Petro, posesionado como presidente, dio la orden de que le trajeran la espada de Bolívar. / Presidencia
“Llegar aquí junto a esta espada, para mí, es toda una vida, una existencia. Quiero que nunca más esté enterrada, quiero que nunca más esté retenida; que solo se envaine, como dijo su propietario, El Libertador, cuando haya justicia en este país”. Así empezó Gustavo Petro su discurso presidencial ayer en la plaza de Bolívar.
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