El escritor Stefan Zweig y su segunda esposa, Charlotte Altmann.
Foto: Ilustración: Nátaly Londoño Laura
Habían hablado del mundo, de Europa, de la paz, y él, como figura excluyente de la intelectualidad austríaca y mundial, de la literatura, había dictado distintas conferencias en Argentina y República Dominicana. Y habían huido. Sobre todo, habían huido. Tomados de la mano por momentos, como cuando murieron, o ligeramente distanciados, como cuando discutían sobre tal o cual personaje en tal o cual libro. Se amaban con un amor viejo, de dar la vida el uno por la otra, de sumar y seguir sumando. De aportar.
Por Fernando Araújo Vélez
Temas recomendados:
Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación