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                                                                                                                                  La filosofía colombiana en tiempos de la Regeneración

                                                                                                                                  En 2018 la Universidad Javeriana publicó el libro El terreno común de la escritura. Una historia de la producción filosófica en Colombia 1892-1910, del profesor Carlos Arturo López Jiménez, texto producto de su tesis doctoral en Historia en la Universidad Libre de Berlín. El libro cuenta con un laudatorio pero crítico prólogo del filósofo colombiano Santiago Castro-Gómez, conocedor de estas discusiones.

                                                                                                                                  Damián Pachón Soto / dpachons@uis.edu.co

                                                                                                                                  Cortesía
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                                                                                                                                  Ahora, ¿cuál es la apuesta específica de la investigación? ¿Cuál es la diferencia con las otras investigaciones? Y, finalmente, ¿cuáles son, a mi parecer, algunas de sus limitaciones? Veamos.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  El profesor López no pretende explicar la producción filosófica de este periodo de la Hegemonía Conservadora acudiendo a los contextos, a los cambios políticos, la Guerra de los mil días, las tensiones partidistas entre liberales y conservadores, las disputas religiosas, la naciente presencia de ideas socialistas; tampoco, como producto de la recepción deficiente o no del pensamiento europeo, etcétera. No. Si bien menciona estos contextos y cree que hay alguna relación entre ellos y la producción filosófica, considera que no la explica totalmente.

                                                                                                                                  Por ejemplo, el contexto no implica, de suyo, la posibilidad de comprender un texto.  Lo que él pretende dilucidar con su estudio histórico-crítico son las “Reglas históricas de un modo de escribir”; las “condiciones históricas de la práctica de la escritura filosófica” o el “ejercicio de escritura mismo”. Para el logro de este objetivo es importante lo que él llama “mínimo textual”, concepto que denota las “exigencias y limitaciones”, “procedimientos técnicos propios de la escritura filosófica durante las postrimerías del siglo XIX y el despunte del siglo XX”.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Ahora, ¿cuál es la diferencia de estas investigaciones con las historias de la filosofía colombiana ya existente, entre ellas, los escritos de Rubén Sierra Mejía, Germán Marquínez Argote, Manuel Guillermo Rodríguez, Hernán Ortíz Rivas y Numas Armando Gil, Rubén Jaramillo Vélez, Damián Pachón Soto, Leonardo Tovar González, entre otros?

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  López argumenta que las historias de la filosofía en Colombia del siglo pasado operaron bajo lo que llama el “marco de referencia de la modernidad”. Es decir, aquí la modernidad opera como criterio normativo que ha condicionado la lectura del pensamiento producido durante la llamada Hegemonía Conservadora. Desde este punto de vista, la obra de Miguel Antonio Caro o Rafael María Carrasquilla, para mencionar dos ilustres ejemplos, aparecen como pensamiento premoderno, prefilosófico, tradicionalista, conservador. Aparece como un pensamiento deficitario frente a las características de lo que la narrativa moderna impone como criterios válidos para calificar una obra de estrictamente filosófica. Acudir a la modernidad, implica, también, para el historiador, “la toma de partido, consciente o no, por algunas de las facciones en pugna durante los procesos que se estudian, toma de partido que en verdad, para López, no le corresponde. Esta operación, donde la modernidad opera en retrospectiva,  ha permitido relacionar inexactamente el desarrollo filosófico con el liberalismo y su atraso con el conservatismo.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Hay que decir que los efectos de esta operación son múltiples: a) muestra la producción filosófica anterior como la prehistoria del oficio filosófico; b) contribuye a ocultar las obras filosóficas previas a los años treinta del siglo XX; c) Muestra como exóticas o excepcionales obras como las de Vargas Vila, Fernando González  Ochoa, Carlos Arturo Torres, entre otros; d) impide un acercamiento  desprejuiciado, directo, que se fije en la lógica interna, la estructura y los contenidos de los textos mismos; e) permite calificar de atrasada, inmadura, poco seria y rigurosa, la producción filosófica nuestra anterior a los años treinta y cuarenta, al compararla con la producción europea o de ciertos países latinoamericanos; f) asocia el nacimiento de la filosofía moderna en Colombia con el regreso del liberalismo al poder a partir del gobierno de Enrique Olaya Herrera. Y, g) finalmente, implica una falta de sentido histórico, pues impide ver las reglas específicas de la escritura filosófica durante la Hegemonía Conservadora, a la vez que es ciega frente a sus propias prácticas y reglas.  

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  En Colombia, esta normalización aparece materializada en la creación del Departamento de Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia, en 1946, o la fundación de la Revista Ideas y valores de esa universidad. Estos cambios operados según los filósofos e historiadores de la filosofía mencionados, en los años treinta y cuarenta del siglo pasado, permitieron que la filosofía hiciera parte del cauce normal de la cultura y que tuviera su presencia en el espacio social y cultural.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Finalmente, hay que decir que el de López Jiménez es un texto imprescindible para los historiadores y los estudiosos de la filosofía en Colombia, pues crítica narrativas tradicionales, pone de manifiestos ciertas limitaciones de la historiografía filosófica nacional y, sobre todo porque “en concreto para la historia de Colombia, esta investigación invita a leer y releer unos textos olvidados y reducidos a dimensiones muy estrechas”.  Un libro, pues, que es urgente leer y analizar.

