Katherine Porto: “Yo era esclava del ego”
La actriz, quien interpreta a Mariana en la serie “Primate” de Amazon Prime, habló de este proyecto, que “llegó en un momento oportuno”: vive una nueva versión de sí misma.
Samuel Sosa Velandia
¿Cómo obtuvo el papel para la serie?
Llegué a Primate porque Christian Tappan, quien es mi amigo y protagonista de la serie, me habló una vez durante la pandemia y me contó que tenía un proyecto que apenas estaba escribiendo, y había un personaje que encajaba perfecto conmigo. Me preguntó si me interesaba y yo le dije que sí. Sin embargo, pasó mucho tiempo de esa conversación y pensé que ya no se iba a hacer. Pero como un regalo de la vida y de Tappan, sí se hizo realizad y me dieron este papel. Llevaba pidiéndole a Dios una producción de este tipo: una serie corta, cómica y en donde no hubiese mayor drama, más que el que se desprende de las relaciones humanas.
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¿Comparte algún rasgo o sentir con Mariana, su personaje?
Sí, Mariana es una mujer que está por encima del bien y del mal, que es yogui y divorciada, y yo también practico yoga y, aunque ahora estoy casada, en algún momento me separé. A pesar de los problemas, ella lleva una vida muy tranquila y no se complica o le da tanta relevancia a eso que resulta en algo mínimo. Sin embargo, en esta segunda temporada van a poder observar otro lado de su personalidad que demuestra que, aunque estemos en nuestro centro, hay algo que nos puede sacar de ahí. Eso se me hace muy lindo del personaje, porque expone su humanidad. Así como yo, que medito y soy maestra de meditación, no porque quiera ser una iluminada, sino para poder controlar mi mente y no decir o hacer cosas que pueden representar un conflicto.
¿Qué es lo que más la ha emocionado del proyecto?
Lo más lindo ha sido entender y reconciliarme con la idea de que los seres humanos somos el yin y el yang: luz y oscuridad, y que a pesar de que acudamos a estas prácticas de espiritualidad que nos ayudan a estar en paz, siempre habrá problemas y cosas que no podremos controlar. Por eso la serie se llama Primate, porque ahonda en que todos somos humanos y, si bien a veces sacamos nuestra peor versión, seguimos siendo personas hermosas, las cuales podemos aprender de todo lo que nos sucede.
En la serie, el personaje principal atraviesa por una crisis de la mediana edad y le aterra la idea de envejecer. ¿Cuál es su relación con la vejez?
Siempre he dicho que quiero llegar a vieja siendo lo más saludable posible. Por eso, todos los días tengo un compromiso con mis hábitos. Soy disciplinada con el ejercicio físico, con el yoga, la meditación, la alimentación, y no hablo solo de lo que te llevas a la boca, sino también sobre lo que escuchas y lees. Tengo claro que todos vamos para viejos, pero qué rico llegar a esa edad sintiéndose lleno de vida y con bienestar.
Otro tema que aborda “Primate” es la importancia de prestarle atención a la salud mental. ¿Cómo maneja el estrés, la frustración y la ansiedad en el medio televisivo?
Ser actores nos lleva a que busquemos más herramientas que incluso el resto de la gente. Lo primero que llegó a mi vida fue la meditación, cuando logré conectar con la paz que me daba esta práctica. Me fui de voluntaria a un centro de meditación en Los Ángeles y a raíz de eso decidí certificarme como maestra. Todo esto me ha permitido encontrar tranquilidad cuando la mente me empieza a decir cosas que me llenan de miedo, frustración o me llevan a una actitud de competencia y comparación, que son muy usuales entre los artistas. Por mucho tiempo les di poder a las palabras que decían que estaba gorda, flaca o era mala actriz, pero gracias a mis otros estudios también como Health Coach y maestra de respiración, aprendí a no darle valor a eso, activar mi creatividad y dejar de lado el drama.
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¿Qué representa para usted el espíritu?
Yo pienso que nosotros somos seres espirituales viviendo una experiencia terrenal. Pero aunque todos somos espíritu, algunos conectamos más con él, mientras que otros lo hacen con el cuerpo físico. Cuando entendemos que hay un alma y una voz interior que es la que nos guía y que hay una energía más fuerte y poderosa, llámese Dios o no, logramos encontrarle un sentido a la vida. En todo este proceso, he entendido que los humanos vinimos a aprender. El espíritu te dota de consciencia sobre tus acciones y decisiones. Por tanto, cuando no trabajamos esta parte de nuestra humanidad es que podemos hacernos daño a nosotros y a los demás.
¿Esto le ha servido para lidiar con el ego que conlleva la fama?
Sí, yo creo que controlar nuestro ego es una maestría y eso se aprende cuando uno hace estas prácticas espirituales, pero también cuando se toca fondo. Tú puedes leer mucho o recibir miles de consejos, pero nadie aprende en camisa ajena. Hasta que no cometes un error, no eres consciente. Recuerdo que años atrás yo era una esclava del ego, que me hacía sentir superficial, creía que era una víctima de los otros y me llevaba a desconfiar de mis capacidades. Fue cuando empecé a trabajar mi espíritu y mi alma que aprendí a vivir en gratitud con los demás y conmigo misma. Ya no me interesa ser famosa, ahora me disfruto cada personaje que llega a mí y tengo claro que en la vida todo puede pasar.
¿Llegar a ese grado de conciencia la ha llevado a arrepentirse de sus decisiones?
Hasta hace poco logré sanar muchas cosas de las que me arrepentía, pero después de todo mi proceso, he entendido que si yo no hubiera pasado por ciertas cosas, no estaría donde estoy. Cuando me devuelvo al pasado es para recordar lo bonito o para decirme que ya no quiero volver a ese lugar en el que estuve. Ya no me lamento, porque dejé ser una víctima hace muchos años.
