“La cámara es como un aparato mágico que nos permite meternos en la cabeza de la gente”
Juan Moore ha trabajado con marcas como Dior, Chanel y Louis Vuitton, entre otras. El pasado 4 de junio participó como conferencista en el Premio Mario Hernández 2022.
Danelys Vega Cardozo
¿Cuál fue su primer acercamiento con la fotografía?
Yo estaba yéndome a vivir a Washington con mis papás y llegué tarde a escoger materias en el colegio en donde iba a estudiar, entonces me dijeron: “Juan, como llegaste tarde toca que la electivas sean clase de teatro y de fotografía”, entonces yo pensé: “ni lo uno, ni lo otro”. Empecé teatro y me fue pésimo, por supuesto, y después llegué a clase de fotos, no tenía expectativas de nada, pero me sentí afortunado de entender cómo es el proceso análogo de un cuarto oscuro, de haber revelado un rollo, de haber hecho todo a ciegas.
¿Y por qué se encaminó hacia la fotografía de moda?
Desde que era niño siempre quise ser diseñador de moda. Y, literalmente, con mis papás siempre íbamos a las reuniones de sus amigos y ellos decían: “¿Juan va a ser policía?”, y si no era yo, eran mis padres quienes decían: “No, él quiere ser diseñador de moda”. Era muy loco, porque en ese momento el contexto que tenía un niño sobre ser un diseñador de moda hombre era raro, pero mis papás nunca pusieron una barrera. Yo desde niño siempre hice figurines, hasta que, un poco más grande, me di cuenta de que diseñar no solo era eso, sino que tocaba patronar cosas, coser, etc., entonces dije: “Uy, no, yo creo que esto no es lo mío”, y entonces cuando estaba tomando un curso de fotografía y tuve la primera sesión de moda fue como encontrar lo mejor de las dos cosas, fue “puedo hacer las dos cosas que siempre me he soñado hacer al mismo tiempo, no lo puedo creer”.
Ha trabajado con marcas como Dior, Chanel, entre otras, ¿qué ha significado esto para usted?
Uno siempre cree que cuando uno hace una producción para ellos, uno siempre va a estar un paso atrás y va a tener unas dinámicas de trabajo gigante, que uno no va a saber cómo hacer, pero me di cuenta de que el nivel que uno tiene acá, y en cuanto a la escuela que uno puede tener acá, es igual o a veces casi igual a lo que tienen ellos allá en sus producciones y demás. No estamos nunca inferior, sino muchas veces al mismo nivel en los temas, eso, por un lado, y por el otro, fue entender que más allá de las condiciones en las que uno esté, uno puede lograr grandes cosas. Yo no tuve que hacer nada que no fuera ser persistente y lograr que la gente me viera, trabajar de más para que eso pasara, no hubo algo más allá de eso.
¿Qué particularidades tiene la fotografía de moda?
Antes de llegar a hacer moda, uno hace de todo. Yo hice desde matrimonios hasta tomé fotos de concierto, fueron de mis primeros trabajos, y si bien fueron cosas muy chéveres, —los matrimonios no fueron lo mío —, pero me di cuenta del valor estético que hay detrás, como uno puede crear a partir de conceptos y de ideas que hacen que ese valor estético se vea mucho más reflejado o se vea más desarrollado, a diferencia, no sé, de una foto documentalista o de una foto de concierto. La foto de moda le agrega ese toque extra en cuanto a la manera de poder crear algo estéticamente y le permite a uno poder jugar con muchos elementos, que todo este siempre en pro de una misma idea, de un mismo fin, de poder, digamos, crear algo bello, y el concepto de belleza es tan amplio que eso lo hace más interesante.
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Como fotógrafo de moda, ¿con qué prejuicios se ha encontrado?
Pensé que iba a ser imposible, que iba a haber mucha competencia y que la gente nunca me iba a tomar en serio…
Pero no fue así… Y el trabajo también da resultados de una u otra forma…
Total. Al final, uno llega a un punto en donde, y yo creo que nos pasa a todos, uno da las cosas por sentado. Tú siempre estás pensando en hoy, y muchas veces a uno se le olvida de dónde viene y las cosas que hizo para llegar ahí. Con mi mamá, siempre hay unas fechas en el año en donde me acuerdo de dónde vengo y cómo empecé.
Y a pesar de esto que cuenta, ¿en algún momento ha perdido el horizonte?
