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La comedia del drama, el mundo de “Ariadna en Naxos”

La ópera del compositor alemán Richard Strauss fue estrenada ayer en el teatro Colón y se presentará durante el 30 y 31 de julio.

Andrea Jaramillo Caro
29 de julio de 2022 - 02:00 a. m.
 "Ariadna en Naxos" se estrenó por primera vez en 1912 como complemento de  una obra de Moliére. En la imagen, entre otros, Betty Garcés, primera abajo de izquierda a derecha, vestida de la Prima Donna. / Gustavo Torrijos
"Ariadna en Naxos" se estrenó por primera vez en 1912 como complemento de una obra de Moliére. En la imagen, entre otros, Betty Garcés, primera abajo de izquierda a derecha, vestida de la Prima Donna. / Gustavo Torrijos
Foto: GUSTAVO TORRIJOS
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Incluso con la puerta cerrada, la voz de Betty Garcés resuena entre los muros del teatro Colón. Se abre y su presencia en el escenario, engalanada en su traje azul, blanco y dorado de Ariadna, se ve imponente, mientras que bajo su capa cuatro hombres disfrazados con trajes españoles se mueven con ella y sacan una sonrisa en la audiencia, en medio de esta ópera que no se toma a sí misma tan en serio.

La comedia se mezcla con la seriedad en Ariadna en Naxos, la primera gran producción del teatro Colón en 2022, en medio de barítonos y tenores, sopranos y contraltos, en una mezcla de movimientos y gestos que llevan al público a ser parte de la obra que se presenta.

La ópera de Richard Strauss trae ese componente de crítica e interrogante frente a lo que se considera arte, y entre los personajes y las arias se esconde una ópera dentro de una ópera. La historia original, producida por primera vez en 1912 como complemento de un montaje de la obra de Moliére El burgués gentilhombre”, sigue la cena ofrecida por un millonario, para la cual contrata dos actuaciones como entretenimiento: una ópera seria y un espectáculo de flamenco. Cuando la cena se alarga, el mayordomo les informa a los artistas de ambos actos que tendrán que presentarse juntos, a lo que se oponen en principio. Luego de este prólogo, el primer y único acto presenta la ópera mezclada con flamenco que representa el mito de Ariadna y Baco. Al ser una ópera dentro de una ópera, Betty Garcés no está directamente interpretando a Ariadna. El orden, si se quiere, sería Betty Garcés interpretando a la Prima Donna y la Prima Donna interpretando a Ariadna. El mismo caso se repite para otros de los personajes como el Tenor, que luego se presenta como Baco.

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En el caso de la producción del Colón, el director artístico andorrano Joan Antón Rechi sitúa la obra durante la única reunión que hubo entre Adolf Hitler y Francisco Franco, en 1940. Entre uniformes y trajes de época, Rechi puso sobre las tablas “una fiesta”. “La obra trata muchos temas, pero para mí trata un poco dos maneras de entender la vida, una manera como más seria y más trascendental personificada en Ariadne y en la parte de la ópera seria y en el compositor, y una manera un poco más carpe díem de vivir al día y de tomarse la vida un poco más a la ligera”.

Una parte importante para la visión de Rechi tiene que ver con el espacio y cómo este se presenta en medio de la Segunda Guerra Mundial. La inspiración de Gabriel Insignares, diseñador de escenografía colombiano, se centró en los edificios oficiales donde tuvieron lugar este tipo de reuniones. Para el director artístico fue crucial “la cancillería de Adolf Hitler, un poco esos edificios neoclásicos que tienen pomposidad pero que, después, con las luces, pudiéramos transformarlos en un espacio más onírico, más de sueño y más imaginario”, y atribuye a Insignares la idea de convertirlo en un pabellón circular que recuerda al neoclasicismo y la casa del millonario que ofrece la cena en la versión original.

Rechi pone a conversar en su puesta en escena no solo dos formas de ver la vida, sino también dos regiones europeas, el norte y el sur. Tuvo la idea de hacer que las dos compañías pertenecieran a una región y se desenvolvieran como embajadas culturales. “Teniendo en cuenta el compositor y que Strauss vivió todo este momento político, me pareció que era un buen contexto para situarlo y que se entendían muy bien todos estos aspectos de la obra. Me funcionaba muy bien para darle un poco de la comicidad que buscaba para hacer que todos los personajes estuvieran viviendo una situación muy límite. Un momento cambiante y poder llevarlo un poco hacia ese lado del humor extremo que buscaba”. Aunque la guerra no es un asunto de risa, Rechi piensa que hay que ser capaces de divertirse con algunas de las historias.

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Los gestos y la interpretación no son lo único que invitan a la audiencia a divertirse con el elenco, pues en esta ópera la música, bajo la dirección de Josep Caballé, cumple un papel importante en esta fiesta. El músico y director de orquesta comanda desde el atril a la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia siguiendo la visión musical y escénica que acordó con Rechi. Durante tres semanas de ensayos, de probar y descartar, de llegar a la interpretación que quisieron dar a la obra de Strauss, Caballé comenta que el libreto permite dar ese tono cómico que se encuentra en esta versión y que, a pesar de esto, “todo lo serio de la conversación y todo lo serio de lo que va esta ópera, que es realmente la lucha entre lo serio y lo bufo, permanece ahí. La conversación, casi filosófica, de lo que el arte quiere decir. Todo eso se puede ver. Le hemos dado un tono cómico a través de la escena, pero todo lo dramático de la ópera también está ahí”.

