mezclé mis hallazgos con todos los sentimientos que tenía en ese momento y de allí nació Alondra. Luego, llamé a mi amigo y colega Sebastián Sanjuán, para aterrizar y darles forma a mis ideas, y él, con su magia, escribió esta maravillosa obra.
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¿Qué es lo más desafiante de contar esta historia?
Lo más difícil de contar esta historia es que Alondra y yo tenemos mucho en común. Si partimos de la idea de que el teatro es como la vida, y en esta obra se vive una montaña rusa de emociones, para mí es muy difícil distanciarme de la realidad de Alondra y entender que no es la mía. Es en lo que trabajo en cada escena, en cada ensayo.
¿Qué lecciones deja esta obra al público?
La primera lección que deja es que confíen en sus hijos cuando quieren empezar una carrera artística, todo lo que se hace con amor da frutos hermosos y el arte mueve fibras de una manera incomprensible. La segunda lección es que se tomen el tiempo para disfrutar el regalo que les da la vida: el presente, el poder estar con sus seres queridos, el poder de reír, de llorar, ¡de sentir! Son cosas que pasamos por alto por estar preocupados por lo que fue o por lo que viene. Este musical te invita a vivir Un día a la vez.