La verdad, si te soy honesto, uno de los miedos que siempre he tenido con el tema es perderme como persona, por los reconocimientos, o que se me olvide de dónde vengo. Creo que cada vez que he tenido la oportunidad de estar como en el spotlight, pues siempre ha sido algo que nunca me esperaba, y siempre eso ha sido un reto interesante: ¿hasta qué punto voy a llegar a que esto me guste o a acostumbrarme a esto, sin que se vuelva un paisaje?
He trabajado con marcas “pequeñas” que me han dicho: “Juan, es que nunca te llamamos porque como tú trabajaste con Dior, qué vas a trabajar con nosotros”, y no, eso es un prejuicio. Para mí lo más importante es poder conectar con las personas; si no, ¿de qué se trata?
¿Cuáles son sus referentes fotográficos y artísticos?
Mi bagaje artístico o visual nunca empezó por mi familia, nunca tuve una referencia de mi familia de nada, y todo lo fui construyendo basado en las cosas que me gustaban, así fueran sencillas o no. A qué me refiero con esto, no tenía que gustarme algo de alguien que me dijera: “No, es que este es el fotógrafo más grande de la historia y yo dijera: ‘¡Guau!, me encanta por eso’, sino que yo podía ver una foto que tú tomaste en Facebook y la subiste hace diez años, y decir: ‘¡Guau!’, sin importar quién haya tomado la foto… En Pinterest yo veo unas cosas que me dan ese deleite estético. Entonces, siempre fui más de dejarme guiar por lo que sentía que por quién había tomado la foto.
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Hablemos de su participación como conferencista en el Premio Mario Hernández 2022…
El reto que me propuse, más allá de todo, fue poder ser un vehículo para que, a través de lo que decidí hacer, me pueda volver como alguien inspiracional para alguien más, ayudarle a alguien a confiar en lo que hace, a confiar en lo que ve, a lanzarse al agua, ir a Fucsia a pedir que le pongan unas fotos… A mí no me gusta mucho hablar de lo que he hecho o de mis logros, siempre me gusta hablarlo desde el tema de lo que me inspira o de lo que puede llegar a inspirar a alguien.
Apartado del discurso del exitoso…
No, es que yo siento que al final eso llega como añadidura. Y hay una cosa que yo siempre he tenido claro: a mí no me gusta ser famoso, yo no tengo en mi vida un logro de ser famoso, prefiero ser reconocido. El reconocimiento siempre va mucho más lento, siempre va a estar ahí el día en que tú logres hacer algo que te reconozcan, eso nunca te lo va a quitar nadie, es algo más pequeño, es más de un grupo de personas que entiendan lo que tú haces.
La cámara es su elemento de trabajo, pero, más allá de eso, ¿qué significa para usted?
Además de que es mi novia, es la herramienta que me permite mostrarle a la gente, literal, lo que está dentro de mi ojo… Fue el único elemento que me permitió mostrarle a la gente lo que tengo en mi cabeza. Muchas veces uno dice: “Te voy a explicar lo que estoy viendo, lo que estoy percibiendo”, y así se lo cuentes con todos lo detalles nunca vas a poder hacer que la persona vea lo que tú ves, y la cámara es realmente lo único que muestra lo que está viendo esa persona. La cámara es como un aparato mágico que nos permite meternos en la cabeza de la gente.
Se podría decir que ha alcanzado grandes logros a nivel profesional, pero, ¿cómo ha sido a nivel personal?
Muchas veces la gente me dice como: “Por qué tú solo trabajas, o por qué esa cámara es tan importante o por qué solo hablas de ese tema”, y yo decía: “es que a partir de eso, no es solo el tema de haber trabajado con las marcas que he trabajado, sino que he logrado tantas cosas personales, que no pensé que me iban a pasar por una cámara, como los amigos que tengo, la reacción de mi familia por mis logros, mis parejas, como que todo siempre está relacionado o siempre llega al mismo fin: tomar fotos”. Por eso, nunca puedo verlo como un negocio o como algo que me lleve a la fama, es algo muy personal y se volvió como una extensión de mí.
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¿Piensa que le hace falta lograr algo?
Por supuesto. Por no frustrarme, por no generar ansiedad, nunca tengo planes a largo plazo, pero sí tengo logros específicos de cosas que quiero hacer. Ahorita tengo una meta y es que quiero tomarle fotos a Rosalía cuando venga.
¿Por qué?
No tanto por lo que podría llegar a pasar, sino porque es un reto. Una de las cosas que más me ha gustado de mi trabajo, y siempre le digo a la gente, es que a mí me gustan mucho los retos, no porque sea competitivo, sino porque retarse te obliga a hacer algo, te empuja a decir: “Hoy vas a hacer esto o qué vas a hacer hoy para llegar al reto”.
