Perfiles para un manual de crítica teatral
Presentamos un ensayo sobre cómo la crítica teatral ha evolucionado en Colombia y su impacto en la escena artística a través de tres décadas de análisis y reflexión.
Eduardo Márceles Daconte*
Durante las tres décadas (1975-2005) que ejercí la crítica y el ensayo teatral en diarios y revistas de Colombia (El Espectador, Quehacer Teatral, Nueva Frontera), Estados Unidos (Latin American Theatre Review) o Cuba (Revista Conjunto), tuve la oportunidad de conocer de manera íntima el movimiento teatral del país a través de sus diferentes grupos, obras y sus protagonistas más destacados, inmersos en esta disciplina artística que ha evolucionado desde aquellos montajes de dramas o comedias clásicas del siglo XIX y XX, hasta el surgimiento de búsquedas más contemporáneas e innovadoras como la creación colectiva, las novedosas propuestas del teatro callejero o los audaces montajes de jóvenes o experimentados directores.
Con este bagaje, no fue entonces una sorpresa cuando en el Festival de Teatro de Manizales de 1985 organizamos un taller de crítica teatral en el cual contamos con la participación de veteranos investigares de esta disciplina como el italiano Giorgio Antei, exdirector de la Escuela Nacional de Arte Dramático; Santiago García, director del teatro La Candelaria; Enrique Buenaventura, director del TEC de Cali; Octavio Arbeláez, director del Festival de Teatro de Manizales, así como los periodistas culturales Guillermo González Uribe y Maryluz Vallejo. Luego lo repetimos en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá en la década de 1990 y seguimos actualizando en subsecuentes encuentros y festivales.
En esos talleres, el grupo de investigadores y comunicadores exploró los aspectos más significativos de esta disciplina artística para condensar sus postulados y ofrecer un contexto teórico y práctico destinado a aspirantes de esta modalidad periodística que es casi inexistente en Colombia, igual sucede con la plástica, la literatura o la cinematografía, teniendo en cuenta que el vigoroso movimiento cultural del país necesita y merece una crítica especializada que valore su producción y contribuya, en este caso, a orientar a los espectadores menos avezados de una representación escénica.
El primer punto que discutimos fue el papel de la crítica de teatro en nuestra sociedad. ¿Qué función juega una persona cuya actividad es ir al teatro, investigar su historia, teoría y práctica, en el contexto de la sociedad en que vive? Sin duda, una de sus funciones es la de ser testigo participante de una actividad artística que está dispuesto a compartir sus reflexiones y argumentos con un amplio público para estimular su participación en el fenómeno teatral que
solo se completa con la necesaria energía del circuito interactivo entre representación escénica y público asistente.
En este sentido el crítico o investigador está en una posición privilegiada para analizar un montaje y, en consecuencia, ayudar al espectador desprevenido a comprender y disfrutar aún más de una función teatral. Asimismo, se considera que el crítico es el cronista de una época, su testimonio de la actividad teatral es la memoria que permanece para conformar la historia de una época o de una modalidad cultural específica. ¿A quién va a recurrir un investigador en el futuro si no es a estas reseñas y testimonios de personas que en un momento histórico reflexionaron sobre la actividad teatral, sus ideas, sus propuestas...?
Ahora, la crítica asume a su vez un conjunto de modalidades que bien se podrían catalogar como, por ejemplo, impresionista, y es aquella que solo expresa las impresiones que una obra ha causado en el crítico de una manera rápida y suele escucharse en comentarios de televisión, de radio o en artículos de prensa de un día para otro por la premura del tiempo. La crítica ensayística suele ser el producto de una sostenida investigación sobre el suceso teatral, y no se limita a los críticos sino que se extiende a los teóricos, académicos o profesionales del teatro. En esta modalidad, la crítica acostumbra remitirse al análisis de períodos históricos, manifestaciones predominantes, fenómenos recurrentes o teorías teatrales. Existe casi siempre una intención didáctica o polémica en todo cuanto exprese un crítico, y esto ayuda a la divulgación y al debate necesario que implica una obra de arte. De cualquier modo, en teatro, como en cualquier manifestación artística, nadie tiene la última palabra, ni se busca un consenso, sino un espacio para el diálogo en un proceso dialéctico permanente.