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¿Cómo obtuvo el papel para la serie?
Llegué a Primate porque Christian Tappan, quien es mi amigo y protagonista de la serie, me habló una vez durante la pandemia y me contó que tenía un proyecto que apenas estaba escribiendo, y había un personaje que encajaba perfecto conmigo. Me preguntó si me interesaba y yo le dije que sí. Sin embargo, pasó mucho tiempo de esa conversación y pensé que ya no se iba a hacer. Pero como un regalo de la vida y de Tappan, sí se hizo realizad y me dieron este papel. Llevaba pidiéndole a Dios una producción de este tipo: una serie corta, cómica y en donde no hubiese mayor drama, más que el que se desprende de las relaciones humanas.
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¿Comparte algún rasgo o sentir con Mariana, su personaje?
Sí, Mariana es una mujer que está por encima del bien y del mal, que es yogui y divorciada, y yo también practico yoga y, aunque ahora estoy casada, en algún momento me separé. A pesar de los problemas, ella lleva una vida muy tranquila y no se complica o le da tanta relevancia a eso que resulta en algo mínimo. Sin embargo, en esta segunda temporada van a poder observar otro lado de su personalidad que demuestra que, aunque estemos en nuestro centro, hay algo que nos puede sacar de ahí. Eso se me hace muy lindo del personaje, porque expone su humanidad. Así como yo, que medito y soy maestra de meditación, no porque quiera ser una iluminada, sino para poder controlar mi mente y no decir o hacer cosas que pueden representar un conflicto.
¿Qué es lo que más la ha emocionado del proyecto?
Lo más lindo ha sido entender y reconciliarme con la idea de que los seres humanos somos el yin y el yang: luz y oscuridad, y que a pesar de que acudamos a estas prácticas de espiritualidad que nos ayudan a estar en paz, siempre habrá problemas y cosas que no podremos controlar. Por eso la serie se llama Primate, porque ahonda en que todos somos humanos y, si bien a veces sacamos nuestra peor versión, seguimos siendo personas hermosas, las cuales podemos aprender de todo lo que nos sucede.
En la serie, el personaje principal atraviesa por una crisis de la mediana edad y le aterra la idea de envejecer. ¿Cuál es su relación con la vejez?
Siempre he dicho que quiero llegar a vieja siendo lo más saludable posible. Por eso, todos los días tengo un compromiso con mis hábitos. Soy disciplinada con el ejercicio físico, con el yoga, la meditación, la alimentación, y no hablo solo de lo que te llevas a la boca, sino también sobre lo que escuchas y lees. Tengo claro que todos vamos para viejos, pero qué rico llegar a esa edad sintiéndose lleno de vida y con bienestar.
Otro tema que aborda “Primate” es la importancia de prestarle atención a la salud mental. ¿Cómo maneja el estrés, la frustración y la ansiedad en el medio televisivo?
Ser actores nos lleva a que busquemos más herramientas que incluso el resto de la gente. Lo primero que llegó a mi vida fue la meditación, cuando logré conectar con la paz que me daba esta práctica. Me fui de voluntaria a un centro de meditación en Los Ángeles y a raíz de eso decidí certificarme como maestra. Todo esto me ha permitido encontrar tranquilidad cuando la mente me empieza a decir cosas que me llenan de miedo, frustración o me llevan a una actitud de competencia y comparación, que son muy usuales entre los artistas. Por mucho tiempo les di poder a las palabras que decían que estaba gorda, flaca o era mala actriz, pero gracias a mis otros estudios también como Health Coach y maestra de respiración, aprendí a no darle valor a eso, activar mi creatividad y dejar de lado el drama.
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¿Qué representa para usted el espíritu?
Yo pienso que nosotros somos seres espirituales viviendo una experiencia terrenal. Pero aunque todos somos espíritu, algunos conectamos más con él, mientras que otros lo hacen con el cuerpo físico. Cuando entendemos que hay un alma y una voz interior que es la que nos guía y que hay una energía más fuerte y poderosa, llámese Dios o no, logramos encontrarle un sentido a la vida. En todo este proceso, he entendido que los humanos vinimos a aprender. El espíritu te dota de consciencia sobre tus acciones y decisiones. Por tanto, cuando no trabajamos esta parte de nuestra humanidad es que podemos hacernos daño a nosotros y a los demás.
¿Esto le ha servido para lidiar con el ego que conlleva la fama?
Sí, yo creo que controlar nuestro ego es una maestría y eso se aprende cuando uno hace estas prácticas espirituales, pero también cuando se toca fondo. Tú puedes leer mucho o recibir miles de consejos, pero nadie aprende en camisa ajena. Hasta que no cometes un error, no eres consciente. Recuerdo que años atrás yo era una esclava del ego, que me hacía sentir superficial, creía que era una víctima de los otros y me llevaba a desconfiar de mis capacidades. Fue cuando empecé a trabajar mi espíritu y mi alma que aprendí a vivir en gratitud con los demás y conmigo misma. Ya no me interesa ser famosa, ahora me disfruto cada personaje que llega a mí y tengo claro que en la vida todo puede pasar.
¿Llegar a ese grado de conciencia la ha llevado a arrepentirse de sus decisiones?
Hasta hace poco logré sanar muchas cosas de las que me arrepentía, pero después de todo mi proceso, he entendido que si yo no hubiera pasado por ciertas cosas, no estaría donde estoy. Cuando me devuelvo al pasado es para recordar lo bonito o para decirme que ya no quiero volver a ese lugar en el que estuve. Ya no me lamento, porque dejé ser una víctima hace muchos años.
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