La curiosidad como pilar musical
El compositor colombiano, cuyas obras han sido tocadas por la Orquesta Filarmónica Nueva York y la Filarmónica de Medellín, entre otras, está radicado en Filadelfia y trabaja en su primer álbum con la violinista Julia Suh.
Andrea Jaramillo Caro
¿Cómo empezó en el mundo de la música y la composición?
Empecé casi que por accidente porque jamás soñé con ser compositor o músico. Yo quería ser contador, pero cuando estaba trabajando como auxiliar contador me di cuenta de que esa no era la carrera que me gustaba. Simultáneamente había iniciado clases de música cuando tenía como 15 años más o menos, pero nunca la estudié de forma formal. Cuando tenía 18 o 19 años fue cuando ya decidí que quería estudiar música y especialmente ser compositor. Eso fue gracias a un profesor de piano que tuve y después, cuando entré a la Universidad Nacional, todo empezó oficialmente.
¿Cómo fue el paso de tocar un instrumento a la composición?
Ya lo venía haciendo cuando estaba estudiando la música que tocaba usualmente. Uno tiene unas piezas que quiere tocar, entonces uno las practica. Inconscientemente yo siempre estaba memorizando y aprendiendo esas piezas, pero también al mismo tiempo estaba modificándolas. Aquí es cuando aparece el profesor que mencioné, se llama Hugo Riaño, actualmente es director de bandas en Antioquia y también es pianista y compositor. Cuando yo llegaba a las clases y tenía que tocar lo que tenía que tocar, yo siempre tocaba un poco diferente. Siempre me gustaba cambiar la música que estaba y, por ejemplo, si estaba tocando Beethoven siempre le cambiaba algo. Entonces, este mentor me dijo que ese trabajo es el que hace un compositor, que es dedicarse a crear sus propias cosas. En esa época yo había iniciado conectando mi teclado con el computador y podía grabar cosas que tocaba, pero nunca había escrito nada hasta que entré al conservatorio. La idea de tocar el piano y componer fue como lo mismo, al principio, después se iban separando por cuestión de tiempo, porque hacer una carrera como pianista es demasiado exigente. Uno tiene que iniciar muy joven, tiene que iniciar como a los 4 años para poder tener la técnica que se requiere. Entonces cada vez tocaba menos piano y me dedicaba más a escribir hasta el momento que ya casi no tocaba el piano por dedicarme a escribir.
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¿Cómo fueron sus primeras composiciones?
No sé cuándo se da la primera pieza digamos oficial, porque como yo venía modificando las piezas que venía tocando y hubo un momento que tanto las cambiaba que ya no se parecían a las originales. No me acuerdo cuál fue la primera que escribí, porque eran variaciones de las variaciones de cosas que ya eran conocidas. Cuando entré en el conservatorio, me acuerdo de que una de las primeras piezas que escribí fue una pieza pequeña para el chelo y el piano, que en esa época yo la toqué con un colega, un amigo, y eran piezas que escribía para mis amigos, para mi amigo el clarinetista, eran piezas que escribía personalmente. Hasta el punto de que sigue siendo así, casi que las comisiones o proyectos que estoy trabajando son para gente que conozco. De las primeras obras, una obra que escribí básicamente como la segunda oficial, fue una obra para grupo de cámara, que de hecho ganó el premio de la Filarmónica de Bogotá hace casi 11 años. Esa fue la primera, yo considero, pieza oficial de mi catálogo, y ganó ese premio de música de cámara de la Filarmónica en esa época.
¿Cuál es su punto de partida para empezar a escribir una obra?
Cuando ya tienes clara la elaboración de tiempo y de instrumentos, generalmente para orquesta los instrumentos son los mismos. En mi caso, y esto depende de cada compositor, siempre tengo ideas de piezas que voy a escribir. Es decir, cuando tengo la oportunidad de sentarme a escribir una obra de orquesta, generalmente hay una idea previa o varias ideas previas que no he podido trabajar o explorar. Muchas veces las ideas vienen de los títulos, por ejemplo, la que escribí para la Orquesta de Nueva York, se llama “¿Y la luna también cae?”. Esta es una pregunta que me llamó mucho la atención, que fue cuando Newton vio que la manzana se cayó, él también se preguntó, y ¿será que la luna también se cae? Que es interesante porque a través de esa pregunta fue que él casi que inventó el cálculo, preguntándose si la luna también caía igual que la manzana. A nivel de pregunta artística, me llamó mucho la atención esa idea de que si la luna también se puede caer, y cómo lo podría explorar con la orquesta, etc. A partir de ahí es una cuestión de hacerse preguntas respecto a la experiencia que uno quiere dar a la audiencia, si será algo más intenso o más personal, teniendo en cuenta el tiempo que a uno le dan; es algo que siempre tengo muy en cuenta.