La crítica, a diferencia de un cliché común, no es sinónimo de censura, ni mucho menos. Es frecuente escuchar, cuando se menciona la crítica, asociarla con una intención negativa cuando la verdad es que en la mayoría de los casos los argumentos críticos suelen ser de carácter esclarecedor. Recuerdo que en un simposio organizado por la Asociación Internacional de Críticos de Teatro en Ciudad de México en noviembre de 1983, discutimos sobre la existencia de una crítica hostil que tiende a impugnar y desacreditar al teatro, frente a una crítica propiciatoria que, en su lugar, se propone divulgar y popularizar el teatro sin que esto implique, por supuesto, una crítica complaciente.
Las herramientas de la crítica son a menudo la historia del teatro, la semiología (descodificación de signos y símbolos), la teoría teatral, la sociología, y aún factores
económicos y extrateatrales (situación política, censura, estímulos morales), como también la función que desempeñan en un montaje la actuación, la escenografía, el vestuario, la iluminación, la voz (dicción), la expresión corporal, la utilería, la música, la gestualidad, kinésis y proxemia o los lenguajes verbales y no verbales. En resumen, tener un conocimiento del fenómeno teatral en su esencia textual y a nivel operativo. Es decir, la literatura dramática y su puesta en escena. Recordemos que, como propone el teórico italiano Ferruccio Rossi-Landi, tal fenómeno se produce en el momento de la representación frente a un público.
Es necesario también tener un conocimiento de las teorías y prácticas teatrales más influyentes desde Aristóteles, la Commedia dell´Arte, el teatro naturalista, realista o existencialista, hasta Brecht, Grotowski, Stanislavski, Strasberg, Antonin Artaud o Samuel Beckett, así como la evolución de los conceptos estéticos inmersos en la realidad social de un momento determinado. En la historia de la crítica han sido útiles ciertas metodologías analíticas que ayudan en la labor profesional como pueden ser, por ejemplo, el positivismo en la comprensión del realismo naturalista, el estructuralismo para analizar las diferentes estructuras que componen el andamiaje teatral, y aún el marxismo en el caso de la crítica participatoria o dialéctica que se utiliza en algunos países socialistas. A diferencia del crítico de butaca, el crítico participativo trabaja con el grupo teatral para desentrañar la esencia del montaje a la vez que efectúa una retroalimentación, desde el exterior, que beneficia el curso de la producción dramática.
De todos modos, existe una crítica ideal y una crítica posible. La ideal es aquella que reúne todas estas condiciones en un ámbito de libertad, en donde el crítico es también un creador. En este caso, el crítico consigue hacer una práctica artística integral, paralela a la puesta en escena. No obstante, las circunstancias de tiempo y espacio hacen que se realice a menudo una crítica posible que dista mucho de ser la luz que ilumine un fenómeno artístico y solo alumbra algunos fragmentos que, no obstante, dejan entreabierta la brecha del misterio y la ambigüedad que caracteriza toda obra de arte.
El montaje de una obra de teatro suele ser la exploración de un ámbito desconocido, una aventura hacia el fascinante mundo de la ficción, o más bien, de esa otra realidad que es donde muchas veces se refleja nuestra verdadera sociedad. Aunque es ineludible aclarar que no considero el teatro como una acción meramente refleja, sino como una actividad dinámica que contribuye a la transformación social de su época. En tal sentido, el crítico tiene que estar al
tanto de los aires que circulan en el mundo del teatro para entenderlos y comunicarlos. Cuando en la década del 60 comenzó a experimentarse con la creación colectiva en Colombia, la primera reacción de ciertos críticos tradicionales fue rechazarla sin beneficio de inventario. Después, les tomó mucho tiempo antes de aceptarla y discutirla, y aún hay ciertos críticos y comunicadores que desconocen su importante contribución a nuestra dramaturgia nacional.
