Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
¿Cómo fue crecer dedicándose a este deporte?
Fue algo muy normal, en primera instancia porque vengo de una familia muy deportista. Tengo ocho hermanos y todos hicieron deporte en algún momento, era como una cuestión de tradición en la familia que todos fuéramos a hacer deporte. Empecé desde chica, a los seis años, y fue algo que me atrapó desde el principio. En la casa me ponía a hacer maromas y todo eso, entonces la gimnasia desde chiquita fue parte de mí, hasta ahora. Es mi estilo de vida.
Su carrera empezó en la gimnasia artística, pero terminó dedicándose a la gimnasia rítmica. ¿Qué le llamó la atención de esta última?
A mí me gustaba la artística, porque me encantaba volar y los mortales, pero claro, era muy chica y no sabía muy bien a qué nivel llegaba todo eso. Llegó un momento en el que me empezó a dar miedo, es un deporte mucho más extremo que la rítmica. En el momento en que los entrenadores me hicieron ver que yo tenía más condiciones físicas para la rítmica y ya con el miedo que me daba la artística fue cuando me convencí de probar. En un inicio era por probar, porque realmente no me llamaba la atención la rítmica, hasta que entré y me empecé a dar cuenta de que era buena. Desde la primera semana que entré, las entrenadoras estaban fascinadas conmigo porque yo era muy flexible; eso fue una gran motivación para engancharme en ese deporte y que muy rápido fui avanzando y llegando al mismo nivel de mis compañeras que ya tenían más experiencia.
Le sugerimos: “La restauración muchas veces se convierte en una meditación”: Laura Corso
¿Con cuál de los cinco elementos que emplean disfrutaba más?
Con pelota y aro al principio, después el listón. Me encantaba, pero es un aparato muy difícil, incluso lo agarramos cuando estamos más avanzadas. En la iniciación solamente tenía aro, pelota y cuerda, que son como los primeros aparatos con los que se empiezan a trabajar, y después clavas y listón, que son aparatos más complejos, se incorporan al programa. La pelota me encantó siempre, sin embargo. me costaba mucho trabajo.
¿Había algo que quisiera expresar mediante sus rutinas con estos elementos?
La gimnasia involucra muchísimo arte y es mucha expresión, incluso hasta teatro, porque hay que interpretar una coreografía, una música, y justamente a mí lo que más me gustaba era sentir la conexión de la música que yo había elegido con los movimientos que estaba haciendo, para mí la gimnasia se volvió como un mundo en el que yo me identificaba y donde podía ser yo, expresarme yo tal cual. De pronto me costaba mucho trabajo poder hablar o expresarme con palabras, entonces la gimnasia fue un medio de expresarme a través del movimiento.
¿Cómo definiría la gimnasia más allá de lo que representa para usted?
La gimnasia la definiría como un deporte muy bonito, porque visualmente es muy lindo verlo, pero también como un deporte muy estricto y difícil, porque involucra demasiadas cualidades y habilidades motrices de la persona, haciéndolo al mismo tiempo, es mucha coordinación y pues se vuelve un deporte que, como es de apreciación en donde dependes de la calificación de un juez, se busca hacerlo lo más perfecto posible, porque la percepción de los ojos de cada persona es muy subjetiva.
Le recomendamos: The Wonder: todos necesitamos una historia
Para usted, ¿qué es la perfección?
Es un tema muy subjetivo, porque cada quien busca dar lo mejor de sí mismo a partir de su percepción. Me defino como alguien muy perfeccionista, cosa que no me ha agradado tanto porque luego me doy cuenta de que las cosas a lo mejor ya están bien. La perfección podría ser la búsqueda de la excelencia.
¿Cuál es uno de los mejores recuerdos que le dejó su carrera en gimnasia?
