La construcción de una matriarca: el reto de interpretar a Úrsula Iguarán
Susana Morales y Marleyda Soto, las actrices encargadas de darle vida a este personaje en la nueva serie de Cien años de soledad, hablaron sobre su experiencia llevándola de la página a la pantalla.
Santiago Gómez Cubillos
Úrsula Iguarán, fiel a su rol de matriarca dispuesta a imponer su voluntad, se enfrentó a García Márquez cuando la iba a matar. El autor, que en principio tenía intenciones de acabar con ella justo antes del estallido de la guerra civil en Macondo, no tuvo más remedio que posponer su ejecución cuando se dio cuenta de una verdad ineludible: sin Úrsula no hay novela. Ella, la única mujer capaz de llevar las riendas de una familia de empresas imposibles y amores desmedidos, estaba condenada a ser el centro gravitacional de los Buendía hasta el Jueves Santo, día en el que su vida se fue con la lluvia.
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Úrsula Iguarán, fiel a su rol de matriarca dispuesta a imponer su voluntad, se enfrentó a García Márquez cuando la iba a matar. El autor, que en principio tenía intenciones de acabar con ella justo antes del estallido de la guerra civil en Macondo, no tuvo más remedio que posponer su ejecución cuando se dio cuenta de una verdad ineludible: sin Úrsula no hay novela. Ella, la única mujer capaz de llevar las riendas de una familia de empresas imposibles y amores desmedidos, estaba condenada a ser el centro gravitacional de los Buendía hasta el Jueves Santo, día en el que su vida se fue con la lluvia.
De ese tamaño era la responsabilidad de Susana Morales y Marleyda Soto, las actrices que se enfrentaron al desafío de interpretar al personaje en la nueva adaptación de Cien años de soledad, que se estrena mañana. Cada una se encargó de una etapa de la vida de Úrsula. A la primera le tocó ser la compañera de José Arcadio Buendía en el éxodo que culminó en la fundación de Macondo, mientras que la segunda entró a escena poco antes de que él tuviera que ser amarrado al castaño.
En entrevista para El Espectador, ambas hablaron sobre lo que significó la encarnación de este papel en esta nueva producción de Netflix.
¿Cuál era su impresión de Úrsula Iguarán antes de saber que la interpretarían en la serie?
Marleyda Soto (MS): Cuando uno la lee en el colegio con un profesor de español, él va dando algunas pistas de que Úrsula es una de las figuras más importantes de la literatura universal. Desde entonces, yo ya tenía un referente del personaje como piedra angular de la historia de los Buendía. Cuando ya entramos al terreno de la interpretación y empezamos a escarbar más para conocerla a fondo, entendí cuánta razón tenía el maestro y efectivamente de qué manera este personaje es fundamental e importantísimo para la historia de esta familia. Sin ella no existiría la novela.
Susana Morales (SM): A mí lo que me pasó fue que, como en el libro no hay tanto detalles sobre cómo se ve Úrsula, yo no tenía una imagen específica del personaje construido en mi cabeza. Pero para mí, Úrsula puede ser cualquier mujer latinoamericana que haya luchado por sacar una familia adelante, entonces siempre la asocié más a eso, a la imagen de mi madre o de otras mujeres que conozco más que a la cara de alguien en específico.
¿Se sintieron intimidadas por interpretar a un personaje de esa magnitud?
MS: Cuando acepté el papel, yo sabía en lo que me estaba metiendo: hay tantas interpretaciones del personaje como lectores de la novela. Así que en un momento solo pensaba en cómo iba a hacer una Úrsula que estuviera a la altura de los cincuenta millones de representaciones que tiene. Eso me estaba volviendo loca, hasta que entendí que mi representación seguramente no iba a estar en el imaginario de todo el mundo. Yo adopté la que corresponde a mi visión como mujer, como actriz, como lectora y como colombiana. Y lo hice como un homenaje en el que presté mi voz, mi cuerpo y mi ser para que todos los que vean la serie puedan disfrutar a este personaje y sepan que está construido desde el fervor, el respeto y la admiración que tenemos todos por este libro.