Para concluir estos perfiles de crítica teatral, valdría la pena recordar los elementos que integran una reseña crítica, quitándoles unos o poniéndoles otros a la lista sugerida.
1º. Ubicación de la obra: cronológica, histórica, cultural, geográfica, género (comedia, tragedia, drama, pantomima, títeres, danza-teatro, y combinaciones escénicas), caracterización de un estilo (realista, experimental, sociologista, panfletario...), y escuela teatral (expresionismo, teatro épico, absurdo, teatro poético...)
2º Descripción: breve sinopsis de la trama, intriga, articulaciones narrativas, protagonistas en función de la acción dramática.
3º Comparación con obras análogas o distintas en su concepción textual u operativa a fin de trazar influencias, epigonismo o autenticidad.
4º Ponderación de elementos que constituyen la obra, por ejemplo, gestualidad, coherencia textual, actuación de conjunto, organicidad escenográfica, efectismo musical, entre otros factores que integran un montaje.
5º Análisis de la estructura dramática, mecanismos y articulaciones que determinan su funcionamiento dentro de su especificidad teatral.
6º Evaluación que pretende ser objetiva aunque sabemos que tal objetividad es difícil o inexistente, sino que, en ocasiones, es apasionada y subjetiva, como proponía el poeta Baudelaire.
7º Predicción acerca del futuro de una obra: principio o corolario de una tendencia o fenómeno escénico y su eventual contribución al proceso teatral en su conjunto.
8º Información acerca de la obra: lugar de presentación, identificación de sus integrantes (cuando no se ha evaluado su participación), ficha técnica...
9° Una última recomendación es dejar a la entrada del teatro todas las teorías y prejuicios o, incluso estas sugerencias, para entregarse a disfrutar a plenitud del espectáculo teatral!
*Escritor, periodista e investigador cultural, autor de una docena de libros entre novelas, cuentos, biografías, antologías, reseñas y ensayos sobre teatro, literatura y artes visuales.
Durante las tres décadas (1975-2005) que ejercí la crítica y el ensayo teatral en diarios y revistas de Colombia (El Espectador, Quehacer Teatral, Nueva Frontera), Estados Unidos (Latin American Theatre Review) o Cuba (Revista Conjunto), tuve la oportunidad de conocer de manera íntima el movimiento teatral del país a través de sus diferentes grupos, obras y sus protagonistas más destacados, inmersos en esta disciplina artística que ha evolucionado desde aquellos montajes de dramas o comedias clásicas del siglo XIX y XX, hasta el surgimiento de búsquedas más contemporáneas e innovadoras como la creación colectiva, las novedosas propuestas del teatro callejero o los audaces montajes de jóvenes o experimentados directores.
Con este bagaje, no fue entonces una sorpresa cuando en el Festival de Teatro de Manizales de 1985 organizamos un taller de crítica teatral en el cual contamos con la participación de veteranos investigares de esta disciplina como el italiano Giorgio Antei, exdirector de la Escuela Nacional de Arte Dramático; Santiago García, director del teatro La Candelaria; Enrique Buenaventura, director del TEC de Cali; Octavio Arbeláez, director del Festival de Teatro de Manizales, así como los periodistas culturales Guillermo González Uribe y Maryluz Vallejo. Luego lo repetimos en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá en la década de 1990 y seguimos actualizando en subsecuentes encuentros y festivales.
En esos talleres, el grupo de investigadores y comunicadores exploró los aspectos más significativos de esta disciplina artística para condensar sus postulados y ofrecer un contexto teórico y práctico destinado a aspirantes de esta modalidad periodística que es casi inexistente en Colombia, igual sucede con la plástica, la literatura o la cinematografía, teniendo en cuenta que el vigoroso movimiento cultural del país necesita y merece una crítica especializada que valore su producción y contribuya, en este caso, a orientar a los espectadores menos avezados de una representación escénica.
