La artista Ursula Biemann explica cuatro años de investigación con el pueblo Inga
La videoartista suiza inaugura hoy a las 6 p. m. en el Claustro de San Agustín la instalación Forest Mind, que reúne sus investigaciones en Colombia sobre la sabiduría de esta etnia amazónica en su relación con la selva. Entrevista.
Mónica Suárez @monikasuarez / Especial para El Espectador
¿Cómo describir la exposición Forest Mind?
Forest Mind exhibe todo lo que he producido como resultado de mis cuatro años de colaboración con el pueblo Inga de Colombia. Esto incluye la videoinstalación Forest Mind, que es un videoensayo artístico de mi investigación personal; Vocal Cognitive Territory - una instalación de video basada en entrevistas con muchos líderes sociales Inga, curanderos, ancianos y las voces de otros seres de la selva; Devenir Universidad, que es el concepto general y la plataforma multimedia en línea que acompaña al proyecto Inga de co-crear una universidad indígena en su territorio; y el libro Forest Mind que despliega mi experiencia, investigación y reflexiones. Todos estos proyectos están interconectados. (Recomendamos: Así fue “Selva Cosmopolítica”, exposición ligada a este trabajo der Ursula Biemann”).
En el centro se encuentra la idea de que la selva está viva, es cognitiva, sensorial e inteligente. Creo que la selva es un campo de la mente. Esta idea proviene de la cosmología indígena. Los Inga dicen que el conocimiento surge del encuentro con la tierra y sus seres vivos. Todo el conocimiento viene de allí. La exposición trata sobre la política del conocimiento. En el contexto indígena esto es particularmente pertinente porque la educación ha sido utilizada como una herramienta colonialista. Por lo tanto, una universidad indígena es importante, ya que puede articular el conocimiento, la investigación y el aprendizaje inga como un conjunto ecológico. La exposición cuenta la historia territorial y aboga en general por una mayor pluralidad epistémica que reconozca otras formas de saber además de la moderna occidental, incluyendo el pensamiento indígena y la forma de pensar y saber de los bosques.
¿Cuál es el objetivo de convertir en una videoinstalación artística, su experiencia con el yagé y el conocimiento de esta medicina?
Las instalaciones se basan en la investigación más que en mi experiencia personal. En mi viaje de un mes no supe de inmediato qué debería proponerle a Belén para una nueva pieza. Pero el último día de mi estadía en el territorio, Hernando Chindoy me preguntó si yo podía apoyar su proyecto de crear una universidad indígena y acepté. Durante dos años estuvimos trabajando juntos en una propuesta, creando alianzas y armando un equipo de apoyo académico. Forest Mind surgió de esta colaboración e investigación a largo plazo sobre el pensamiento inga, sobre el conocimiento y la educación, es una colaboración en este sentido mental. Mi interés personal es la inteligencia en la naturaleza. No es un proyecto etnográfico. La inteligencia vegetal se manifiesta poderosamente a través del yagé y los médicos tradicionales saben cómo manejarlo. Veo la inteligencia en la naturaleza desde una perspectiva chamánica y científica con la intención de poner en diálogo estos dos sistemas de conocimiento. Es cierto que los chamanes inga estuvieron escondidos en las montañas durante 500 años para salvaguardar la medicina de la persecución misionera. Parte de la comprensión es el resultado de mi experiencia en terreno, otras partes de mi investigación se extraen de la lectura y de un experimento con ADN realizado en la ETH en Zúrich. Los trabajos presentados son una síntesis de todo ello.
¿Hay algún mensaje específico que quiera compartir con ella?
Valorar las selvas como entidades vivas vitales, como seres inteligentes por derecho propio. Valorar el conocimiento indígena y la ciencia del yagé a la par de los sistemas de conocimiento científico occidental.
¿Para quiénes está dirigida la exposición Forest Mind? ¿Qué tipo de público espera convocar?
Para todos los interesados en la educación, en la cultura indígena. Espero muchos estudiantes y espero que la exhibición transforme su punto de vista sobre la existencia indígena.
¿Cómo quiere que el visitante de la exposición reciba el conocimiento que entrega en Forest Mind? ¿Debe tener algún tipo de “preparación” para abrirse a este conocimiento?
