La Glotona, “la mujerzuela que incendió a París”
“La mujerzuela que incendió a París”, así bautizó el pintor Tolouse Lautrec a la mujer que cambió para siempre la historia del icónico cabaret parisino Moulin Rouge. Una mezcla de grosería y belleza.
Joseph Casañas Angulo
Hoy pocos la buscan. Su nombre no aparece en ninguno de los escalafones de las pesquisas que se hacen en internet. Es como un fantasma. Es como si no hubiera existido jamás. Pareciera que lo que hizo - o dejó de hacer - en el París de finales del siglo XIX, no le hubiera alcanzado para ser recordada como lo que alguna vez fue, como la “Reina de Montmartre”, como “La Golue” (La Glotona), como la cabaretera más admirada del Moulin Rouge. Los pocos que hoy la añoran la recuerdan simplemente como una Madame, como la Madame Louise.
Gracias por ser nuestro usuario. Apreciado lector, te invitamos a suscribirte a uno de nuestros planes para continuar disfrutando de este contenido exclusivo.El Espectador, el valor de la información.
Hoy pocos la buscan. Su nombre no aparece en ninguno de los escalafones de las pesquisas que se hacen en internet. Es como un fantasma. Es como si no hubiera existido jamás. Pareciera que lo que hizo - o dejó de hacer - en el París de finales del siglo XIX, no le hubiera alcanzado para ser recordada como lo que alguna vez fue, como la “Reina de Montmartre”, como “La Golue” (La Glotona), como la cabaretera más admirada del Moulin Rouge. Los pocos que hoy la añoran la recuerdan simplemente como una Madame, como la Madame Louise.
Loise fue el nombre que le asignaron al nacer (1886), pero ella lejos estaba de convertirse en una Loise más. En una, cuya vida se desvaneciera entre montones de ropa para lavar y hornillas para cocinar. Desde niña sus acciones retrataron un afán desaforado por la vida. Por vivir y no simplemente perder el tiempo sobreviviendo.
En el Moulin Rouge, el famoso cabaret parisino construido en 1889 por el español Josep Oller, La Glotona encontró su lugar en el mundo. En ese lugar, que no podía sino atraer a una sociedad con ganas de diversión, la protagonista de estas líneas se puso de moda y se convirtió, quizá sin saberlo, quizá sin proponérselo, en un símbolo de libertad o de libertinaje o de ambas.
Antes. Mucho antes de que Nicky Minage, Cardi B, Anitta, entre otras, alcanzaran reconocimiento por mover aceleradamente el culo frente a una cámara de celular y/o de televisión, La Glotona encontró en ese gesto una forma de expresión que se acoplaba perfectamente al cancán, el baile que ella hizo famoso.
La periodista francesa Maryline Martine, autora del libro “La Goulue, reina de Moulin Rouge”, dice que Loise Weber, “era la Lady Gaga de esa época porque encarna la esencia del cancán francés. No fue quien se inventó ese baile, como muchos aseguran, pero fue ella quien lo hizo famoso”.
Y más famoso todavía fue cuando en sus presentaciones incorporó un ademán que hacía encima del escenario o de alguna de la mesa de los clientes que iban a verla. La Glotona, de un momento a otro y sin importar mucho el ritmo de la música, le daba la espalda al público, se agachaba para tomarse los pies y levantaba sus enaguas. ¡Un escándalo de marca mayor para la sociedad de esa época”!
“Era traviesa y necesitaba hacer ruido. Necesitaba atraer la atención y de alguna forma mostrar autonomía. Independencia. Bestiades Marco dice que ella era la mejor pagada del Moulin Rouge. Ella era la estrella y era capaz de llevar lo que pasaba allí a la vitrina mágica”.
La independencia que le daba la fortuna que amasaba, algo poco convencional para las mujeres que vivían en la Francia de 1800, le permitió retar, denunciar y tomar decisiones. “Ella prefería elegir sus amantes. Tanto en la clase rica, como en la clase trabajadora. No se dejó imponer nada. Era independiente, no era una semi-socialista cortesana, ni mucho menos. Simplemente era una mujer convencida de su poder”, agrega Martine.
