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La danza y el performance serán el vehículo a través del cual la argentina Marina Otero presentará la obra “Fuck me” en el Teatro Colón de Bogotá. Esta es la tercera parte de una serie de obras que llevan el nombre de “Recordar para vivir”, un proyecto al cual la artista se refiere como “eterno” y en el que su cuerpo es el punto focal de la investigación. A través de esta obra Otero pretende indagar sobre el paso del tiempo y las marcas que este ha dejado en su cuerpo.
Con un grupo de cinco performer masculinos, compuesto por: Augusto Chiappe, Cristian Vega, Fred Raposo, Juan Francisco López Bubica y Miguel Valdivieso, La lógica detrás de la decisión para que sus compañeros de escena sean todos hombres se encuentra en la propuesta de Otero, la cual “desde la dramaturgia y dirección, es ocupar el centro de la escena y, como el cuerpo no le dio para tanta batalla –como bien lo dice ella-, ha dejado su lugar a los intérpretes, para dedicarse a mirar cómo ellos prestan sus cuerpos a la causa narcisista”, se lee en un comunicado de prensa.
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“Esta pieza está trabajada desde un lugar de imposibilidad y desde allí se despliega un universo de mucha potencia en el que de alguna manera, los temas que se cruzan tienen que ver con la muerte, la pérdida de la juventud y el dolor, asuntos que siempre nos están atravesando, zonas muy complejas que a veces negamos…”, afirmó Otero en el comunicado. Para la directora esta es una pieza “inacabable”, en la que tanto ella, como su personaje, y el tiempo indagan en la relación que los une.
La serie de obras de la cual hace parte “Fuck me”, incluye otros títulos de Otero como: “Andrea” y “Recordar 30 años para vivir 65 minutos”. Este es el proyecto eterno de la dramaturga y, a través de él, afirma que “observo y creo diferentes versiones a lo largo del tiempo, hasta el día en que me muera. Ese es el proyecto con el cual estoy comprometida”.
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La idea de tener cinco bailarines junto a ella surgió de una lesión que sufrió la directora, “a partir de ahí la obra fue haciendo su propio recorrido hasta llegar a lo que venimos presentando en diferentes lugares del mundo”. La obra “tiene que ver con mi vida. Y mi manera de trabajar tiene que ver con un no saber a dónde va la obra y entregarme a ese no saber. Hay mucho trabajo de escritura y mucho trabajo de ensayo”, agrega.
A pesar de que su cuerpo se configura como objeto de investigación, en esta obra Otero no se presenta como el personaje protagonista, sino que el protagónico lo ocupa su relación con otros. “En escena hay una relación de venganza. Las mujeres siempre somos cosificadas, a veces son más importantes nuestros cuerpos que nuestras ideas y pensamientos. Mi venganza consiste en cosificar lo masculino: una mujer joven que no puede caminar, desde la fragilidad, la rotura y la pérdida absoluta, manipula a los hombres”.