Hay muchas entradas posibles a estas obras. Vocal Cognitive Territory es directo, es el pueblo inga hablando de su relación con el territorio, con la educación y cómo les gustaría que la gente entendiera lo que hacen y cómo piensan. Forest Mind es más sofisticado y teórico, pero poco a poco voy guiando a la gente hacia la discusión central. Forest Mind es un video metafísico. Con frecuencia, mi audiencia se queda a una segunda visualización para comprender mejor las cosas. Mis ensayos en video, y Forest Mind en particular, son un poco como un libro que puedes consultar nuevamente y releer pasajes. Por lo tanto, los textos de introducción en la pared son muy importantes para guiar a las personas en la dirección correcta.
¿Qué reacciones, reflexiones y/o emociones pretende o intuye que puedan surgir en el espectador al visitar la exposición Forest Mind?
El público aportará su propio punto de vista y lo combinará con mi propuesta. Forest Mind es una propuesta única. Habla de la parte mental-espiritual del ADN que conforma nuestro mundo viviente y con la que podemos comunicarnos a través de nuestro pensamiento consciente. Esto es hoy un hecho científico. La neurología y la genómica están cada vez más cerca de explicar cómo toda la vida está interconectada y cómo los chamanes posiblemente trabajan para acceder a esta red significativa. Esto podría desencadenar nuevas imaginaciones en la audiencia y revisar su concepto sobre las comunidades indígenas.
¿Por qué cree que encontró este conocimiento, experiencia y medicina, precisamente en Colombia? ¿Y por qué en esta etapa de su vida?
Mi primer encuentro con las comunidades indígenas amazónicas y la Ayahuasca fue durante un viaje de campo en Ecuador hace varios años (2013) para otro trabajo, Forest Law, que también se mostró en el Museo de Arte de la UNAL (Selva Cosmopolítica). La planta maestra ya me conocía, tiene memoria. La experiencia en Colombia fue más profunda porque vine varias veces. El trabajo sobre la universidad indígena es importante en este momento de mi trayectoria artística porque comencé a cuestionar el significado de hacer videos sobre situaciones políticas. Deseaba un proyecto en el que pudiera marcar la diferencia sobre el terreno, por así decirlo. Entonces, cuando Hernando se acercó a mí, supe que esto era lo correcto en este momento. Antes de mi trabajo en Colombia, hice un artículo en el norte de Noruega sobre comunicación entre especies, creando un biólogo marino, indígena sami, ficticio que se comunica con especies submarinas a través de todo tipo de instrumentos científicos (Acoustic Ocean, 2018). Entonces, la idea de que la naturaleza es inteligente y comunicativa y que los pueblos indígenas de todo el mundo aún tienen acceso a este conocimiento, que está a punto de desaparecer, es algo con lo que he trabajado durante algún tiempo. Forest Mind es una continuación de este interés. Va más allá y más profundo, permitiéndome ser parte de él.
¿Para usted y su vida profesional qué significa Colombia?
Nunca había pasado tantos años trabajando en torno a un complejo de preguntas en un lugar en particular. Fue gracias al apoyo y la ayuda en navegación de María Belén que pude seguir adelante. Colombia es un lugar donde está en juego la supervivencia de las selvas amazónicas, un lugar de violencia y represión para los indígenas que todavía habitan el sur. No soy una turista disfrutando de las playas. A menudo volvía de mis viajes perturbada y exhausta. Pero Colombia es importante por su biodiversidad y su diversidad cultural y epistémica y por lo tanto uno de los mejores lugares para desarrollar un trabajo de este tipo. Aprecio la amistad que pude forjar en estos años con personas afectuosas e inspiradoras que están trabajando por un futuro más inclusivo.
Usted cómo se describe: ¿cómo una artista ecologista, una video-ensayista o una video-artista?
Todas estas definiciones son correctas. Soy videoartista pero también escribo. Probablemente conozcas la monografía en línea que pude hacer con Belén, Becoming Earth, sobre mis trabajos de video ecológicos. Mi introducción On the Poetics and Politics of Worlding es una buena explicación de lo que hago.
¿Cree que el miedo, una emoción que también está inscrita en el holograma universal, puede ser un mecanismo de resistencia del humano para acercarse a este conocimiento?
