“La búsqueda del arte está en el arte mismo”: Elevn
Aunque es conocido por “freestalear”, también es productor musical y toca instrumentos como el piano y la guitarra.
Danelys Vega Cardozo
Empezó a competir en las batallas de Red Bull en el 2013, ¿cómo recuerda esa experiencia?
Muy bonita, porque en esa época yo llevaba un año participando en competencias, y cuando uno arranca uno tiene, digamos, mucha hambre, muchas ganas, entonces recuerdo eso: que tenía muchas ganas, energía, quería comerme como cualquier competencia que tuviera en frente. Era muy inmaduro en otros aspectos como artista, entonces había cosas en ese tiempo que yo decía: “Uy, no, no me gusta”, de pronto no me sentía tan bien, pero con lo que más me quedo es con esa sensación de hambre y de querer ganar todo cuando uno arranca.
En esa ocasión llegó a semifinales, pero perdió, ¿esa derrota le dejó alguna enseñanza?
Yo creo que no aprendí mucho hasta el año 2014 que fui a Medellín. Esa vez sí perdí en octavos de finales, en la primera ronda, y fue un golpe más fuerte, y ahí sí aprendí que tenía que entrenar o retirarme del freestyle o dedicarme a hacer otra cosa o mirar qué iba a hacer, y duré más o menos dos o tres años en esa búsqueda de reconstruir todo mi proyecto y volver al freestyle.
En el 2019 también se apartó de las batallas, ¿por qué?
Porque el 2018 fue muy duro para mí. Siempre he vivido con mucha pasión el freestyle y siempre he tenido altas expectativas sobre lo qué puedo hacer, pues esas cosas van cambiando con el tiempo, pero, digamos, que en esas ediciones tenía muchas expectativas de lo qué iba a hacer y siempre iba con la meta de ganar, y a veces plantearlo de esa manera si no ganaba, me sentía muy mal. (…) Yo gané en el 2017 y en el 2018 me dio muy fuerte no haber ganado, me sentí muy mal, además porque sentía que ese año en el freestyle pasaron muchas cosas grandes, se viralizó mucho, la final de Argentina fue la final que más público ha tenido, que más gente ha visto, y para mí fue muy duro perderme de eso, entonces decidí que era mejor aportar desde otro lado.
Dice que le da duro perder, ¿por qué cree que sucede eso?
Porque en mi mente siento que puedo ganar cualquier batalla y normalmente siento que cuando pierdo es porque algo me faltó o algo no hice. Yo creo mucho que en el escenario puede pasar cualquier cosa y que hay millones de soluciones para salirse de cualquier situación en el escenario, entonces yo creo que de verdad la llave o el poder de cambiar la batalla lo tiene uno, sin importar lo que pase en frente o que rival tiene uno. Entonces, entreno mucho mis batallas, pienso en qué situaciones puedo tener, desde dónde hablo, mejor dicho, es una construcción cuidada de todo lo que hago en tarima, y pues claro, cuando pierdo se me cae todo el plan y digo: “Es mi culpa”. Siempre que pierda para mí va a hacer mi culpa, por eso me afecta tanto porque entreno para tener el control de la situación.
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Pero no siempre se puede ganar…
Claro, no siempre se puede, pero uno con el tiempo va aprendiendo eso. Pero al ser competitivos, digamos, que estamos en la obligación de ganar, de ser campeones, de ganar nuestras batallas. Y es como la convicción deportiva que tengo, y la competitividad, de la que te hablaba, que también me motiva mucho a batallar. Definitivamente mi momento favorito de la batalla es cuando gano, y a veces pierdo y me divierto y demás, pero lo que realmente disfruto y me llena es ganar las batallas.
¿Qué le aporta, a nivel personal, ganar?
Ganar, a veces, cuando estoy bien enfocado en las cosas qué quiero decir, cómo las quiero decir, y gano siendo esa persona que yo quiero ser, —porque también las construcciones de personaje que hacemos en la tarima, por lo menos como yo la hago, es que soy como quisiera ser, parto desde lo que soy, pero lo exalto a tal punto que se vuelve gigante, como mi esencia—, me hace confiar más en mí, en lo que soy y me ayuda a asumir retos grandes.
En el 2020 ganó por segunda vez la Red Bull Batalla de los Gallos Colombia convirtiéndose así en bicampeón, ¿qué significó esto para usted?