De lo que más me gustó fueron las experiencias de las competencias, porque son sensaciones muy diferentes. Las sensaciones de salir a competir y de la adrenalina, el nervio y todo lo que implica una competencia, eso me encantaba. También las amistades que hice en todo el mundo y todos los valores que pude desarrollar mediante el deporte y la gimnasia para formarme como persona también, es algo que va intrínseco con el desarrollo humano, esta parte deportiva que es muy valiosa porque son muchos valores que desarrollamos los deportistas.
¿Qué enseñanza le dejó haberse dedicado a gimnasia durante tantos años?
Creo que la perseverancia. Al ser un deporte no tan conocido en México y no tan apoyado, fue difícil luchar contra estigmas, la falta de conocimiento para saber cómo lograr, por ejemplo, una clasificación olímpica. Intenté clasificar en tres ciclos olímpicos y era raro porque tenía comentarios de jueces y entrenadoras internacionales sobre mis habilidades y me preguntaba “¿por qué no llego?”. Esa parte fue difícil de superar, pero lo más valioso para mí fue que nunca me di por vencida, a pesar de varios tropiezos que hubo en el camino, tenía las ganas y a veces hasta me sorprendo a mí misma, todavía me cuesta creerlo. Esa perseverancia fue la que al final me ha llevado durante todo lo que llevo de años de vida, me ha llevado a lograr cosas y metas.
Le puede interesar: Carlos Cuarón: “Los silencios son los momentos más importantes de las películas”
¿Cómo ve el panorama de la gimnasia rítmica en México y Latinoamérica?
Se ha desarrollado mucho, de eso no cabe duda. Pero hace unos años todavía me preguntaban qué disciplina practicaba y cuando les decía que gimnasia, pensaban en la artística con la viga y las barras, y le explicaba que era la otra. Es un reto social que la gente vaya conociéndolo más. Las redes sociales han ayudado a que se difunda más y poder mostrar mejor lo que se hace en gimnasia rítmica junto con representantes de Latinoamérica, van haciendo visible el deporte. Algo que me gustó mucho de la experiencia de clasificación a Tokio fue justamente esto, poder ayudar a hacer más conocido mi deporte. Por otro lado, el conocimiento o el trabajo de la disciplina en Latinoamérica también va creciendo. Ya más gimnastas van emulando lo que en Europa se hace. Entonces hoy tenemos latinoamericanas de muy buen nivel, incluso ya clasificándose a finales de copas del mundo. Falta más desarrollo, pero creo que algo que ha ayudado mucho es que Estados Unidos y Brasil, que son potencia, van marcando el ritmo de cómo Latinoamérica tendría que ir alcanzando mayores puntuaciones, mayores dificultades. El panorama lo veo favorable para cada vez ir marcando más territorio a nivel mundial.
Usted se retiró en diciembre del año pasado, ¿cómo fue el proceso de tomar esta decisión?
No fue difícil porque yo ya me lo había planteado desde antes que iba a ser mi último ciclo olímpico. Pero dar el paso sí fue difícil porque una cosa es pensarlo y decirlo y la otra es ya en la realidad o en el día a día dar ese paso. Lo complicado fue el estilo de vida, porque tenía una rutina diaria de levantarme temprano, ir al gimnasio, desayunar, entrenar y volver a entrenar y comer y volver a entrenar, el cambio de ritmo de vida fue lo que me costó trabajo. De pronto despertar y desocuparme fue raro. Es algo normal y, de hecho, lo vine trabajando con mi psicólogo deportivo y con mi psicólogo profesional, pero creo que nadie está preparado para eso. Por más que lo puedas platicar y planear, pasa como cuando sales de la universidad. Sales ya muy estudiado, pero necesitas tiempo para buscar trabajo, tener experiencia laboral y todo. Es lo mismo en el deporte. Yo no tenía nada seguro de qué iba a ser después, a lo mejor habrá personas que sí, pero ese lapsus en el que decides qué vas a hacer y cómo vas a ocupar de ahora en adelante tus días es difícil. Emocionalmente hablando, sobre todo. Hoy ya tengo trabajo y es dentro del deporte, entonces estoy muy contenta.