Espero que a la audiencia se le ocurran todo tipo de pensamientos interesantes como este que no puedo anticipar. No sé cómo funciona exactamente el universo, por supuesto. Lo que sugieres es cierto a nivel psicológico. El miedo empaña nuestra visión de casi cualquier cosa. Pero tenemos que alejarnos de la “resistencia” como estrategia política, no ayuda. Hernando Chindoy también dice en una de las entrevistas que la resistencia nos ciega al necesario tejido y trabajo en red entre diferentes grupos y comunidades a través de la división. El proyecto no trata de crear más diferencias, sino de comprender las similitudes y tejer interconexiones.
¿Cómo sugiere que los individuos que habitamos la zona ordinaria y el conocimiento impuesto, debemos vencer la resistencia a ese mundo impredecible de sabiduría implícita, de la naturaleza y la comunidad inga?
Te refieres a un pasaje del video que habla sobre cómo percibimos la realidad y, por lo tanto, cómo creamos nuestra realidad. Todo lo que vemos, escuchamos o sentimos primero pasa por un filtro, el imaginario colectivo, para verificar o confirmar su significado. El imaginario colectivo es como un consenso social del significado de lo que percibimos. Veo esto como mi principal campo de intervención como artista. Todos vivimos en parte en esta realidad y en parte en algún otro espacio imaginario mental menos acotado que no sigue las leyes físicas y racionales. El yagé puede llevarte allí de una manera maravillosa, pero Netflix también lo hace hasta cierto punto. La diferencia es que el yagé desencadena una especie de proceso psicoanalítico, confrontándote con tus propios temas, fortalece el sentido de comunidad y cohesión social y acrecienta el amor y compromiso con el territorio. Hay una dimensión ética del yagé a la que se accede en las ceremonias y que se queda contigo por mucho tiempo. Es una psicoactivación incomparable. No conozco ningún otro medio que tenga este tipo de efecto.
¿Cuáles son los canales adecuados para compartir y experimentar estos conocimientos? ¿Cree que las plataformas tecnológicas de consumo masivo, como Netflix u otros, son una buena vía para compartir estos tipos de conocimientos?
Creo que siempre es una experiencia individual. En el cine sólo se puede hablar de ello, pero la experiencia es individual. Necesita un esfuerzo psíquico y desencadena un proceso. No estoy tratando de promocionar al yagé como una cura para todos. Solo estoy tratando de traer nuevas opciones a la comprensión de lo que es.
¿Considera que la gran acogida que están teniendo los documentales sobre medicinas naturales, hongos y otros, y sus aplicaciones en tratamientos médicos, puede deberse a una apertura sensible y recíproca de una nueva generación humana?
De hecho, ese es un gran punto. Creo que el yagé o un proyecto como la universidad indígena se benefician de las grandes tendencias. Uno es un movimiento ecológico donde la relación con la selva ha adquirido dimensiones globales en esta generación, no solo en términos de reducción de la contaminación sino en términos de cambio climático y supervivencia planetaria. El otro es una expansión creciente de ofertas y prácticas espirituales, una tendencia hacia la salud, el yoga, la atención plena, el despertar y la evolución. La convergencia de los dos movimientos conforman una población mundial considerable en este momento. Creo que mi enfoque habla de este momento en el tiempo.
Si el verdadero conocimiento surge del encuentro entre la tierra, la selva y los demás seres vivos, y este conocimiento es un escalón necesario para la supervivencia, ¿qué papel debe jugar la tecnología para su desarrollo?
Esa es una pregunta legítima. El Pueblo Inga, como muchas comunidades indígenas, utiliza tecnología, teléfonos inteligentes, automóviles, computadoras. La idea es no dejar de lado la tecnología. En Forest Mind estoy usando las tecnologías de imagen más avanzadas para computar secuencias de ADN de la selva tropical. Llevar la alta tecnología a la lectura con la ciencia indígena los pone a la altura de los ojos. La universidad sin duda también proporcionará conocimientos informáticos.
¿Cómo manejar entonces las nuevas formas de relacionamiento humano, en mundos virtuales que invaden la internet, donde los individuos se definen en plataformas no reales, totalmente alejadas del bosque y la naturaleza?