El director artístico vio en Ariadna en Naxos la oportunidad de convertirla en algo más teatral, teniendo en cuenta la apreciación que Strauss tenía por este arte que se ve reflejado en su ópera Salomé, que fue la interpretación musical que le dio a la obra de Oscar Wilde. Rechi recuerda que, al ver diferentes versiones de Ariadna, “la obra se tornaba demasiado seria en la segunda parte y que en realidad ellos pretendían un poco jugar con todos estos clichés del mundo de la ópera que creen los espectadores. Quisimos jugar un poco con todo esto y hacerlo con un tono muy festivo, con un tono muy divertido”.

Las ninfas en sus coloridos trajes introducen al dios Baco, interpretado por el argentino Gustavo López Manzitti, paseando por el escenario mientras el dios toma su lugar junto a Ariadna. El vestuario que llevan las ninfas, Baco y el resto del elenco fue diseñado por la española Mercé Paloma, quien trabajó junto a Rechi en diferenciar esos dos puntos de vista que se reflejan en la ópera. El prólogo debía tener un toque más realista que llevara al público a la entrevista de Hendaya, con uniformes militares y un estudio de época de la moda de los años 40. Para el primer acto la cosa cambia, pues se fueron directamente a los vestuarios que se usaron en óperas de principio del siglo XX, “cuando era todo más exagerado, más pomposo y que todo tuviera un punto de vista más irónico respecto a la ópera seria y luego a la tropa de Zerbinetta, para la cual buscamos referencias de la actriz Imperio Argentina”.

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Caballé describe esta ópera como una creación llena de complejidades como la cantidad de texto, el ritmo que lleva y el tamaño de la orquesta, la cual a pesar de ser pequeña tiene el desafío de sonar como si estuviera compuesta por 100 músicos. Más allá de esto, algunos personajes aparecen únicamente en el prólogo, aunque con un texto considerable para declamar y el esfuerzo vocal. En medio de esto, Betty Garcés, la soprano de Buenaventura que encarna a Ariadna, ve en esta obra un vehículo perfecto para sus habilidades vocales. “Es como si la obra hubiese sido compuesta para una voz como la mía y me da muchas posibilidades de mostrar mi registro vocal. Ha sido un proceso de crecimiento y hay una preparación vocal, musical, psicológica y corporal”.

El tiempo que llevan ensayando sirvió también para generar la confianza necesaria entre Caballé y el elenco, y resaltar las habilidades que cada uno tiene y ponerlas al servicio de la música de Strauss. Entre sugerencias, comentarios y acuerdos llegaron a lo que se presenta en las tablas y para Garcés se convirtió en una experiencia para “confiar cada vez más en el talento, en la voz, en las capacidades, en mí como persona e irme dando un poco más de libertad para profundizar en este proceso psicológico en el que uno empieza a analizar los personajes, y que te da la oportunidad de que vaya siendo más profundo y las frases que cantas tengan un sentido y cada cosa está conectada y que estás transmitiendo un mensaje dentro de un contexto específico”.

Esa confianza también se refleja en la forma en la que la soprano trae a la vida el personaje, pues Garcés ve mucho de Ariadna en sí misma. “Creo que siempre he compaginado un poquito con Ariadna, que es una mujer fiel con el corazón que se da totalmente y de ese tipo de mujeres que cuando aman no existe nada más y pues Betty tiene un poco de eso, así que no ha sido muy difícil encaminarla a Ariadna y acoplar una cosa con la otra, pero ciertamente en esa puesta en escena hay diferentes matices, diferentes enfoques donde el director escénico quiere simplemente mostrar de una manera más cómica todas estas situaciones que ocurren detrás de bambalinas en la vida de los artistas”.

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De espaldas al público el elenco se despide en una última escena, en la que el espectador es incluido como parte del montaje que se acaba de presentar para la reunión dramatizada entre Hitler y Franco. “Es una escena que me emociona mucho, porque es un poco un lo efímero... Hacemos todo esto, lo ensayamos un mes y trabajamos y de golpe pasa tan rápido. Esa escena un poco simboliza todo el proceso con ese saludo final, es un poco esa idea de que todos formamos parte de este acto”, dijo Rechi. Al caer el telón resuena entre los palcos y sillas del teatro una de las líneas que cantan: “Que bailes y cantos saquen lágrimas de sus ojos”, así como el ensamble de Ariadna en Naxos recién lo hizo.

Andrea Jaramillo Caro

Por Andrea Jaramillo Caro

Periodista y gestora editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en temas de artes visuales e historia del arte. Se vinculó como practicante en septiembre de 2021 y en enero de 2022 fue contratada como periodista de la sección de Cultura.@Andreajc1406ajaramillo@elespectador.com

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