¿Alguna vez se ha sentido frustrado por no alcanzar algo que se ha propuesto?
Una vez entendí con una amiga, que conocí hace mucho tiempo, que ella me decía como: “Amo todo lo que haces, amo la estética que le pones a todo, cómo haces las cosas, pero te entiendo, tú eres un esclavo de la perfección, ¿verdad? Yo quedé como: “¿Qué?, pero luego le dije: “Tienes toda la razón”. Y una de las cosas que me frustran a mí es perder el control de las cosas y quedarle mal a la gente. Además, porque yo creo que ese es uno de mis talones de Aquiles: no entregar una foto a tiempo, no lograr que el cliente se sienta satisfecho con las fotos que estamos haciendo. Cuando no se cumple el objetivo, me frustro y me doy muy duro cuando las cosas no salen como yo quiero que salgan, pero también ha sido un trabajo de decir: “no te tiene que salir bien siempre, eso no va a dañar tu vida para siempre”. Entonces, yo creo que a veces eso es lo que más me da duro: no cumplir con las expectativas de una vara que yo mismo me he puesto o que la gente me ha puesto.
¿Qué cree que pueda suceder cuando no logra cumplir con esas expectativas?
Si te lo respondiera el Juan de hace diez años te diría que eso sería el acabose, significa que nadie nos va a llamar, que perdí la oportunidad. Hoy te digo que no pasa nada, que simplemente llega el momento de tomar consciencia y decir: “Por qué no pasó”, identificar qué pasó, y mañana habrá otra oportunidad de que se presente algo así o algo parecido o algo mejor o algo diferente, y ya sabré qué fue lo que pasó, y aprendí qué me hacía falta y con qué voy a llegar. En estos momentos, esas frustraciones o esas derrotas, las tomo más como una oportunidad que me enseña a estar preparado para la siguiente ocasión.
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Llegar hasta ahí debió ser todo un camino, pasar de ser perfeccionista y mirar el mundo desde el control, a estar parado en este punto…
Es un reto metal muy grande y yo al final lo tomo como una terapia, donde yo me hablo, y me digo: “hágale”. Cuando algo no me sale bien, lo primero que hago es llegar a mi casa y pedirme un postre que me guste, me abrazo, y me digo: “Mañana será otro día, mañana responden, mañana va a pasar, mañana es otra oportunidad”.
¿Cuál fue su primer acercamiento con la fotografía?
Yo estaba yéndome a vivir a Washington con mis papás y llegué tarde a escoger materias en el colegio en donde iba a estudiar, entonces me dijeron: “Juan, como llegaste tarde toca que la electivas sean clase de teatro y de fotografía”, entonces yo pensé: “ni lo uno, ni lo otro”. Empecé teatro y me fue pésimo, por supuesto, y después llegué a clase de fotos, no tenía expectativas de nada, pero me sentí afortunado de entender cómo es el proceso análogo de un cuarto oscuro, de haber revelado un rollo, de haber hecho todo a ciegas.
¿Y por qué se encaminó hacia la fotografía de moda?
Desde que era niño siempre quise ser diseñador de moda. Y, literalmente, con mis papás siempre íbamos a las reuniones de sus amigos y ellos decían: “¿Juan va a ser policía?”, y si no era yo, eran mis padres quienes decían: “No, él quiere ser diseñador de moda”. Era muy loco, porque en ese momento el contexto que tenía un niño sobre ser un diseñador de moda hombre era raro, pero mis papás nunca pusieron una barrera. Yo desde niño siempre hice figurines, hasta que, un poco más grande, me di cuenta de que diseñar no solo era eso, sino que tocaba patronar cosas, coser, etc., entonces dije: “Uy, no, yo creo que esto no es lo mío”, y entonces cuando estaba tomando un curso de fotografía y tuve la primera sesión de moda fue como encontrar lo mejor de las dos cosas, fue “puedo hacer las dos cosas que siempre me he soñado hacer al mismo tiempo, no lo puedo creer”.
Ha trabajado con marcas como Dior, Chanel, entre otras, ¿qué ha significado esto para usted?
Uno siempre cree que cuando uno hace una producción para ellos, uno siempre va a estar un paso atrás y va a tener unas dinámicas de trabajo gigante, que uno no va a saber cómo hacer, pero me di cuenta de que el nivel que uno tiene acá, y en cuanto a la escuela que uno puede tener acá, es igual o a veces casi igual a lo que tienen ellos allá en sus producciones y demás. No estamos nunca inferior, sino muchas veces al mismo nivel en los temas, eso, por un lado, y por el otro, fue entender que más allá de las condiciones en las que uno esté, uno puede lograr grandes cosas. Yo no tuve que hacer nada que no fuera ser persistente y lograr que la gente me viera, trabajar de más para que eso pasara, no hubo algo más allá de eso.