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                                                                                                                                  Ahora, ¿cuál es la apuesta específica de la investigación? ¿Cuál es la diferencia con las otras investigaciones? Y, finalmente, ¿cuáles son, a mi parecer, algunas de sus limitaciones? Veamos.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  El profesor López no pretende explicar la producción filosófica de este periodo de la Hegemonía Conservadora acudiendo a los contextos, a los cambios políticos, la Guerra de los mil días, las tensiones partidistas entre liberales y conservadores, las disputas religiosas, la naciente presencia de ideas socialistas; tampoco, como producto de la recepción deficiente o no del pensamiento europeo, etcétera. No. Si bien menciona estos contextos y cree que hay alguna relación entre ellos y la producción filosófica, considera que no la explica totalmente.

                                                                                                                                  Por ejemplo, el contexto no implica, de suyo, la posibilidad de comprender un texto.  Lo que él pretende dilucidar con su estudio histórico-crítico son las “Reglas históricas de un modo de escribir”; las “condiciones históricas de la práctica de la escritura filosófica” o el “ejercicio de escritura mismo”. Para el logro de este objetivo es importante lo que él llama “mínimo textual”, concepto que denota las “exigencias y limitaciones”, “procedimientos técnicos propios de la escritura filosófica durante las postrimerías del siglo XIX y el despunte del siglo XX”.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Ahora, ¿cuál es la diferencia de estas investigaciones con las historias de la filosofía colombiana ya existente, entre ellas, los escritos de Rubén Sierra Mejía, Germán Marquínez Argote, Manuel Guillermo Rodríguez, Hernán Ortíz Rivas y Numas Armando Gil, Rubén Jaramillo Vélez, Damián Pachón Soto, Leonardo Tovar González, entre otros?

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  López argumenta que las historias de la filosofía en Colombia del siglo pasado operaron bajo lo que llama el “marco de referencia de la modernidad”. Es decir, aquí la modernidad opera como criterio normativo que ha condicionado la lectura del pensamiento producido durante la llamada Hegemonía Conservadora. Desde este punto de vista, la obra de Miguel Antonio Caro o Rafael María Carrasquilla, para mencionar dos ilustres ejemplos, aparecen como pensamiento premoderno, prefilosófico, tradicionalista, conservador. Aparece como un pensamiento deficitario frente a las características de lo que la narrativa moderna impone como criterios válidos para calificar una obra de estrictamente filosófica. Acudir a la modernidad, implica, también, para el historiador, “la toma de partido, consciente o no, por algunas de las facciones en pugna durante los procesos que se estudian, toma de partido que en verdad, para López, no le corresponde. Esta operación, donde la modernidad opera en retrospectiva,  ha permitido relacionar inexactamente el desarrollo filosófico con el liberalismo y su atraso con el conservatismo.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Hay que decir que los efectos de esta operación son múltiples: a) muestra la producción filosófica anterior como la prehistoria del oficio filosófico; b) contribuye a ocultar las obras filosóficas previas a los años treinta del siglo XX; c) Muestra como exóticas o excepcionales obras como las de Vargas Vila, Fernando González  Ochoa, Carlos Arturo Torres, entre otros; d) impide un acercamiento  desprejuiciado, directo, que se fije en la lógica interna, la estructura y los contenidos de los textos mismos; e) permite calificar de atrasada, inmadura, poco seria y rigurosa, la producción filosófica nuestra anterior a los años treinta y cuarenta, al compararla con la producción europea o de ciertos países latinoamericanos; f) asocia el nacimiento de la filosofía moderna en Colombia con el regreso del liberalismo al poder a partir del gobierno de Enrique Olaya Herrera. Y, g) finalmente, implica una falta de sentido histórico, pues impide ver las reglas específicas de la escritura filosófica durante la Hegemonía Conservadora, a la vez que es ciega frente a sus propias prácticas y reglas.  

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Desde luego, estas operaciones, producto de leer la Hegemonía Conservadora bajo el marco de referencia de la modernidad, están posibilitadas, también, por el uso de categorías como normalización y secularización, asociadas a la de modernidad. Como es sabido, en la filosofía latinoamericana y colombiana por normalización se entiende, siguiendo al filósofo argentino Francisco Romero, la profesionalización de la filosofía, la fundación de facultades laicas, creación de revistas, editoriales, realización de congresos y simposios, proyectos intelectuales comunes; una mayor preparación docente, una adecuada lectura de los clásicos de la filosofía en su propia lengua, el ingreso de la filosofía alemana, etc.