Para mí ganar la segunda Red Bull fue como reiterar mi condición como freestyler, volver a ponerme en un mapa donde no compito mucho, asegurar mi puesto en la FMS, y también, a un nivel más artístico, es que esa vez yo estaba volviendo a estudiar música y ya mi pensamiento era diferente, mi manera de abordar el freestyle era diferente, lo hacía más desde el sentimiento no tanto desde el ataque, lo hacía más desde divertirme, el estar jugando, entonces probé otro punto para mí: se podría ganar, pero se podría ganar bien, porque la primera vez que gané la Red Bull no me sentía cómodo con el discurso de mi personaje, con los argumentos…
Tal vez no era usted…
Sí, de pronto no era esa exaltación de lo que yo soy y de lo que quiero llegar a ser, de pronto era lo que toca hacer para sobrevivir: tengo que hace esto para ganar y listo, pero a veces es bonito decir qué quiero ser yo y cumplir esas metas, eso lo logré en el 2020 y fue muy bonito en ese sentido.
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Este año no envió audición a Red Bull, ¿por qué?
Porque este año tengo la oportunidad de participar en FMS en jornadas frecuentes, digamos que planteé mis objetivos más hacia esa competición. También siento que Red Bull Batallas es una plataforma para encontrar talentos, para resaltar gente nueva, puede entrar cualquier persona que envíe su video, puede llegar a pisar Red Bull Batallas, entonces es una oportunidad muy bonita que, a veces, figuras como yo al tomarla está quitándole la oportunidad a otra persona que pueda llegar allá y mostrar su talento en una plataforma en donde nosotros ya hemos estado.
Su madre es gestora cultural, ¿cómo ha influido esto en su vida y en su carrera artística?
Creo que nos hemos aportado los dos. En mi caso, tengo un pensamiento del arte más maduro gracias a ella, sé que son muchos sectores desde los que se aporta, que el arte no es solamente ir, que la gente lo reconozca a uno, viajar por el mundo, esas cosas que la gente asume por ejemplo con la carrera de los artistas musicales, sino que el arte puede ser una herramienta de transformación que uno lleva a un barrio, a una comunidad y puede cambiarle la vida a alguien sin necesidad de que esta sea artista, esa persona puede tomar 20 clases de arte en un año y eso ya es suficiente para cambiar como persona, para entender la sociedad de otra manera, es una herramienta de transformación bastante fuerte. Entonces, ella me ha aportado a mí eso, que puedo ver el arte de otra manera, desde una mirada más madura, con artistas que de pronto no son los más famosos del mundo, pero cuando uno ve lo que hacen, entonces simplemente uno entiende que a nivel artístico son superiores, que ahí es donde está la búsqueda del arte: la búsqueda del arte está en el arte mismo.
¿Cómo cree que el arte lo ha transformado?
Lo que más me ha aportado es que cuando entré a batallar por primera vez quería ganar, ganar y ganar, y aunque hoy en día sigue siendo mi objetivo principal ser competitivo, igual he aprendido que es una construcción en equipo. El arte, al menos que estés solo haciendo una obra tuya, interpretándola tú y haciéndola tú, en la mayoría de los contextos es colectivo, y así sea en una batalla en donde esté improvisando, estoy improvisando con otra propuesta artística, y eso me ha enseñado también a ser mucho más empático con el mundo. Cuando empecé tenía el pensamiento de: “soy yo, voy a ganar”, pero luego aprendí que el mundo es una red y todos hacemos parte de él.
Estuvo a punto de no ser freestyler, sino ingeniero de petróleos...
Eso fue apenas salí del colegio, porque mi enfoque había sido en matemáticas. Si algo se me había facilitado en mi vida escolar era eso: hacer operaciones, a mí me iba muy bien. (…) Hice mis exámenes para estudiar ingeniería de petróleos, pasé, pero cuando ya iba a entrar sentí una inseguridad toda rara, no me sentía listo para ingresar a la universidad, le dije a mi mamá que pausara, y me fui a vivir con mi papá, mi papá vive en Ecuador, y así terminó mi carrera como ingeniero de petróleos. Pero siento que si hubiese decidido ser ingeniero de petróleos estaría feliz siéndolo porque más allá de la decisión, siento que es la confianza con la que lo afrontas, y desde ahí en adelante es cómo sigues avanzando en esa decisión que tomaste.
Vivió en Ecuador durante dos años, ¿por qué regresó a Colombia?