El primer punto que discutimos fue el papel de la crítica de teatro en nuestra sociedad. ¿Qué función juega una persona cuya actividad es ir al teatro, investigar su historia, teoría y práctica, en el contexto de la sociedad en que vive? Sin duda, una de sus funciones es la de ser testigo participante de una actividad artística que está dispuesto a compartir sus reflexiones y argumentos con un amplio público para estimular su participación en el fenómeno teatral que
solo se completa con la necesaria energía del circuito interactivo entre representación escénica y público asistente.
En este sentido el crítico o investigador está en una posición privilegiada para analizar un montaje y, en consecuencia, ayudar al espectador desprevenido a comprender y disfrutar aún más de una función teatral. Asimismo, se considera que el crítico es el cronista de una época, su testimonio de la actividad teatral es la memoria que permanece para conformar la historia de una época o de una modalidad cultural específica. ¿A quién va a recurrir un investigador en el futuro si no es a estas reseñas y testimonios de personas que en un momento histórico reflexionaron sobre la actividad teatral, sus ideas, sus propuestas...?
Ahora, la crítica asume a su vez un conjunto de modalidades que bien se podrían catalogar como, por ejemplo, impresionista, y es aquella que solo expresa las impresiones que una obra ha causado en el crítico de una manera rápida y suele escucharse en comentarios de televisión, de radio o en artículos de prensa de un día para otro por la premura del tiempo. La crítica ensayística suele ser el producto de una sostenida investigación sobre el suceso teatral, y no se limita a los críticos sino que se extiende a los teóricos, académicos o profesionales del teatro. En esta modalidad, la crítica acostumbra remitirse al análisis de períodos históricos, manifestaciones predominantes, fenómenos recurrentes o teorías teatrales. Existe casi siempre una intención didáctica o polémica en todo cuanto exprese un crítico, y esto ayuda a la divulgación y al debate necesario que implica una obra de arte. De cualquier modo, en teatro, como en cualquier manifestación artística, nadie tiene la última palabra, ni se busca un consenso, sino un espacio para el diálogo en un proceso dialéctico permanente.
La crítica, a diferencia de un cliché común, no es sinónimo de censura, ni mucho menos. Es frecuente escuchar, cuando se menciona la crítica, asociarla con una intención negativa cuando la verdad es que en la mayoría de los casos los argumentos críticos suelen ser de carácter esclarecedor. Recuerdo que en un simposio organizado por la Asociación Internacional de Críticos de Teatro en Ciudad de México en noviembre de 1983, discutimos sobre la existencia de una crítica hostil que tiende a impugnar y desacreditar al teatro, frente a una crítica propiciatoria que, en su lugar, se propone divulgar y popularizar el teatro sin que esto implique, por supuesto, una crítica complaciente.
Las herramientas de la crítica son a menudo la historia del teatro, la semiología (descodificación de signos y símbolos), la teoría teatral, la sociología, y aún factores
económicos y extrateatrales (situación política, censura, estímulos morales), como también la función que desempeñan en un montaje la actuación, la escenografía, el vestuario, la iluminación, la voz (dicción), la expresión corporal, la utilería, la música, la gestualidad, kinésis y proxemia o los lenguajes verbales y no verbales. En resumen, tener un conocimiento del fenómeno teatral en su esencia textual y a nivel operativo. Es decir, la literatura dramática y su puesta en escena. Recordemos que, como propone el teórico italiano Ferruccio Rossi-Landi, tal fenómeno se produce en el momento de la representación frente a un público.