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¿Cuáles diría que son sus referentes?
Como yo inicié conectando mi computadora a un teclado MIDI, muchas de las ideas vienen de esa exploración con sintetizadores, con la idea de que uno crea un sonido con el sintetizador y explorando esas ideas del sonido muchas veces uno no sabe exactamente a dónde va a llegar, pero uno empieza casi como a jugar con el instrumento. Al pasar por la universidad y conocer las piezas estándar, uno no puede evitar estar influenciado por ellas, pero a mí también me influyeron muchas piezas de electrónica y me interesa mucho la idea de tratar de mezclar músicas que no parezcan como tan afines, por ejemplo en la pieza de la luna hay una parte que tiene como un ritmo de pasillo.
¿Qué ha sido para usted lo más desafiante en su carrera como compositor?
Hay muchas cosas, la primera es que, a nivel de Colombia, cultura general, no tenemos todavía un imaginario de que alguien puede vivir de esto, siempre se ve como la afición. Es la parte más difícil porque precisamente es porque no hay apoyos para esto, para la gente que inicia, por ejemplo es muy difícil explicarle a la familia que usted se va a ir a escribir música, cuando tal vez sus papás, esposas, madres no tienen ningún referente de eso, entonces sin referentes es muy difícil que uno pueda establecerse en algo. La otra está ligada a las pocas oportunidades existentes, por ejemplo, para que le toquen la música a uno. En Colombia somos un país de casi 50 millones de personas y técnicamente tenemos como casi 4 o 5 orquestas profesionales, es demasiado poco para la cantidad de músicos que existen, comparado con la cantidad de músicos y con la cantidad de compositores y compositoras que existen, es muy poco.
¿Cómo empezó en el mundo de la música y la composición?
Empecé casi que por accidente porque jamás soñé con ser compositor o músico. Yo quería ser contador, pero cuando estaba trabajando como auxiliar contador me di cuenta de que esa no era la carrera que me gustaba. Simultáneamente había iniciado clases de música cuando tenía como 15 años más o menos, pero nunca la estudié de forma formal. Cuando tenía 18 o 19 años fue cuando ya decidí que quería estudiar música y especialmente ser compositor. Eso fue gracias a un profesor de piano que tuve y después, cuando entré a la Universidad Nacional, todo empezó oficialmente.
¿Cómo fue el paso de tocar un instrumento a la composición?
Ya lo venía haciendo cuando estaba estudiando la música que tocaba usualmente. Uno tiene unas piezas que quiere tocar, entonces uno las practica. Inconscientemente yo siempre estaba memorizando y aprendiendo esas piezas, pero también al mismo tiempo estaba modificándolas. Aquí es cuando aparece el profesor que mencioné, se llama Hugo Riaño, actualmente es director de bandas en Antioquia y también es pianista y compositor. Cuando yo llegaba a las clases y tenía que tocar lo que tenía que tocar, yo siempre tocaba un poco diferente. Siempre me gustaba cambiar la música que estaba y, por ejemplo, si estaba tocando Beethoven siempre le cambiaba algo. Entonces, este mentor me dijo que ese trabajo es el que hace un compositor, que es dedicarse a crear sus propias cosas. En esa época yo había iniciado conectando mi teclado con el computador y podía grabar cosas que tocaba, pero nunca había escrito nada hasta que entré al conservatorio. La idea de tocar el piano y componer fue como lo mismo, al principio, después se iban separando por cuestión de tiempo, porque hacer una carrera como pianista es demasiado exigente. Uno tiene que iniciar muy joven, tiene que iniciar como a los 4 años para poder tener la técnica que se requiere. Entonces cada vez tocaba menos piano y me dedicaba más a escribir hasta el momento que ya casi no tocaba el piano por dedicarme a escribir.