Por problemas personales realmente. Hay situaciones en la vida que no tiene un por qué más allá de un problema y esta es una de ellas. Tuve problemas económicos, familiares, con mi documentación, yo no estaba del todo bien allá, entonces como que llegué a un punto en donde todo se quebró, me sentía mal, ya estaba muy infeliz, ya estaban todos los problemas como dándome muy fuerte y decidí volver a la casa de mi mamá…Fue más como el desespero, entonces volví a mi casa, a la tranquilidad, a la comodidad, pero obviamente esas situaciones lo retan a uno mucho a resolver problemas, yo creo que uno también se hace acorde a los problemas que a uno le tocan en la vida y cómo los resuelva.
Se podría decir que a pesar de todo esa experiencia fue enriquecedora…
Sí, total. De los momentos que más me han cambiado la vida fue pasar por todo eso. Para poder salir adelante en esa situación, yo me llenaba de motivos, de cosas buenas, que cuando desaparecieron las situaciones difíciles, igual se quedaron.
Su nombre es Bassil Giuseppe, ¿Elevn y Bassil son dos personas distintas?
Yo trato de que no y esas es una de mis luchas más fuertes, unos de mis statement en el arte, y es que uno debería ser una expresión de lo que uno ya es, porque siempre está el debate, de grandes figuras artísticas que son increíbles, talentos, pero uno ve su vida personal y resulta que tienen cosas terribles, cosas que la sociedad normalmente castigaría, pero que se hacen la de las “gafas” por su grandeza artística.
Usted toca el piano…
Sí. Lo que pasa es que en la formación musical el piano es el instrumento guía, el instrumento acompañante en toda tu carrera musical, porque es el instrumento en donde puedes ver la música más fácil, interpretarla más fácil, desde ahí compongo…También toco la guitarra, la guitarra para mí es más fácil, pero el piano, digamos, para mí, tiene como una búsqueda más consciente de la música.
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Hablemos sobre las personas que admira...
He admirado a profesores de mis carreras. Por ejemplo, tuve un profesor de guitarra que se llama Luis Fernando Cardona, lo conocí en la Universidad Sergio Arboleda, a él lo admiro mucho, admiro mucho su pensamiento sobre la música, sobre la forma en que nos expresaba sus ideas, era de esas personas que le decían a uno: “Sí, ustedes quieren ser músicos y eruditos, pero no pierdan la oportunidad de escuchar la música que tienen a su alrededor y encontrar lo bonito en las cosas simples”, como que no nos volviéramos músicos creídos ni exigentes, ni que desprestigiáramos a los demás. Esto está muy cursi, pero admiro mucho a mi abuelo. Mi abuelo fue como mi figura paterna porque mi papá siempre viajó mucho, y mi abuelo siempre me ha enseñado a afrontar las situaciones de decepción como con nobleza, con amor, como que la gente se equivoca normalmente no es porque quiera ser mala, sino de pronto por ignorancia, porque algo está fallando, porque algo se perdió por ahí, entonces siempre hay que entender esas situaciones y esas ofensas de la gente.
¿Se ha sentido estancado en el freestyle?
Sí, en algunos momentos, pero es un tema de paciencia, porque siempre cuando pasa el tiempo digo: “Ah, no, no estaba estancado, simplemente los resultados no se daban”, y aunque el freestyle es un arte, tiene ese componente deportivo que nos invita todo el tiempo a que hay que rendir, hay que ganar, pero uno puede hacer cosas divinas, pero a veces si no son efectivas como que no avanzas, es una dualidad constante en las batallas de freestyle y dependiendo de dónde uno tenga el punto de vista le puede afectar a uno o aportarle. Entonces, he tenido muchas veces el punto de vista o la perspectiva muy puesta en los resultados y pues he sentido que no he avanzado, pero ya cuando pasa el tiempo, me doy cuenta de que en calidad técnica y artística he avanzado un montón, y los resultados vuelven y llegan cuando uno tiene la mentalidad correcta.
Es un tema también de paciencia, como dice...
Así es. A veces a uno se le sale también de control que hay otras personas que están trabajando, a veces uno cree que es el único que está entrenando, y uno llega y no se dan las cosas, y uno desconoce que tal vez esas personas entrenaron más que uno. (…) Igual, aunque he estado estancado siempre he querido seguir adelante y volver a intentarlo.
