Quizás lo que falte sea un poco más de pedagogía sobre la correcta disposición de los libros que, por una u otra razón, han agotado su paso por la vida de su humano de turno y es allí donde las Bibliotecas Públicas tienen la obligación de liderar el camino hacia la tan necesaria sostenibilidad editorial que se demanda al sector.
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Una noticia que fuera de despertar en mí una sana rivalidad deportiva de la que él nunca se enterará, aunque la mía sólo llega al 10% de la suya y tras hacer los cálculos he concluido que no me alcanzará el tiempo (ni, sobre todo, el dinero) para competirle en condiciones, también ha conseguido que me plantee serias inquietudes sobre el futuro de mis propios libros.
Tras haber dado por superada la melosa melancolía que me embargó aquella tarde vacua de hace algunos años en la que tuve que reconocer para mis vanidosos adentros literarios que la...