Es necesario también tener un conocimiento de las teorías y prácticas teatrales más influyentes desde Aristóteles, la Commedia dell´Arte, el teatro naturalista, realista o existencialista, hasta Brecht, Grotowski, Stanislavski, Strasberg, Antonin Artaud o Samuel Beckett, así como la evolución de los conceptos estéticos inmersos en la realidad social de un momento determinado. En la historia de la crítica han sido útiles ciertas metodologías analíticas que ayudan en la labor profesional como pueden ser, por ejemplo, el positivismo en la comprensión del realismo naturalista, el estructuralismo para analizar las diferentes estructuras que componen el andamiaje teatral, y aún el marxismo en el caso de la crítica participatoria o dialéctica que se utiliza en algunos países socialistas. A diferencia del crítico de butaca, el crítico participativo trabaja con el grupo teatral para desentrañar la esencia del montaje a la vez que efectúa una retroalimentación, desde el exterior, que beneficia el curso de la producción dramática.
De todos modos, existe una crítica ideal y una crítica posible. La ideal es aquella que reúne todas estas condiciones en un ámbito de libertad, en donde el crítico es también un creador. En este caso, el crítico consigue hacer una práctica artística integral, paralela a la puesta en escena. No obstante, las circunstancias de tiempo y espacio hacen que se realice a menudo una crítica posible que dista mucho de ser la luz que ilumine un fenómeno artístico y solo alumbra algunos fragmentos que, no obstante, dejan entreabierta la brecha del misterio y la ambigüedad que caracteriza toda obra de arte.
El montaje de una obra de teatro suele ser la exploración de un ámbito desconocido, una aventura hacia el fascinante mundo de la ficción, o más bien, de esa otra realidad que es donde muchas veces se refleja nuestra verdadera sociedad. Aunque es ineludible aclarar que no considero el teatro como una acción meramente refleja, sino como una actividad dinámica que contribuye a la transformación social de su época. En tal sentido, el crítico tiene que estar al
tanto de los aires que circulan en el mundo del teatro para entenderlos y comunicarlos. Cuando en la década del 60 comenzó a experimentarse con la creación colectiva en Colombia, la primera reacción de ciertos críticos tradicionales fue rechazarla sin beneficio de inventario. Después, les tomó mucho tiempo antes de aceptarla y discutirla, y aún hay ciertos críticos y comunicadores que desconocen su importante contribución a nuestra dramaturgia nacional.
Para concluir estos perfiles de crítica teatral, valdría la pena recordar los elementos que integran una reseña crítica, quitándoles unos o poniéndoles otros a la lista sugerida.
1º. Ubicación de la obra: cronológica, histórica, cultural, geográfica, género (comedia, tragedia, drama, pantomima, títeres, danza-teatro, y combinaciones escénicas), caracterización de un estilo (realista, experimental, sociologista, panfletario...), y escuela teatral (expresionismo, teatro épico, absurdo, teatro poético...)
2º Descripción: breve sinopsis de la trama, intriga, articulaciones narrativas, protagonistas en función de la acción dramática.
3º Comparación con obras análogas o distintas en su concepción textual u operativa a fin de trazar influencias, epigonismo o autenticidad.
4º Ponderación de elementos que constituyen la obra, por ejemplo, gestualidad, coherencia textual, actuación de conjunto, organicidad escenográfica, efectismo musical, entre otros factores que integran un montaje.
5º Análisis de la estructura dramática, mecanismos y articulaciones que determinan su funcionamiento dentro de su especificidad teatral.
6º Evaluación que pretende ser objetiva aunque sabemos que tal objetividad es difícil o inexistente, sino que, en ocasiones, es apasionada y subjetiva, como proponía el poeta Baudelaire.
7º Predicción acerca del futuro de una obra: principio o corolario de una tendencia o fenómeno escénico y su eventual contribución al proceso teatral en su conjunto.
8º Información acerca de la obra: lugar de presentación, identificación de sus integrantes (cuando no se ha evaluado su participación), ficha técnica...
9° Una última recomendación es dejar a la entrada del teatro todas las teorías y prejuicios o, incluso estas sugerencias, para entregarse a disfrutar a plenitud del espectáculo teatral!
*Escritor, periodista e investigador cultural, autor de una docena de libros entre novelas, cuentos, biografías, antologías, reseñas y ensayos sobre teatro, literatura y artes visuales.