¿Qué particularidades tiene la fotografía de moda?
Antes de llegar a hacer moda, uno hace de todo. Yo hice desde matrimonios hasta tomé fotos de concierto, fueron de mis primeros trabajos, y si bien fueron cosas muy chéveres, —los matrimonios no fueron lo mío —, pero me di cuenta del valor estético que hay detrás, como uno puede crear a partir de conceptos y de ideas que hacen que ese valor estético se vea mucho más reflejado o se vea más desarrollado, a diferencia, no sé, de una foto documentalista o de una foto de concierto. La foto de moda le agrega ese toque extra en cuanto a la manera de poder crear algo estéticamente y le permite a uno poder jugar con muchos elementos, que todo este siempre en pro de una misma idea, de un mismo fin, de poder, digamos, crear algo bello, y el concepto de belleza es tan amplio que eso lo hace más interesante.
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Como fotógrafo de moda, ¿con qué prejuicios se ha encontrado?
Pensé que iba a ser imposible, que iba a haber mucha competencia y que la gente nunca me iba a tomar en serio…
Pero no fue así… Y el trabajo también da resultados de una u otra forma…
Total. Al final, uno llega a un punto en donde, y yo creo que nos pasa a todos, uno da las cosas por sentado. Tú siempre estás pensando en hoy, y muchas veces a uno se le olvida de dónde viene y las cosas que hizo para llegar ahí. Con mi mamá, siempre hay unas fechas en el año en donde me acuerdo de dónde vengo y cómo empecé.
Y a pesar de esto que cuenta, ¿en algún momento ha perdido el horizonte?
La verdad, si te soy honesto, uno de los miedos que siempre he tenido con el tema es perderme como persona, por los reconocimientos, o que se me olvide de dónde vengo. Creo que cada vez que he tenido la oportunidad de estar como en el spotlight, pues siempre ha sido algo que nunca me esperaba, y siempre eso ha sido un reto interesante: ¿hasta qué punto voy a llegar a que esto me guste o a acostumbrarme a esto, sin que se vuelva un paisaje?
He trabajado con marcas “pequeñas” que me han dicho: “Juan, es que nunca te llamamos porque como tú trabajaste con Dior, qué vas a trabajar con nosotros”, y no, eso es un prejuicio. Para mí lo más importante es poder conectar con las personas; si no, ¿de qué se trata?
¿Cuáles son sus referentes fotográficos y artísticos?
Mi bagaje artístico o visual nunca empezó por mi familia, nunca tuve una referencia de mi familia de nada, y todo lo fui construyendo basado en las cosas que me gustaban, así fueran sencillas o no. A qué me refiero con esto, no tenía que gustarme algo de alguien que me dijera: “No, es que este es el fotógrafo más grande de la historia y yo dijera: ‘¡Guau!, me encanta por eso’, sino que yo podía ver una foto que tú tomaste en Facebook y la subiste hace diez años, y decir: ‘¡Guau!’, sin importar quién haya tomado la foto… En Pinterest yo veo unas cosas que me dan ese deleite estético. Entonces, siempre fui más de dejarme guiar por lo que sentía que por quién había tomado la foto.
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Hablemos de su participación como conferencista en el Premio Mario Hernández 2022…
El reto que me propuse, más allá de todo, fue poder ser un vehículo para que, a través de lo que decidí hacer, me pueda volver como alguien inspiracional para alguien más, ayudarle a alguien a confiar en lo que hace, a confiar en lo que ve, a lanzarse al agua, ir a Fucsia a pedir que le pongan unas fotos… A mí no me gusta mucho hablar de lo que he hecho o de mis logros, siempre me gusta hablarlo desde el tema de lo que me inspira o de lo que puede llegar a inspirar a alguien.
Apartado del discurso del exitoso…
No, es que yo siento que al final eso llega como añadidura. Y hay una cosa que yo siempre he tenido claro: a mí no me gusta ser famoso, yo no tengo en mi vida un logro de ser famoso, prefiero ser reconocido. El reconocimiento siempre va mucho más lento, siempre va a estar ahí el día en que tú logres hacer algo que te reconozcan, eso nunca te lo va a quitar nadie, es algo más pequeño, es más de un grupo de personas que entiendan lo que tú haces.
La cámara es su elemento de trabajo, pero, más allá de eso, ¿qué significa para usted?