SM: Es que es una obra enorme y una responsabilidad gigantesca y a mí me pasó que, al ser mi primer trabajo como actriz, me surgieron muchas dudas sobre el merecimiento y sobre mis propias capacidades. Me ayudó mucho la compañía de las personas que estuvieron conmigo en el desarrollo de la serie y su apoyo fue fundamental para poder sortear esos obstáculos. Nos pasaba mucho que, como nadie había hecho antes una adaptación de Cien años de soledad, a veces nos preguntábamos “Dios mío, ¿para dónde vamos?”. Sin embargo, era tan grande lo que nos estaba moviendo para llegar a culminar este reto que, de una manera muy romanizada, las ganas nos superaron y pudimos sacarlo adelante.
¿Ustedes cómo ven la dualidad del personaje que frente a todo el mundo se ve como la cabeza de la familia, pero que en el fondo también es sumamente sensible a todo lo que la rodea?
MS: Lo que pasa es que Úrsula es una mujer muy sola. En una entrevista, Gabriel García Márquez decía que él escribía para entender la soledad. Bueno, pues Úrsula es una mujer que la vive completamente. En una familia donde el mundo está perdido en sus pasiones, en sus delirios, en sus desamores, ella es la única que está tratando de mantenerlos a todos unidos. Solamente en el ocaso de sus días, cuando ya está centenaria y ciega, es que decide hacer un balance de su vida para entender qué fue lo que pasó, y ahí es donde descubrimos por qué sus hijos no eran capaces de amar y por qué sus hijas tenían esta forma tan particular de entregarse y ver el amor. También creo que esta soledad tan marcada en ella es el motor que la lleva todo el tiempo para estar trabajando en función de los demás; es lo que permite, precisamente, que se siga contando la historia.
SM: Claro es que es justo la dualidad de la humanidad. Siempre hay un montón de cosas que están moviéndose dentro de nosotros y Úrsula, claramente, no se escapa de eso. Y aparte, ella se vuelve víctima de su propio invento y tiene que hermetizarse para luchar por un fin superior a ella, que es el de sacar adelante a su familia. A veces a las madres les pasa mucho eso, que por estar preocupadas por su trabajo se olvidan de dar una caricia. Yo lo digo porque soy madre también.
Para contar esta historia se construyó un pueblo entero. ¿Cómo influyó en su interpretación el hecho de que el set fuera tan real?
MS: La influyó en todo. Recuerdo que la primera vez que entramos yo sentía el corazón a millón. Ahí dije: “Este es el pueblo que habito, no tengo que imaginarme nada”, porque todo estaba puesto de una manera tan fidedigna y tan respetuosa con el libro que por supuesto eso ayudó en la construcción del imaginario ficcional de la obra. Tanto así que recuerdo que el primer día que llegamos con Diego Vázquez (actor que interpreta a José Arcadio Buendía) los dos íbamos como unos niños temblando cogidos de la mano, nos paramos en el patio de la casa y nos pusimos a llorar: era muy bello pensar que esa era la casa que íbamos a habitar y con la que íbamos a contar esta historia. Fue de gran ayuda para la construcción de nuestros imaginarios el hecho de que no nos fuésemos a mover en una bodega y en un salón donde luego iban a poner las imágenes por efectos especiales, sino que todo existía tan real y concreto como nuestros personajes en ese mundo.
SM: Para mí también la influyó muchísimo porque cada uno de esos elementos me ayudó a conectarme con esa realidad. Mis compañeros, el vestuario, los animalitos de dulce, todo fue una ayuda impresionante. Yo solía hacer un ejercicio: cerraba los ojos antes de que gritaran “¡Acción!” y cuando los abría yo ya estaba viviendo una realidad ajena. Obviamente, uno trabaja con la cámara y todo esto, pero yo no estaba en un set, estaba en Macondo.