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La Forma viva de Dicken Castro

La muestra está compuesta por una selección de la obra del arquitecto y diseñador.

Lina María Gómez González
10 de marzo de 2009 - 11:00 p. m.

Minucioso observador de las formas. Detallista admirable frente a los colores y los símbolos de la cultura popular. Coleccionista de ideas. Fotógrafo y pintor de imágenes que le impactan. Viajero empedernido. Arquitecto de herencia y diseñador gráfico por pasión. Estas son las aficiones y los oficios que han acompañado la vida de Dicken Castro, el pionero del diseño gráfico en Colombia.

Frente a sus ojos han pasado múltiples formas que le han sugerido el camino a seguir.  Éstas, acompañadas de anécdotas que Castro recuerda con gracia y casi todas se remiten a su niñez. El cuarto que su mamá diseñó para él en la casa de la finca de Santa Helena. La expresión “estoy en el cielo” que uno de los pacientes de la clínica de su papá dijo al despertar. O las casas de las laderas del río Otún en Pereira construidas en guadua que, siendo estudiante de arquitectura, lo llevaron a investigar y a ser el profeta de este milagro de la naturaleza.

Estas imágenes han producido a su vez nuevas figuras tanto en pintura, dibujos, fotografía, como en construcciones y en especial símbolos que hacen parte del imaginario cotidiano, aquellos que ha diseñado como imagen corporativa de empresas y encuentros mundiales. Quizás el más famoso es el logotipo del XXXIX Congreso Eucarístico Internacional en Bogotá. Pero el de mayor circulación es el acuñado en la moneda de 200 pesos que ha ido de mano en mano desde 1994.

Este conjunto de impresiones plasmadas en nuevas imágenes hacen parte de la exposición “Forma viva”, que se inaugura esta noche en el Museo de Artes Visuales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá. Con la curaduría de Ana María Escallón, la muestra evoca lo esencial de la creación de Dicken Castro y rescata sus facetas más conocidas, aquellas que conserva como tesoros, como sus anotaciones de viajes, los sellos y rodillos precolombinos que ha coleccionado y algunas poco difundidas como los bocetos del diseño del vestuario y la escenografía de la obra Galileo de Bertolt Brecht, montaje con una única presentación en 1964.

Dicken Castro se precia de ser un hombre modesto. Sin embargo, no puede ocultar el orgullo que siente porque su obra, como la plaza de mercado de Paloquemao, o el Hotel y Centro de Convenciones, Centro Hidroterapéutico de Paipa, o el desaparecido símbolo de Colsubsidio, han calado en la cotidianidad de la cultura popular, aquella en la que también se ha interesado por investigar.

Hoy, a sus 86 años, también siente orgullo por la fortuna de haber seguido su instinto de viajero y de haber conocido tantas culturas que han permeado sus diseños, pero que, sobre todo, conserva no sólo en su memoria, sino en su diario de viaje, una colección de pinturas en acuarela, dibujos y fotografías que más que una obra de arte, son sus anotaciones para recordar.

Informes exposición: 242 7030.

Por Lina María Gómez González

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