Soy consciente de que una gran cantidad de jóvenes viven en ambientes urbanos, alejados del bosque. Veo esto en la interacción con los estudiantes. Están bastante alejados del mundo natural. No tengo recetas para todo, estoy haciendo una propuesta filosófica basada en lo que siento que debe ser un aporte importante en este momento. La educación es inmensamente importante para que los jóvenes puedan aprender cosas que ayuden a que la vida prospere y no muera, se destruya y/o contamine. Nuestras universidades atienden demasiado a la mente lucrativa industrial y no lo suficiente a las humanidades que nos enseñan la historia y la cultura del pensamiento para que podamos posicionarnos dentro de ellas. Se trata de la emancipación de la mente.
Algunas personas hablan de extractivismo cuando personas foráneas hacen arte con indígenas…
Creo que una práctica extractivista es si vas a una comunidad indígena y tomas sus cosas y corres. Cuando te comprometes a colaborar en sus proyectos, cuando facilitas reuniones, cuando las entrevistas a los ancianos Inga son realizadas por los mismos Inga, cuando entregas todos los materiales audiovisuales, videos y fotos a la comunidad Inga para su propio uso y el futuro archivo de la universidad y los invitas a las exposiciones, como hice yo para la inauguración de la Bienal de Estambul en septiembre, pues entonces no se puede hablar de una práctica extractivista. Hablas de una relación de colaboración donde las personas aportan lo que mejor saben.
“Ursula nos acerca a una de las grandes fuerzas y presencias que tiene el planeta”
En 2017, la gestora cultural María Belén Sáez de Ibarra contactó a la artista ecológica suiza Ursula Biemann, cuyo trabajo se caracteriza por la investigación en lugares remotos y el estudio de problemáticas sociales, filosóficas y científicas, que desarrolla en videos y acciones artísticas, estéticas y poéticas. Su propuesta buscaba la realización de una obra sobre el conocimiento de las medicinas ancestrales y los saberes de las comunidades indígenas. En el verano de 2018 realizaron el viaje de reconocimiento por los territorios ubicados en Nariño, Putumayo, Cauca y Caquetá, con la autorización y el acompañamiento de líderes indígenas. Cuatro años después, Sáez de Ibarra, directora de Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional y curadora de Forest Mind, explica la trascendencia de la instalación enmarcada en el programa “Selva Cosmopolítica”: “Forest Mind se conecta con la absoluta formación que tiene Ursula Biemann en temas de modernidad y en la transición de una mirada que reconoce la inteligencia de la vida. Ella pasa de la colonialidad sobre la vida, los territorios y la selva, a una fisura que se genera para reconocer al bosque, con sus entidades visibles e invisibles y su inmensa inteligencia en una red hiperconectada, como una de las grandes fuerzas y presencias que tiene el planeta. Su mirada pretende otorgar una justicia epistémica, tanto a las comunidades que han habitado la selva por milenios y han consumido y estudiado sus plantas sagradas, como a la propia selva; reconociéndoles su conocimiento, su historia, su personalidad y su capacidad de generar transformación, futuro, organización, readaptación, recodificación genética y otras capacidades mega inteligentes. Un conocimiento más allá de lo humano”.
Inauguración con autoridades del pueblo Inga, en pro de universidad indígena
A la inauguración de Forest Mind, con entrada libre en el Claustro de San Agustín -miércoles 9 de noviembre, Carrera 8 No. 7-21, 6 p. m.- asistirán líderes del pueblo inga, quienes colaboraron en todos los proyectos con Ursula Biemann: los taitas Carlos Porfirio Jacanamejoy, Luciano Mutumbajoy y Arcángel Muchachasoy; la gobernadora Maria Agripina Garreta, además de Waira Jacanamijoy, Mariela Pujimuy, Liliana Armero, Hernando Chindoy, Ana Cristina Rodríguez, Pedro Luis Jajoy, María Rubiela Mojomboy, Norelly Arteaga, Irma Alicia Mojomboy, María Flora Macas, Freider Jaime Legarda, Juan Carlos Jamioy, Santiago Del Hierro Kennedy, Carlino Muchavisoy, Álvaro Hernández, Serafín Jajoy, Yeni Yolanda Jacanamejoy y Libia Stella Guamanga. Esta producción artística se complementa con la plataforma multimedia online Devenir Universidad, que recoge reflexiones de Biemann surgidas durante su apoyo a la comunidad para la concepción del proyecto de una universidad indígena en el territorio inga.
