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La censura y su impacto en el patrimonio bibliográfico centra la exposición “Malos libros: la censura en la España moderna”, que se podrá ver en la Biblioteca Nacional de España en Madrid, y recoge numerosos ejemplos en los que se comprueba cómo se practicó la censura entre los siglos XVI y XIX, con colecciones como una procedente la Inquisición cuyos materiales de trabajo interno fueron depositados en esta biblioteca en 1848.
Según explicó este jueves la responsable de la exposición, María José Vega, la censura existió siempre y en todas partes, pero los métodos para castigar textos y autores considerados “malos” tras la multiplicación de libros por la imprenta nació en el siglo XVI, con los índices de libros prohibidos que surgieron en universidades de la Europa católica, no por la Inquisición.
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Los primeros índices fueron compilados por las facultades de Teología de París y Lovaina (Bélgica) en el siglo XVI, ya que era a los teólogos a los que competía señalar la herejía y el protestantismo, y los libros más afectados fueron los de teología, espiritualidad, historia, derecho, adivinación, astrología y magia.
“La Inquisición no se preocupó mucho por la obscenidad, eso estaba para los confesores”, indicó Vega.
Aunque no hay una estimación global de libros afectados por la censura desde el índice de París en 1544 hasta el último que existió en Europa, en Roma, hasta el concilio Vaticano II en 1962, sí se sabe que en cincuenta años, de 1544 a 1596, afectó a 6.311 ediciones de libros de unos 2.000 autores.
Junto a los libros prohibidos hubo otros expurgados, que no se prohibieron totalmente, pero de los que se tachaban algunas partes y de los que la exposición incluye varios, como un manual contra brujas y demonios.
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La censura obligó también a emparedar libros para salvarlos, como una biblioteca oculta en Barcarrota (España) hallada casualmente en 1992 durante unas obras.
Las mujeres sufrieron especialmente la censura, una situación a la que dedica también un apartado esta exposición, que acaba con una reflexión: “la censura más poderosa es la que no vemos”.