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                                                                                                                                  La esquina delirante XCVIII (Microrrelatos)

                                                                                                                                  Este espacio es una dentellada a la monotonía, mediante el ejercicio impulsivo y descarado de la palabra escrita. Bienvenidos todos los microrrelatos a laesquinadelirante@gmail.com, máximo 200 palabras.

                                                                                                                                  Autores varios

                                                                                                                                  Bienvenidos todos los microrrelatos a laesquinadelirante@gmail.com, máximo 200 palabras.
                                                                                                                                  Foto: Marko Milivojevic
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Algunas noches salgo a ver vampiros. Se reúnen cerca a los árboles, en los parques. En silencio miran con ojos rojos. Asechan volando sin rumbo en las tinieblas. Suelen hacerlo en círculos, amontonados, en medio de un extraño trance. Ritual previo a los sacrificios. Se les escuchan sus respiraciones agitadas y, casi se les puede sentir sus palpitaciones aceleradas. Las tienen. Imagino sus rostros pálidos mientras se echan el vaho unos a otros. Algunos rompen el círculo y se empujan. Los otros deciden permanecer en esa especie de liturgia por horas. Antes del amanecer desaparecen. Las ofrendas son cuerpos que vislumbran en su errancia. Cuando pasan los atacan en jauría. Los alfa se los llevan en sus fauces y los internan entre la alta maleza. Los rompen y atraviesan con sus colmillos. Yo siento el banquete en mis oídos. Cuando termina el festín salen casi huyendo, como si estuvieran cerca quienes pudieran apresarlos. De último aparecen las ofrendas, echando babaza hasta por la nariz, arrastrando sus pies despacio. Livianos. Desencajados. La misa ha terminado. Desciendo a la avenida y me lanzo a la calle silente. Mario F Jaimes F

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Le sugerimos: El delfinazgo colombiano: viejos nombres, nuevas elecciones

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                                                                                                                                  Bruno

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Bienvenidos todos los microrrelatos a laesquinadelirante@gmail.com, máximo 200 palabras.
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