¿Cómo describir la exposición Forest Mind?
Forest Mind exhibe todo lo que he producido como resultado de mis cuatro años de colaboración con el pueblo Inga de Colombia. Esto incluye la videoinstalación Forest Mind, que es un videoensayo artístico de mi investigación personal; Vocal Cognitive Territory - una instalación de video basada en entrevistas con muchos líderes sociales Inga, curanderos, ancianos y las voces de otros seres de la selva; Devenir Universidad, que es el concepto general y la plataforma multimedia en línea que acompaña al proyecto Inga de co-crear una universidad indígena en su territorio; y el libro Forest Mind que despliega mi experiencia, investigación y reflexiones. Todos estos proyectos están interconectados. (Recomendamos: Así fue “Selva Cosmopolítica”, exposición ligada a este trabajo der Ursula Biemann”).
En el centro se encuentra la idea de que la selva está viva, es cognitiva, sensorial e inteligente. Creo que la selva es un campo de la mente. Esta idea proviene de la cosmología indígena. Los Inga dicen que el conocimiento surge del encuentro con la tierra y sus seres vivos. Todo el conocimiento viene de allí. La exposición trata sobre la política del conocimiento. En el contexto indígena esto es particularmente pertinente porque la educación ha sido utilizada como una herramienta colonialista. Por lo tanto, una universidad indígena es importante, ya que puede articular el conocimiento, la investigación y el aprendizaje inga como un conjunto ecológico. La exposición cuenta la historia territorial y aboga en general por una mayor pluralidad epistémica que reconozca otras formas de saber además de la moderna occidental, incluyendo el pensamiento indígena y la forma de pensar y saber de los bosques.
¿Cuál es el objetivo de convertir en una videoinstalación artística, su experiencia con el yagé y el conocimiento de esta medicina?
Las instalaciones se basan en la investigación más que en mi experiencia personal. En mi viaje de un mes no supe de inmediato qué debería proponerle a Belén para una nueva pieza. Pero el último día de mi estadía en el territorio, Hernando Chindoy me preguntó si yo podía apoyar su proyecto de crear una universidad indígena y acepté. Durante dos años estuvimos trabajando juntos en una propuesta, creando alianzas y armando un equipo de apoyo académico. Forest Mind surgió de esta colaboración e investigación a largo plazo sobre el pensamiento inga, sobre el conocimiento y la educación, es una colaboración en este sentido mental. Mi interés personal es la inteligencia en la naturaleza. No es un proyecto etnográfico. La inteligencia vegetal se manifiesta poderosamente a través del yagé y los médicos tradicionales saben cómo manejarlo. Veo la inteligencia en la naturaleza desde una perspectiva chamánica y científica con la intención de poner en diálogo estos dos sistemas de conocimiento. Es cierto que los chamanes inga estuvieron escondidos en las montañas durante 500 años para salvaguardar la medicina de la persecución misionera. Parte de la comprensión es el resultado de mi experiencia en terreno, otras partes de mi investigación se extraen de la lectura y de un experimento con ADN realizado en la ETH en Zúrich. Los trabajos presentados son una síntesis de todo ello.
¿Hay algún mensaje específico que quiera compartir con ella?
Valorar las selvas como entidades vivas vitales, como seres inteligentes por derecho propio. Valorar el conocimiento indígena y la ciencia del yagé a la par de los sistemas de conocimiento científico occidental.
¿Para quiénes está dirigida la exposición Forest Mind? ¿Qué tipo de público espera convocar?
Para todos los interesados en la educación, en la cultura indígena. Espero muchos estudiantes y espero que la exhibición transforme su punto de vista sobre la existencia indígena.
¿Cómo quiere que el visitante de la exposición reciba el conocimiento que entrega en Forest Mind? ¿Debe tener algún tipo de “preparación” para abrirse a este conocimiento?