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¿Cómo fueron sus primeras composiciones?
No sé cuándo se da la primera pieza digamos oficial, porque como yo venía modificando las piezas que venía tocando y hubo un momento que tanto las cambiaba que ya no se parecían a las originales. No me acuerdo cuál fue la primera que escribí, porque eran variaciones de las variaciones de cosas que ya eran conocidas. Cuando entré en el conservatorio, me acuerdo de que una de las primeras piezas que escribí fue una pieza pequeña para el chelo y el piano, que en esa época yo la toqué con un colega, un amigo, y eran piezas que escribía para mis amigos, para mi amigo el clarinetista, eran piezas que escribía personalmente. Hasta el punto de que sigue siendo así, casi que las comisiones o proyectos que estoy trabajando son para gente que conozco. De las primeras obras, una obra que escribí básicamente como la segunda oficial, fue una obra para grupo de cámara, que de hecho ganó el premio de la Filarmónica de Bogotá hace casi 11 años. Esa fue la primera, yo considero, pieza oficial de mi catálogo, y ganó ese premio de música de cámara de la Filarmónica en esa época.
¿Cuál es su punto de partida para empezar a escribir una obra?
Cuando ya tienes clara la elaboración de tiempo y de instrumentos, generalmente para orquesta los instrumentos son los mismos. En mi caso, y esto depende de cada compositor, siempre tengo ideas de piezas que voy a escribir. Es decir, cuando tengo la oportunidad de sentarme a escribir una obra de orquesta, generalmente hay una idea previa o varias ideas previas que no he podido trabajar o explorar. Muchas veces las ideas vienen de los títulos, por ejemplo, la que escribí para la Orquesta de Nueva York, se llama “¿Y la luna también cae?”. Esta es una pregunta que me llamó mucho la atención, que fue cuando Newton vio que la manzana se cayó, él también se preguntó, y ¿será que la luna también se cae? Que es interesante porque a través de esa pregunta fue que él casi que inventó el cálculo, preguntándose si la luna también caía igual que la manzana. A nivel de pregunta artística, me llamó mucho la atención esa idea de que si la luna también se puede caer, y cómo lo podría explorar con la orquesta, etc. A partir de ahí es una cuestión de hacerse preguntas respecto a la experiencia que uno quiere dar a la audiencia, si será algo más intenso o más personal, teniendo en cuenta el tiempo que a uno le dan; es algo que siempre tengo muy en cuenta.
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¿Cuáles diría que son sus referentes?
Como yo inicié conectando mi computadora a un teclado MIDI, muchas de las ideas vienen de esa exploración con sintetizadores, con la idea de que uno crea un sonido con el sintetizador y explorando esas ideas del sonido muchas veces uno no sabe exactamente a dónde va a llegar, pero uno empieza casi como a jugar con el instrumento. Al pasar por la universidad y conocer las piezas estándar, uno no puede evitar estar influenciado por ellas, pero a mí también me influyeron muchas piezas de electrónica y me interesa mucho la idea de tratar de mezclar músicas que no parezcan como tan afines, por ejemplo en la pieza de la luna hay una parte que tiene como un ritmo de pasillo.
¿Qué ha sido para usted lo más desafiante en su carrera como compositor?
Hay muchas cosas, la primera es que, a nivel de Colombia, cultura general, no tenemos todavía un imaginario de que alguien puede vivir de esto, siempre se ve como la afición. Es la parte más difícil porque precisamente es porque no hay apoyos para esto, para la gente que inicia, por ejemplo es muy difícil explicarle a la familia que usted se va a ir a escribir música, cuando tal vez sus papás, esposas, madres no tienen ningún referente de eso, entonces sin referentes es muy difícil que uno pueda establecerse en algo. La otra está ligada a las pocas oportunidades existentes, por ejemplo, para que le toquen la música a uno. En Colombia somos un país de casi 50 millones de personas y técnicamente tenemos como casi 4 o 5 orquestas profesionales, es demasiado poco para la cantidad de músicos que existen, comparado con la cantidad de músicos y con la cantidad de compositores y compositoras que existen, es muy poco.