Además de que es mi novia, es la herramienta que me permite mostrarle a la gente, literal, lo que está dentro de mi ojo… Fue el único elemento que me permitió mostrarle a la gente lo que tengo en mi cabeza. Muchas veces uno dice: “Te voy a explicar lo que estoy viendo, lo que estoy percibiendo”, y así se lo cuentes con todos lo detalles nunca vas a poder hacer que la persona vea lo que tú ves, y la cámara es realmente lo único que muestra lo que está viendo esa persona. La cámara es como un aparato mágico que nos permite meternos en la cabeza de la gente.
Se podría decir que ha alcanzado grandes logros a nivel profesional, pero, ¿cómo ha sido a nivel personal?
Muchas veces la gente me dice como: “Por qué tú solo trabajas, o por qué esa cámara es tan importante o por qué solo hablas de ese tema”, y yo decía: “es que a partir de eso, no es solo el tema de haber trabajado con las marcas que he trabajado, sino que he logrado tantas cosas personales, que no pensé que me iban a pasar por una cámara, como los amigos que tengo, la reacción de mi familia por mis logros, mis parejas, como que todo siempre está relacionado o siempre llega al mismo fin: tomar fotos”. Por eso, nunca puedo verlo como un negocio o como algo que me lleve a la fama, es algo muy personal y se volvió como una extensión de mí.
Le invitamos a leer: La cultura y sus posibilidades en manos de Rodolfo Hernández o Gustavo Petro
¿Piensa que le hace falta lograr algo?
Por supuesto. Por no frustrarme, por no generar ansiedad, nunca tengo planes a largo plazo, pero sí tengo logros específicos de cosas que quiero hacer. Ahorita tengo una meta y es que quiero tomarle fotos a Rosalía cuando venga.
¿Por qué?
No tanto por lo que podría llegar a pasar, sino porque es un reto. Una de las cosas que más me ha gustado de mi trabajo, y siempre le digo a la gente, es que a mí me gustan mucho los retos, no porque sea competitivo, sino porque retarse te obliga a hacer algo, te empuja a decir: “Hoy vas a hacer esto o qué vas a hacer hoy para llegar al reto”.
¿Alguna vez se ha sentido frustrado por no alcanzar algo que se ha propuesto?
Una vez entendí con una amiga, que conocí hace mucho tiempo, que ella me decía como: “Amo todo lo que haces, amo la estética que le pones a todo, cómo haces las cosas, pero te entiendo, tú eres un esclavo de la perfección, ¿verdad? Yo quedé como: “¿Qué?, pero luego le dije: “Tienes toda la razón”. Y una de las cosas que me frustran a mí es perder el control de las cosas y quedarle mal a la gente. Además, porque yo creo que ese es uno de mis talones de Aquiles: no entregar una foto a tiempo, no lograr que el cliente se sienta satisfecho con las fotos que estamos haciendo. Cuando no se cumple el objetivo, me frustro y me doy muy duro cuando las cosas no salen como yo quiero que salgan, pero también ha sido un trabajo de decir: “no te tiene que salir bien siempre, eso no va a dañar tu vida para siempre”. Entonces, yo creo que a veces eso es lo que más me da duro: no cumplir con las expectativas de una vara que yo mismo me he puesto o que la gente me ha puesto.
¿Qué cree que pueda suceder cuando no logra cumplir con esas expectativas?
Si te lo respondiera el Juan de hace diez años te diría que eso sería el acabose, significa que nadie nos va a llamar, que perdí la oportunidad. Hoy te digo que no pasa nada, que simplemente llega el momento de tomar consciencia y decir: “Por qué no pasó”, identificar qué pasó, y mañana habrá otra oportunidad de que se presente algo así o algo parecido o algo mejor o algo diferente, y ya sabré qué fue lo que pasó, y aprendí qué me hacía falta y con qué voy a llegar. En estos momentos, esas frustraciones o esas derrotas, las tomo más como una oportunidad que me enseña a estar preparado para la siguiente ocasión.
Le puede interesar: Camilo Amores: “La actuación, como todo arte, tiene una responsabilidad”
Llegar hasta ahí debió ser todo un camino, pasar de ser perfeccionista y mirar el mundo desde el control, a estar parado en este punto…
Es un reto metal muy grande y yo al final lo tomo como una terapia, donde yo me hablo, y me digo: “hágale”. Cuando algo no me sale bien, lo primero que hago es llegar a mi casa y pedirme un postre que me guste, me abrazo, y me digo: “Mañana será otro día, mañana responden, mañana va a pasar, mañana es otra oportunidad”.