Empezó a competir en las batallas de Red Bull en el 2013, ¿cómo recuerda esa experiencia?
Muy bonita, porque en esa época yo llevaba un año participando en competencias, y cuando uno arranca uno tiene, digamos, mucha hambre, muchas ganas, entonces recuerdo eso: que tenía muchas ganas, energía, quería comerme como cualquier competencia que tuviera en frente. Era muy inmaduro en otros aspectos como artista, entonces había cosas en ese tiempo que yo decía: “Uy, no, no me gusta”, de pronto no me sentía tan bien, pero con lo que más me quedo es con esa sensación de hambre y de querer ganar todo cuando uno arranca.
En esa ocasión llegó a semifinales, pero perdió, ¿esa derrota le dejó alguna enseñanza?
Yo creo que no aprendí mucho hasta el año 2014 que fui a Medellín. Esa vez sí perdí en octavos de finales, en la primera ronda, y fue un golpe más fuerte, y ahí sí aprendí que tenía que entrenar o retirarme del freestyle o dedicarme a hacer otra cosa o mirar qué iba a hacer, y duré más o menos dos o tres años en esa búsqueda de reconstruir todo mi proyecto y volver al freestyle.
En el 2019 también se apartó de las batallas, ¿por qué?
Porque el 2018 fue muy duro para mí. Siempre he vivido con mucha pasión el freestyle y siempre he tenido altas expectativas sobre lo qué puedo hacer, pues esas cosas van cambiando con el tiempo, pero, digamos, que en esas ediciones tenía muchas expectativas de lo qué iba a hacer y siempre iba con la meta de ganar, y a veces plantearlo de esa manera si no ganaba, me sentía muy mal. (…) Yo gané en el 2017 y en el 2018 me dio muy fuerte no haber ganado, me sentí muy mal, además porque sentía que ese año en el freestyle pasaron muchas cosas grandes, se viralizó mucho, la final de Argentina fue la final que más público ha tenido, que más gente ha visto, y para mí fue muy duro perderme de eso, entonces decidí que era mejor aportar desde otro lado.
Dice que le da duro perder, ¿por qué cree que sucede eso?
Porque en mi mente siento que puedo ganar cualquier batalla y normalmente siento que cuando pierdo es porque algo me faltó o algo no hice. Yo creo mucho que en el escenario puede pasar cualquier cosa y que hay millones de soluciones para salirse de cualquier situación en el escenario, entonces yo creo que de verdad la llave o el poder de cambiar la batalla lo tiene uno, sin importar lo que pase en frente o que rival tiene uno. Entonces, entreno mucho mis batallas, pienso en qué situaciones puedo tener, desde dónde hablo, mejor dicho, es una construcción cuidada de todo lo que hago en tarima, y pues claro, cuando pierdo se me cae todo el plan y digo: “Es mi culpa”. Siempre que pierda para mí va a hacer mi culpa, por eso me afecta tanto porque entreno para tener el control de la situación.
Le invitamos a leer: La mujer detrás de la cera, Marie Tussaud
Pero no siempre se puede ganar…
Claro, no siempre se puede, pero uno con el tiempo va aprendiendo eso. Pero al ser competitivos, digamos, que estamos en la obligación de ganar, de ser campeones, de ganar nuestras batallas. Y es como la convicción deportiva que tengo, y la competitividad, de la que te hablaba, que también me motiva mucho a batallar. Definitivamente mi momento favorito de la batalla es cuando gano, y a veces pierdo y me divierto y demás, pero lo que realmente disfruto y me llena es ganar las batallas.
¿Qué le aporta, a nivel personal, ganar?
Ganar, a veces, cuando estoy bien enfocado en las cosas qué quiero decir, cómo las quiero decir, y gano siendo esa persona que yo quiero ser, —porque también las construcciones de personaje que hacemos en la tarima, por lo menos como yo la hago, es que soy como quisiera ser, parto desde lo que soy, pero lo exalto a tal punto que se vuelve gigante, como mi esencia—, me hace confiar más en mí, en lo que soy y me ayuda a asumir retos grandes.
En el 2020 ganó por segunda vez la Red Bull Batalla de los Gallos Colombia convirtiéndose así en bicampeón, ¿qué significó esto para usted?
