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La cultura y literatura ucraniana, vivir al borde de la eliminación

Un país que lleva siglos desarrollando su cultura al margen de un imperio y luego de la Unión Soviética hoy, de nuevo, en medio de una guerra continúa luchando por proteger lo que durante años han construido y las batallas que han librado por reconocer su cultura, literatura y arte y llamarse propiamente ucranianos.

31 de marzo de 2022 - 05:23 p. m.
Taras Shevchenko, el poeta ucraniano, nació en 1814 y murió en 1861.
Taras Shevchenko, el poeta ucraniano, nació en 1814 y murió en 1861.
Foto: Wikimedia Commons
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A ojos de Vladimir Putin, Ucrania es un invento de occidente que es anti-ruso y fue hecho en “su tierra histórica”. Sin embargo, la cultura y literatura ucraniana sigue librando batallas por no ser borrada entre las líneas rusas. Pero esta no es una lucha nueva, lleva siglos en proceso. Desde épocas imperiales los escritores que reconocemos como ucranianos se las arreglaron para evadir prohibiciones y trabas para que sus palabras quedaran registradas en la historia.

La crítica literaria ucraniana, Tamara Hundorova, identifica este como el momento en que los ucranianos se convierten en “verdaderos ucranianos”. En una charla que dio desde Kiev el 26 de febrero dijo: “Nunca pensé que estaría hablando con ustedes desde Kiev en la línea del frente, que estaría durmiendo en el suelo del pasillo con miedo a las bombas, despertándome con el sonido de las explosiones, viendo a los niños jugar en los refugios antiaéreos en lugar de en el área de juegos. Pero estoy asombrada por el coraje de los ucranianos, todos tratando de ayudar a nuestros defensores con tanta fe y tanto amor. Esta guerra de Putin ha convertido a los ucranianos en verdaderos ucranianos”.

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En el artículo de The Atlantic que cita a Hundorova su autor, Uilleam Blacker, menciona la necesidad de los ucranianos por defender su lengua, cultura e instituciones mientras tratan de consolidarlas en el tiempo que llevan siendo independientes. Blacker utiliza como ejemplo algunos escritores ucranianos que evadieron los obstáculos impuestos durante el imperio y el régimen comunista.

Algunos de los desafíos a los que se enfrentaron incluían prohibiciones para publicar en su lengua o, si lo hacían, tenían que evitar ciertos temas dictados por las autoridades rusas. Este escenario se presentó durante el siglo XIX, cuando las editoriales solo recibían textos ucranianos si se trataban temas etnográficos, cómicos o apolíticos. Sin embargo, el principio del siglo solo trajo consigo nuevas trabas para la publicación en el idioma ucraniano, pues las leyes promulgadas en 1863 y 1876 derivaron en la prohibición total de textos escritos en esta lengua. Y con la llegada de Stalin al poder las cosas no cambiaron, según Blacker el nuevo gobernante ordenó la ejecución de una generación entera de escritores que quisieron reconstruir lo que perdieron en las épocas de prohibición por parte del zar.

Pero esto no detuvo a los escritores que dejaron las bases para la literatura ucraniana, unos demostraban su identidad a través de textos que escribían en ruso, otros simplemente desafiaron la autoridad sin miedo a pagar las consecuencias y un último grupo utilizaba la comedia para reírse de los intentos por borrar la cultura ucraniana y mostrarla al mundo, entre los que se encontraba Nikolai Gogol.

De acuerdo con Blacker, el autor identificado como ruso y conocido en Ucrania como Mykola Hohol, “inspirándose en su padre, que escribía comedias folklóricas en ucraniano para un teatro provincial en el centro de Ucrania, las primeras obras de Gogol, publicadas a principios de la década de 1830, eran comedias estridentes y coloridas sobre la vida en un pueblo ucraniano, pero las escribió en ruso. para lectores en San Petersburgo y Moscú”.

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Sin embargo, Gogol era considerado por sus compatriotas como un hombre que no conocía bien la vida en el campo. Así lo expresó el poeta ucraniano Taras Shevchenko en uno de sus poemas dirigidos a Gogol. Pero más allá de una crítica a un colega, Shevchenko hizo público su desdén por el imperio y la represión ejercida sobre las culturas y naciones minoritarias. Este acto de desafío a las autoridades le costó un arresto, servicio militar forzado y una restricción para escribir que duró diez años. El fragmento que le acarreó tal castigo hacía parte de su poema “El Caucaso”, en el que escribió “del moldavo al finlandés / El silencio se mantiene en todas las lenguas”.

Los temas sobre los que autores ucranianos escribieron no tenían relación únicamente con el desdén por el imperio, el régimen y las prohibiciones. Como cuenta Blacker, la novelista Oksana Zabuzhko, que se convirtió en el primer best seller de la Ucrania independiente en 1996, proponía a través del personaje principal de su novela, “Fieldwork in Ukrainian sex”, que la resistencia a lo que Blacker llama “rusificación” es un acto tanto político como privado. Y es ahí, en esa resistencia, en esos momentos que llaman a la defensa que Blacker considera que los ucranianos se levantan a defender a capa y espada su cultura e identidad.

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