Hay muchas entradas posibles a estas obras. Vocal Cognitive Territory es directo, es el pueblo inga hablando de su relación con el territorio, con la educación y cómo les gustaría que la gente entendiera lo que hacen y cómo piensan. Forest Mind es más sofisticado y teórico, pero poco a poco voy guiando a la gente hacia la discusión central. Forest Mind es un video metafísico. Con frecuencia, mi audiencia se queda a una segunda visualización para comprender mejor las cosas. Mis ensayos en video, y Forest Mind en particular, son un poco como un libro que puedes consultar nuevamente y releer pasajes. Por lo tanto, los textos de introducción en la pared son muy importantes para guiar a las personas en la dirección correcta.
¿Qué reacciones, reflexiones y/o emociones pretende o intuye que puedan surgir en el espectador al visitar la exposición Forest Mind?
El público aportará su propio punto de vista y lo combinará con mi propuesta. Forest Mind es una propuesta única. Habla de la parte mental-espiritual del ADN que conforma nuestro mundo viviente y con la que podemos comunicarnos a través de nuestro pensamiento consciente. Esto es hoy un hecho científico. La neurología y la genómica están cada vez más cerca de explicar cómo toda la vida está interconectada y cómo los chamanes posiblemente trabajan para acceder a esta red significativa. Esto podría desencadenar nuevas imaginaciones en la audiencia y revisar su concepto sobre las comunidades indígenas.
¿Por qué cree que encontró este conocimiento, experiencia y medicina, precisamente en Colombia? ¿Y por qué en esta etapa de su vida?
Mi primer encuentro con las comunidades indígenas amazónicas y la Ayahuasca fue durante un viaje de campo en Ecuador hace varios años (2013) para otro trabajo, Forest Law, que también se mostró en el Museo de Arte de la UNAL (Selva Cosmopolítica). La planta maestra ya me conocía, tiene memoria. La experiencia en Colombia fue más profunda porque vine varias veces. El trabajo sobre la universidad indígena es importante en este momento de mi trayectoria artística porque comencé a cuestionar el significado de hacer videos sobre situaciones políticas. Deseaba un proyecto en el que pudiera marcar la diferencia sobre el terreno, por así decirlo. Entonces, cuando Hernando se acercó a mí, supe que esto era lo correcto en este momento. Antes de mi trabajo en Colombia, hice un artículo en el norte de Noruega sobre comunicación entre especies, creando un biólogo marino, indígena sami, ficticio que se comunica con especies submarinas a través de todo tipo de instrumentos científicos (Acoustic Ocean, 2018). Entonces, la idea de que la naturaleza es inteligente y comunicativa y que los pueblos indígenas de todo el mundo aún tienen acceso a este conocimiento, que está a punto de desaparecer, es algo con lo que he trabajado durante algún tiempo. Forest Mind es una continuación de este interés. Va más allá y más profundo, permitiéndome ser parte de él.
¿Para usted y su vida profesional qué significa Colombia?
Nunca había pasado tantos años trabajando en torno a un complejo de preguntas en un lugar en particular. Fue gracias al apoyo y la ayuda en navegación de María Belén que pude seguir adelante. Colombia es un lugar donde está en juego la supervivencia de las selvas amazónicas, un lugar de violencia y represión para los indígenas que todavía habitan el sur. No soy una turista disfrutando de las playas. A menudo volvía de mis viajes perturbada y exhausta. Pero Colombia es importante por su biodiversidad y su diversidad cultural y epistémica y por lo tanto uno de los mejores lugares para desarrollar un trabajo de este tipo. Aprecio la amistad que pude forjar en estos años con personas afectuosas e inspiradoras que están trabajando por un futuro más inclusivo.
Usted cómo se describe: ¿cómo una artista ecologista, una video-ensayista o una video-artista?
Todas estas definiciones son correctas. Soy videoartista pero también escribo. Probablemente conozcas la monografía en línea que pude hacer con Belén, Becoming Earth, sobre mis trabajos de video ecológicos. Mi introducción On the Poetics and Politics of Worlding es una buena explicación de lo que hago.
¿Cree que el miedo, una emoción que también está inscrita en el holograma universal, puede ser un mecanismo de resistencia del humano para acercarse a este conocimiento?
Espero que a la audiencia se le ocurran todo tipo de pensamientos interesantes como este que no puedo anticipar. No sé cómo funciona exactamente el universo, por supuesto. Lo que sugieres es cierto a nivel psicológico. El miedo empaña nuestra visión de casi cualquier cosa. Pero tenemos que alejarnos de la “resistencia” como estrategia política, no ayuda. Hernando Chindoy también dice en una de las entrevistas que la resistencia nos ciega al necesario tejido y trabajo en red entre diferentes grupos y comunidades a través de la división. El proyecto no trata de crear más diferencias, sino de comprender las similitudes y tejer interconexiones.
¿Cómo sugiere que los individuos que habitamos la zona ordinaria y el conocimiento impuesto, debemos vencer la resistencia a ese mundo impredecible de sabiduría implícita, de la naturaleza y la comunidad inga?
Te refieres a un pasaje del video que habla sobre cómo percibimos la realidad y, por lo tanto, cómo creamos nuestra realidad. Todo lo que vemos, escuchamos o sentimos primero pasa por un filtro, el imaginario colectivo, para verificar o confirmar su significado. El imaginario colectivo es como un consenso social del significado de lo que percibimos. Veo esto como mi principal campo de intervención como artista. Todos vivimos en parte en esta realidad y en parte en algún otro espacio imaginario mental menos acotado que no sigue las leyes físicas y racionales. El yagé puede llevarte allí de una manera maravillosa, pero Netflix también lo hace hasta cierto punto. La diferencia es que el yagé desencadena una especie de proceso psicoanalítico, confrontándote con tus propios temas, fortalece el sentido de comunidad y cohesión social y acrecienta el amor y compromiso con el territorio. Hay una dimensión ética del yagé a la que se accede en las ceremonias y que se queda contigo por mucho tiempo. Es una psicoactivación incomparable. No conozco ningún otro medio que tenga este tipo de efecto.
¿Cuáles son los canales adecuados para compartir y experimentar estos conocimientos? ¿Cree que las plataformas tecnológicas de consumo masivo, como Netflix u otros, son una buena vía para compartir estos tipos de conocimientos?
Creo que siempre es una experiencia individual. En el cine sólo se puede hablar de ello, pero la experiencia es individual. Necesita un esfuerzo psíquico y desencadena un proceso. No estoy tratando de promocionar al yagé como una cura para todos. Solo estoy tratando de traer nuevas opciones a la comprensión de lo que es.
¿Considera que la gran acogida que están teniendo los documentales sobre medicinas naturales, hongos y otros, y sus aplicaciones en tratamientos médicos, puede deberse a una apertura sensible y recíproca de una nueva generación humana?
De hecho, ese es un gran punto. Creo que el yagé o un proyecto como la universidad indígena se benefician de las grandes tendencias. Uno es un movimiento ecológico donde la relación con la selva ha adquirido dimensiones globales en esta generación, no solo en términos de reducción de la contaminación sino en términos de cambio climático y supervivencia planetaria. El otro es una expansión creciente de ofertas y prácticas espirituales, una tendencia hacia la salud, el yoga, la atención plena, el despertar y la evolución. La convergencia de los dos movimientos conforman una población mundial considerable en este momento. Creo que mi enfoque habla de este momento en el tiempo.
Si el verdadero conocimiento surge del encuentro entre la tierra, la selva y los demás seres vivos, y este conocimiento es un escalón necesario para la supervivencia, ¿qué papel debe jugar la tecnología para su desarrollo?
Esa es una pregunta legítima. El Pueblo Inga, como muchas comunidades indígenas, utiliza tecnología, teléfonos inteligentes, automóviles, computadoras. La idea es no dejar de lado la tecnología. En Forest Mind estoy usando las tecnologías de imagen más avanzadas para computar secuencias de ADN de la selva tropical. Llevar la alta tecnología a la lectura con la ciencia indígena los pone a la altura de los ojos. La universidad sin duda también proporcionará conocimientos informáticos.
¿Cómo manejar entonces las nuevas formas de relacionamiento humano, en mundos virtuales que invaden la internet, donde los individuos se definen en plataformas no reales, totalmente alejadas del bosque y la naturaleza?
