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Academia Brasileña de Letras busca cambiar la imagen de “club de hombres blancos”

Cinco de los 40 miembros de la Academia son mujeres y solo dos de ellos afrobrasileños, lo cual ha sido criticado por la ciudadanía, que reclama pluralidad y mayor representatividad en la institución.

11 de julio de 2024 - 05:29 p. m.
La escritora brasileña Rosiska Darcy de Oliveira saluda a otros miembros de la Academia Brasileña de Letras cuando llega al salón de té del edificio histórico Petit Trianon, en Río de Janeiro, Brasil.
La escritora brasileña Rosiska Darcy de Oliveira saluda a otros miembros de la Academia Brasileña de Letras cuando llega al salón de té del edificio histórico Petit Trianon, en Río de Janeiro, Brasil.
Foto: AFP - MAURO PIMENTEL
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En una cálida noche en Rio de Janeiro, la flor y nata de la escena literaria y cultural llena los salones palaciegos de la Academia Brasileña de Letras, ataviada con elegantes uniformes verdes ribeteados en oro. Los llaman los “inmortales”: 40 de los escritores, académicos, artistas e intelectuales más renombrados de Brasil.

A pesar del apodo, todos tienen una edad avanzada, que promedia los 80 años. Además, en su inmensa mayoría son blancos y varones, lo que suscita controversia en un Brasil diverso y multicultural. Fundada en 1897, la Academia es la abanderada de la lengua y la literatura brasileña.

Conocida por su majestuosa sede y sus rituales sagrados, se asemeja a la prestigiosa Academia Francesa, en la que se inspiró.

El motivo de la gala celebrada en abril fue la incorporación de su primer miembro indígena, el escritor Ailton Krenak. Rompiendo con la tradición, Krenak, de 70 años, vistió un pañuelo de tejidos en la cabeza y fue recibido por cantantes y bailarines indígenas al ser declarado un “inmortal” ante un auditorio repleto.

"Estamos pasando página", declaró a los periodistas antes de la ceremonia. "La Academia Brasileña de Letras es una institución centenaria, pero nunca ha incluido a los pueblos o lenguas indígenas", destacó.

Algunos creen que la institución, responsable de decidir las normas del portugués brasileño, tiene que cambiar más deprisa. ”Ya era hora de que entráramos en este lugar, después de 524 años”, dijo uno de los asistentes, el jefe indígena y lingüista Urutau Guajajara, de 63 años, refiriéndose a 1.500, el año en que los exploradores portugueses llegaron a lo que hoy es Brasil. ”Es una institución elitista y eurocentrista”, criticó.

Brasil, país dividido

Solo cinco de los 40 miembros de la Academia son mujeres. Y apenas dos son afrobrasileños, en un país donde el 56% de la población se identifica como negra o mestiza. Los “inmortales” ocupan sus puestos de por vida. Cuando uno fallece, los demás eligen a su sucesor.

El periodista Merval Pereira, su actual presidente, quiere que la Academia sea más representativa de Brasil. Cuando asumió el cargo en 2022, la institución incorporó a la actriz Fernanda Montenegro, nominada al Óscar, y al emblemático músico negro Gilberto Gil. Sin embargo, los críticos se mostraron decepcionados.

“Tres hombres negros, ninguna mujer negra: el racismo de la Academia Brasileña de Letras”, tituló la periodista Thais Rodrigues, un artículo publicado en el portal Alma Preta, al recordar que la Academia pasó por alto a la escritora negra Conceição Evaristo en 2018.

Pereira, de 74 años, ve con recelo que la institución haga "política identitaria" en un país profundamente dividido entre los partidarios del presidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva y su predecesor de extrema derecha, Jair Bolsonaro.

La Academia, que se financia principalmente con el alquiler de un edificio adyacente a su sede, no tiene afiliación política ni gubernamental. ”Algunos consideran que la política identitaria es de izquierdas. No es eso lo que hacemos. No elegimos a nadie por ser negro, blanco o indio. Lo que importa es su trabajo”, declaró Pereira, quien agregó que “queremos representar la diversidad cultural brasileña”.

Historial de “blanqueamiento”

Aunque sea un dato poco conocido, el fundador de la Academia era en realidad negro: el escritor Joaquim Maria Machado de Assis. Nacido en 1839, casi medio siglo antes de que Brasil aboliera la esclavitud, Machado, nieto de esclavos, fue considerado un genio literario autodidacta que contribuyó a transformar la novela moderna. Pero durante años, los retratos que se hicieron de él minimizaban sus rasgos afrobrasileños, inclusive el busto del vestíbulo de la Academia.

La Academia trabaja ahora para revertir ese “blanqueamiento”, dijo Pereira. Un ejemplo es el avatar animado digitalmente de Machado, que interactúa mediante inteligencia artificial con los visitantes en el edificio neoclásico de la Academia.

Una veintena de estudiantes de secundaria del municipio de Nova Iguaçú, en la periferia carioca, se agrupan alrededor de la gran pantalla que proyecta el personaje de piel oscura. ”Como brasileño negro que ha luchado contra la adversidad a lo largo de su vida, creo firmemente que es esencial valorar la diversidad”, dice el avatar. ”La Academia tiene la responsabilidad (...) de ayudar a crear una sociedad más justa e inclusiva”, añade.

Más allá de los discursos generados por la IA, la profesora Ana Luisa Guimaraes, de 39 años, dijo que instaría a sus alumnos a reflexionar de forma crítica sobre la visita. ”Cuando miras la historia de la literatura brasileña (...) este lugar debería estar lleno de escritores negros e indígenas”, comentó.

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