Para mí ganar la segunda Red Bull fue como reiterar mi condición como freestyler, volver a ponerme en un mapa donde no compito mucho, asegurar mi puesto en la FMS, y también, a un nivel más artístico, es que esa vez yo estaba volviendo a estudiar música y ya mi pensamiento era diferente, mi manera de abordar el freestyle era diferente, lo hacía más desde el sentimiento no tanto desde el ataque, lo hacía más desde divertirme, el estar jugando, entonces probé otro punto para mí: se podría ganar, pero se podría ganar bien, porque la primera vez que gané la Red Bull no me sentía cómodo con el discurso de mi personaje, con los argumentos…
Tal vez no era usted…
Sí, de pronto no era esa exaltación de lo que yo soy y de lo que quiero llegar a ser, de pronto era lo que toca hacer para sobrevivir: tengo que hace esto para ganar y listo, pero a veces es bonito decir qué quiero ser yo y cumplir esas metas, eso lo logré en el 2020 y fue muy bonito en ese sentido.
Le recomendamos leer: “La mejor forma de vencer el miedo es avanzar”: Jhon Alexander Piñeros
Este año no envió audición a Red Bull, ¿por qué?
Porque este año tengo la oportunidad de participar en FMS en jornadas frecuentes, digamos que planteé mis objetivos más hacia esa competición. También siento que Red Bull Batallas es una plataforma para encontrar talentos, para resaltar gente nueva, puede entrar cualquier persona que envíe su video, puede llegar a pisar Red Bull Batallas, entonces es una oportunidad muy bonita que, a veces, figuras como yo al tomarla está quitándole la oportunidad a otra persona que pueda llegar allá y mostrar su talento en una plataforma en donde nosotros ya hemos estado.
Su madre es gestora cultural, ¿cómo ha influido esto en su vida y en su carrera artística?
Creo que nos hemos aportado los dos. En mi caso, tengo un pensamiento del arte más maduro gracias a ella, sé que son muchos sectores desde los que se aporta, que el arte no es solamente ir, que la gente lo reconozca a uno, viajar por el mundo, esas cosas que la gente asume por ejemplo con la carrera de los artistas musicales, sino que el arte puede ser una herramienta de transformación que uno lleva a un barrio, a una comunidad y puede cambiarle la vida a alguien sin necesidad de que esta sea artista, esa persona puede tomar 20 clases de arte en un año y eso ya es suficiente para cambiar como persona, para entender la sociedad de otra manera, es una herramienta de transformación bastante fuerte. Entonces, ella me ha aportado a mí eso, que puedo ver el arte de otra manera, desde una mirada más madura, con artistas que de pronto no son los más famosos del mundo, pero cuando uno ve lo que hacen, entonces simplemente uno entiende que a nivel artístico son superiores, que ahí es donde está la búsqueda del arte: la búsqueda del arte está en el arte mismo.
¿Cómo cree que el arte lo ha transformado?
Lo que más me ha aportado es que cuando entré a batallar por primera vez quería ganar, ganar y ganar, y aunque hoy en día sigue siendo mi objetivo principal ser competitivo, igual he aprendido que es una construcción en equipo. El arte, al menos que estés solo haciendo una obra tuya, interpretándola tú y haciéndola tú, en la mayoría de los contextos es colectivo, y así sea en una batalla en donde esté improvisando, estoy improvisando con otra propuesta artística, y eso me ha enseñado también a ser mucho más empático con el mundo. Cuando empecé tenía el pensamiento de: “soy yo, voy a ganar”, pero luego aprendí que el mundo es una red y todos hacemos parte de él.
Estuvo a punto de no ser freestyler, sino ingeniero de petróleos...
Eso fue apenas salí del colegio, porque mi enfoque había sido en matemáticas. Si algo se me había facilitado en mi vida escolar era eso: hacer operaciones, a mí me iba muy bien. (…) Hice mis exámenes para estudiar ingeniería de petróleos, pasé, pero cuando ya iba a entrar sentí una inseguridad toda rara, no me sentía listo para ingresar a la universidad, le dije a mi mamá que pausara, y me fui a vivir con mi papá, mi papá vive en Ecuador, y así terminó mi carrera como ingeniero de petróleos. Pero siento que si hubiese decidido ser ingeniero de petróleos estaría feliz siéndolo porque más allá de la decisión, siento que es la confianza con la que lo afrontas, y desde ahí en adelante es cómo sigues avanzando en esa decisión que tomaste.
Vivió en Ecuador durante dos años, ¿por qué regresó a Colombia?
