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La Esquina Delirante XCVI

Este espacio es una dentellada a la monotonía, mediante el ejercicio impulsivo y descarado de la palabra escrita. Bienvenidos todos los microrrelatos a laesquinadelirante@gmail.com, máximo 200 palabras.

Autores varios
22 de enero de 2022 - 07:58 p. m.
Bienvenidos todos los microrrelatos a laesquinadelirante@gmail.com, máximo 200 palabras.
Bienvenidos todos los microrrelatos a laesquinadelirante@gmail.com, máximo 200 palabras.
Foto: Diana Bejarano

Humildad

—”Lo veo a usted, don Arturo, y no puedo menos que expresarle mi admiración y respeto. Verlo caminar siempre mirando al suelo, con una humildad que da envidia, con una sencillez que ya quisieran muchos en este barrio en el que todos se creen de sangre azul y miran con altanería, cuando se dignan hacerlo, es algo muy encomiable. Ya quisieran tener esa actitud ejemplar, créame. Las lengüilargas y los chismosos aseguran que usted no los mira porque es muy engreído, pero ellos no lo conocen tan bien como yo, y me he ganado más de un enemigo por defenderlo a usted, tan buena persona. También rumoran que esa mirada suya siempre hacia el suelo es porque tiene algún problema o porque está deprimido, o porque — ¡malditas lenguas viperinas! — esconde algo que lo avergüenza hasta el punto de no ser capaz de dar la cara. Le ruego que no tome esto que le estoy diciendo como una intromisión en su vida ni que trato de averiguar qué le pasa. Soy muy respetuosa, usted lo sabe”.

—”Doña Cecilia”, le contesta don Arturo. “Solo evito cagarme los zapatos con toda esa mierda de perro regada en la acera”.

Francisco Arias

Le invitamos a leer: La Esquina Delirante XCV

Solo, Feliz Navidad

Era noche buena y me encontraba solo. Siempre me gustó la soledad. Viajar, ir al cine, pasear, por eso también mi resistencia a tener una vida en pareja. En estos tiempos convulsos, echo de menos estar con alguien para conversar, leer a su lado, ver una serie o simplemente escuchar música. Me acabo de tomar un Valium, pero no me sirve de nada: a mi vida no le encuentro sentido. Noche buena y más solo que un perro callejero. Subo a la terraza para acabar con esto. Me encuentro con mi vecino el seco y al verme me saluda. Le correspondo y comenzamos a hablar. Qué casualidad, nos encontramos en la misma situación. A última hora se ha arrepentido, la verdad es que yo ahora lo veo de otra manera. Nos bajamos y lo invito a mi casa. Cenamos, reímos, lloramos y quedamos para el día siguiente. Creo que lo de seco era un prejuicio, él a mí me llama el mudo. Ahora estoy convencido que el año 2022 va a ser la ostia.

José María Andreo Millán-Valencia-España

Le invitamos a leer: La Esquina Delirante XCII (Microrrelatos)

Conteo

Las envolturas de colores rodeaban las raíces de un árbol. Parecían piedras, de todos los tamaños, iluminadas por lucecitas brillantes. Algunos duendes, cansados de tanto empacar, se peleaban por el mejor lugar para ver la entrega, las hadas acomodaban los regalos que acababan de llegar. Un viejo gordo, vestido de rojo, contaba una y otra vez los presentes.

Cuando se abrió la puerta, los pequeños corrieron a las raíces del árbol. Sus risas acallaron la música que sonaba en la vitrola. Los duendes y las hadas volvieron a ser los vecinos del barrio. El viejo tendero, vestido de rojo, dejó de contar.

Angélica Villalba Cárdenas

Le invitamos a leer: La Esquina Delirante XCI (Microrrelatos)

Él y Ella

Él

Tras ese accidente en el que estuve al borde de la muerte, he sentido como si me hubiesen quitado un velo de los ojos, casi como una revelación. Las ganas de vivir la vida que nunca he tenido empiezan a florecer.  Siempre fui mediocre, cobarde y egoísta, pero todo eso se acabó. Visitaré a mis padres después de no verlos por quince años, le declararé mi amor a la vecina, terminaré la carrera universitaria, adoptaré un gatito, me reconciliaré con mis dos hijos, les daré mi apellido y una cuota alimentaria. Pero antes de todo, para iniciar mi nueva vida, haré un gran viaje. Hay tiempo para ser feliz y hacer las cosas bien.

Ella

Los dioses se burlan cada vez más de mí. Estoy cansada de sus acusaciones sobre mi falta de sentido del humor. Voy a demostrarles que no soy así. Empezaré ajustando algunas cuentas en este, mi gélido oficio. He decidido que quienes se salvaron milagrosamente de accidentes, sufran un ataque al corazón en el próximo viaje que hagan.

Nathaly Rodríguez

Por Autores varios

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