                                                                                                                                  En Colombia, esta normalización aparece materializada en la creación del Departamento de Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia, en 1946, o la fundación de la Revista Ideas y valores de esa universidad. Estos cambios operados según los filósofos e historiadores de la filosofía mencionados, en los años treinta y cuarenta del siglo pasado, permitieron que la filosofía hiciera parte del cauce normal de la cultura y que tuviera su presencia en el espacio social y cultural.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Ahora bien, esta lectura desconoce, según López, que ya en el siglo XIX existían unas condiciones materiales, sociales, técnicas, para la filosofía: la disciplina era parte del proceso educativo, también circulaba por fuera del espacio escolar o la instrucción pública; se disputaba, se debatía, se publicaba; la filosofía aparecía en los periódicos; se hacían reseñas y existía un conjunto de códigos, por decirlo así, y un conjunto de reglas de la escritura filosófica misma, que permitían decir qué merecía o no llamarse filosofía; existían unos criterios epistemológicos mínimos, por ejemplo, se valoraba “el uso de datos empíricos en la producción del conocimiento”. Por eso, López concluye que no es cierto que condiciones materiales para la filosofía sólo se hayan dado hacia 1930, sino que éstas ya se encontraban presentes por los menos 60 años antes que los filósofos normalizadores del siglo XX las proclamaran. Tampoco es cierto que la producción filosófica de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX careciera de valor. Para comprobarlo, basta ir a los textos mismos y mirar la caladura del tipo de discusiones epistemológicas que se daban.  

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Este prólogo es el de un Castro-Gómez que ha “superado a Foucault”, por decirlo así, y que ahora, a diferencia de su etapa anterior más coqueta con el posmodernismo, valora los criterios normativos, pues su ausencia, en el caso de la investigación de López, puede ser un error “tanto desde el punto de vista investigativo como desde el político”. Por eso, no deja de ser curioso que el prologuista acepte y acoja los resultados y los logros de la investigación de López, a la vez que termina cuestionando la pretendida ausencia de criterios normativos. Ahora, no es que tales criterios normativos estén ausentes, lo que sucede es que el investigador no es consciente de ellos, y por eso convierte su análisis descriptivo de su “metáfora geológica”, el terreno común de la escritura 1892-1910, su pedazo recortado de pasado, por decirlo así, en norma para la investigación de otros periodos históricos, lo cual, según el investigador, puede aportarle a otras historias profesionales, como “la historia cultural, la de los intelectuales, la de los conceptos, la de la política, la literatura”.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  En cuarto lugar, no comparto en absoluto la afirmación de López Jiménez cuando dice: “sintéticamente, se puede decir que el libro de Jaramillo Uribe [se refiere a El pensamiento colombiano en el siglo XX, D.P] es una historia de la recepción del liberalismo en Colombia”, pues en este clásico libro se trata, también, el pensamiento de Miguel Antonio Caro, José Eusebio Caro, Sergio Arboleda, Marco Fidel Suárez y Rafael María Carrasquilla, insignes representantes del pensamiento conservador. Aborda, igualmente, influencias del pensamiento conservador europeo en Colombia. Lo que dice Jaramillo Uribe es (y a modo de excusa) que le da “importancia concedida al tema del liberalismo en la parte correspondiente a la idea del Estado”, idea liberal del Estado preponderante en el siglo XIX. Jaramillo aclara que lo que busca es “un intento de comprensión de la vida espiritual colombiana durante el siglo XIX” y de la acción de las ideas “sobre la vida y las instituciones de una nación”. De tal manera que su empresa es mucho más abarcadora. Es más, también se ocupa de un pensador como Manuel María Madiedo, el cual está entre “Saint-Simon y Proudhon”, muy alejado de la adscripción ideológica a los dos partidos tradicionales. También es errada su afirmación según la cual Nicolás Gómez Dávila no ha sido tenido en cuenta en una historia de la filosofía, pues su obra es revisada en mi libro Estudios sobre el pensamiento colombiano de 2011.  

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Me parece que lo que ocurre entre los años treinta y cuarenta del siglo XX, que López considera una continuidad y no una ruptura con el pasado filosófico de La Regeneración (esto a pesar de que él dice no describir un proceso), puede ser visto como un cambio cualitativo bastante significativo para la historia social de la filosofía en Colombia, y su proceso de producción, circulación y consumo. Así lo testimonian los filósofos de esa época, partícipes de esos cambios, que sí sintieron un nuevo clima, mejores condiciones, más libertad para la crítica, que la que había en el periodo anterior, donde, a su parecer, había más control, más dogmatismo e intransigencia ideológica.  No olvidemos que el libro Viaje a pie de Fernando González, de 1929, fue censurado por la iglesia. Tal vez lo que se produjo en estas décadas, además de los nuevos valores que acertadamente pone de presente López Jiménez, es una transformación paulatina de esas reglas de escritura.

                                                                                                                                  Finalmente, hay que decir que el de López Jiménez es un texto imprescindible para los historiadores y los estudiosos de la filosofía en Colombia, pues crítica narrativas tradicionales, pone de manifiestos ciertas limitaciones de la historiografía filosófica nacional y, sobre todo porque “en concreto para la historia de Colombia, esta investigación invita a leer y releer unos textos olvidados y reducidos a dimensiones muy estrechas”.  Un libro, pues, que es urgente leer y analizar.

                                                                                                                                  Por Damián Pachón Soto / dpachons@uis.edu.co

                                                                                                                                  Ver todas las noticias
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