Por problemas personales realmente. Hay situaciones en la vida que no tiene un por qué más allá de un problema y esta es una de ellas. Tuve problemas económicos, familiares, con mi documentación, yo no estaba del todo bien allá, entonces como que llegué a un punto en donde todo se quebró, me sentía mal, ya estaba muy infeliz, ya estaban todos los problemas como dándome muy fuerte y decidí volver a la casa de mi mamá…Fue más como el desespero, entonces volví a mi casa, a la tranquilidad, a la comodidad, pero obviamente esas situaciones lo retan a uno mucho a resolver problemas, yo creo que uno también se hace acorde a los problemas que a uno le tocan en la vida y cómo los resuelva.
Se podría decir que a pesar de todo esa experiencia fue enriquecedora…
Sí, total. De los momentos que más me han cambiado la vida fue pasar por todo eso. Para poder salir adelante en esa situación, yo me llenaba de motivos, de cosas buenas, que cuando desaparecieron las situaciones difíciles, igual se quedaron.
Su nombre es Bassil Giuseppe, ¿Elevn y Bassil son dos personas distintas?
Yo trato de que no y esas es una de mis luchas más fuertes, unos de mis statement en el arte, y es que uno debería ser una expresión de lo que uno ya es, porque siempre está el debate, de grandes figuras artísticas que son increíbles, talentos, pero uno ve su vida personal y resulta que tienen cosas terribles, cosas que la sociedad normalmente castigaría, pero que se hacen la de las “gafas” por su grandeza artística.
Usted toca el piano…
Sí. Lo que pasa es que en la formación musical el piano es el instrumento guía, el instrumento acompañante en toda tu carrera musical, porque es el instrumento en donde puedes ver la música más fácil, interpretarla más fácil, desde ahí compongo…También toco la guitarra, la guitarra para mí es más fácil, pero el piano, digamos, para mí, tiene como una búsqueda más consciente de la música.
Le invitamos a leer: El Salón Nacional de Artistas se realizará en Neiva
Hablemos sobre las personas que admira...
He admirado a profesores de mis carreras. Por ejemplo, tuve un profesor de guitarra que se llama Luis Fernando Cardona, lo conocí en la Universidad Sergio Arboleda, a él lo admiro mucho, admiro mucho su pensamiento sobre la música, sobre la forma en que nos expresaba sus ideas, era de esas personas que le decían a uno: “Sí, ustedes quieren ser músicos y eruditos, pero no pierdan la oportunidad de escuchar la música que tienen a su alrededor y encontrar lo bonito en las cosas simples”, como que no nos volviéramos músicos creídos ni exigentes, ni que desprestigiáramos a los demás. Esto está muy cursi, pero admiro mucho a mi abuelo. Mi abuelo fue como mi figura paterna porque mi papá siempre viajó mucho, y mi abuelo siempre me ha enseñado a afrontar las situaciones de decepción como con nobleza, con amor, como que la gente se equivoca normalmente no es porque quiera ser mala, sino de pronto por ignorancia, porque algo está fallando, porque algo se perdió por ahí, entonces siempre hay que entender esas situaciones y esas ofensas de la gente.
¿Se ha sentido estancado en el freestyle?
Sí, en algunos momentos, pero es un tema de paciencia, porque siempre cuando pasa el tiempo digo: “Ah, no, no estaba estancado, simplemente los resultados no se daban”, y aunque el freestyle es un arte, tiene ese componente deportivo que nos invita todo el tiempo a que hay que rendir, hay que ganar, pero uno puede hacer cosas divinas, pero a veces si no son efectivas como que no avanzas, es una dualidad constante en las batallas de freestyle y dependiendo de dónde uno tenga el punto de vista le puede afectar a uno o aportarle. Entonces, he tenido muchas veces el punto de vista o la perspectiva muy puesta en los resultados y pues he sentido que no he avanzado, pero ya cuando pasa el tiempo, me doy cuenta de que en calidad técnica y artística he avanzado un montón, y los resultados vuelven y llegan cuando uno tiene la mentalidad correcta.
Es un tema también de paciencia, como dice...
Así es. A veces a uno se le sale también de control que hay otras personas que están trabajando, a veces uno cree que es el único que está entrenando, y uno llega y no se dan las cosas, y uno desconoce que tal vez esas personas entrenaron más que uno. (…) Igual, aunque he estado estancado siempre he querido seguir adelante y volver a intentarlo.