Soy consciente de que una gran cantidad de jóvenes viven en ambientes urbanos, alejados del bosque. Veo esto en la interacción con los estudiantes. Están bastante alejados del mundo natural. No tengo recetas para todo, estoy haciendo una propuesta filosófica basada en lo que siento que debe ser un aporte importante en este momento. La educación es inmensamente importante para que los jóvenes puedan aprender cosas que ayuden a que la vida prospere y no muera, se destruya y/o contamine. Nuestras universidades atienden demasiado a la mente lucrativa industrial y no lo suficiente a las humanidades que nos enseñan la historia y la cultura del pensamiento para que podamos posicionarnos dentro de ellas. Se trata de la emancipación de la mente.
Algunas personas hablan de extractivismo cuando personas foráneas hacen arte con indígenas…
Creo que una práctica extractivista es si vas a una comunidad indígena y tomas sus cosas y corres. Cuando te comprometes a colaborar en sus proyectos, cuando facilitas reuniones, cuando las entrevistas a los ancianos Inga son realizadas por los mismos Inga, cuando entregas todos los materiales audiovisuales, videos y fotos a la comunidad Inga para su propio uso y el futuro archivo de la universidad y los invitas a las exposiciones, como hice yo para la inauguración de la Bienal de Estambul en septiembre, pues entonces no se puede hablar de una práctica extractivista. Hablas de una relación de colaboración donde las personas aportan lo que mejor saben.
“Ursula nos acerca a una de las grandes fuerzas y presencias que tiene el planeta”
En 2017, la gestora cultural María Belén Sáez de Ibarra contactó a la artista ecológica suiza Ursula Biemann, cuyo trabajo se caracteriza por la investigación en lugares remotos y el estudio de problemáticas sociales, filosóficas y científicas, que desarrolla en videos y acciones artísticas, estéticas y poéticas. Su propuesta buscaba la realización de una obra sobre el conocimiento de las medicinas ancestrales y los saberes de las comunidades indígenas. En el verano de 2018 realizaron el viaje de reconocimiento por los territorios ubicados en Nariño, Putumayo, Cauca y Caquetá, con la autorización y el acompañamiento de líderes indígenas. Cuatro años después, Sáez de Ibarra, directora de Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional y curadora de Forest Mind, explica la trascendencia de la instalación enmarcada en el programa “Selva Cosmopolítica”: “Forest Mind se conecta con la absoluta formación que tiene Ursula Biemann en temas de modernidad y en la transición de una mirada que reconoce la inteligencia de la vida. Ella pasa de la colonialidad sobre la vida, los territorios y la selva, a una fisura que se genera para reconocer al bosque, con sus entidades visibles e invisibles y su inmensa inteligencia en una red hiperconectada, como una de las grandes fuerzas y presencias que tiene el planeta. Su mirada pretende otorgar una justicia epistémica, tanto a las comunidades que han habitado la selva por milenios y han consumido y estudiado sus plantas sagradas, como a la propia selva; reconociéndoles su conocimiento, su historia, su personalidad y su capacidad de generar transformación, futuro, organización, readaptación, recodificación genética y otras capacidades mega inteligentes. Un conocimiento más allá de lo humano”.
Inauguración con autoridades del pueblo Inga, en pro de universidad indígena
A la inauguración de Forest Mind, con entrada libre en el Claustro de San Agustín -miércoles 9 de noviembre, Carrera 8 No. 7-21, 6 p. m.- asistirán líderes del pueblo inga, quienes colaboraron en todos los proyectos con Ursula Biemann: los taitas Carlos Porfirio Jacanamejoy, Luciano Mutumbajoy y Arcángel Muchachasoy; la gobernadora Maria Agripina Garreta, además de Waira Jacanamijoy, Mariela Pujimuy, Liliana Armero, Hernando Chindoy, Ana Cristina Rodríguez, Pedro Luis Jajoy, María Rubiela Mojomboy, Norelly Arteaga, Irma Alicia Mojomboy, María Flora Macas, Freider Jaime Legarda, Juan Carlos Jamioy, Santiago Del Hierro Kennedy, Carlino Muchavisoy, Álvaro Hernández, Serafín Jajoy, Yeni Yolanda Jacanamejoy y Libia Stella Guamanga. Esta producción artística se complementa con la plataforma multimedia online Devenir Universidad, que recoge reflexiones de Biemann surgidas durante su apoyo a la comunidad para la concepción del proyecto de una universidad indígena en el territorio inga.