El historiador Juan Camilo Vergara, director de la plataforma “Ilustre”, la describe como “uno de esos seres a los que todo se les estaba permitido y la gente asimilaba con la libertad que otorga esa mezcla de grosería y belleza”.
Para explicarlo, Vergara recuerda una anécdota olvidada en los archivos de la historia parisina. “Un día, al que Príncipe de Gales invitó desafiante a una ronda de champaña para todos los asistentes del cabaret, La Glotona le gritó: ‘Príncipe, esta ronda va por tu cuenta, o es tu mamita la que paga’. A otro le hubieran cortado la lengua, pero no a ella, que ingería complacer las extravagancias del París de finales del Siglo XIX. De ella solo esperaban el zapateo del cancán el Moulin Rouge”, cuenta
El historiador dice hacia 1886, La Glotona comenzó su carrera de bailarina de cabaret, donde sus primeras presentaciones causaron sensación y rápidamente se convirtió en uno de los grandes personajes del barrio Montmartre. “Varios pintores se pelearon a la glotona como modelo de sus obras”, dice.
De acuerdo con la plataforma informativa y de reserva de experiencias del mítico cabaret, “el Moulin Rouge y el genial del pintor neo impresionista Tolouse Lautrec están indudablemente unidos y esa relación ha contribuido sin duda a la leyenda de este espectáculo parisino y al encanto decadente de la Belle Époque, que caracterizaba el primer periodo del teatro. Nadie como Tolouse Lautrec supo reflejar en pintura el ambiente de aquel cabaret de finales del siglo XIX, con sus rutilantes bailarinas, su variopinto público y sus luces y sombras”.
La relación del pintor con el “Moulin Rouge” será especial al convertirse en uno de sus mejores clientes. Inmortalizó el local en numerosos carteles en los que figuran las grandes estrellas del cabaret y del cancán, aunque las más habituales fueron Jane Avril, Yvette Guilbert y sobre todo Louise Weber, llamada «La Goulue».
En el Museo de Arte Moderno de Nueva York se exhibe una de las obras de Tolouse Lautrec que inmortalizaron a La Glotona. El cuadro de 1982 deja ver la esencia de esta figura prominente de la Europa de finales del siglo XIX.
“Toulouse-Lautrec la retrata en el momento de su paseo diario por los alrededores del cabaret. Va acompañada de su amante, a la izquierda, y de una de las bailarinas del espectáculo, llamada Nini Patte en L´Air, a la derecha. Ambas eran las cuidadoras de la diva que aparece en el centro, vestida de blanco con un pronunciado escote y una cinta en el cuello que pondrá de moda, al igual que su cabello recogido”.
“Auguste Renoir la pintó en varias ocasiones y sobre todo Tolouse Lautrec, que encontró en ella la inspiración de varios de sus cuadros, alguna vez dijo: “La Glotona, esa brillante mujerzuela que incendió a París”.
“Como bailarina, derrochó siempre una enorme personalidad y encanto, lo cual le granjeó pronto una fama enorme. Muy provocadora, utilizaba los juegos de faldas y su flexibilidad para deleitar a la audiencia masculina con número eróticos y cómicos. El apelativo de la glotona proviene de su recurso de beberse los restos de los vasos de los clientes de las primeras filas, para regocijo y diversión de la audiencia”, agrega la plataforma informativa del Moulin Rouge.
El historiador Juan Camilo Vergara habla de los últimos años de La Glotona “Para ella nada era suficiente. En su afán de vida y en la cúspide de su gloria, decidió convertirse en domadora de leones y probar si sus atributos tenían el mismo efecto en su felino trabajo”.
En ese trabajo casi pierde la vida luego de que un león la atacara.
“La Glotona perdió lo poco que le quedaba de fama y principios del siglo XX pocos la reconocían en las calles como la famosa bailarina de cancán que había sido, sino como “Madame Luisa”, la señora que adoptaba animales enfermos en los circos y se paseaba por los parques rodeada por un aren de gatos.
A veces, la veían vendiendo pan en la entrada de las ferias y de vez en cuando, uno que otro nostálgico le pedía autógrafos. En 1929 sufrió un ataque de apoplejía y falleció.
En 1992 su bisnieto logró rendirle los homenajes que le faltaron el día de su muerte. Él envió una carta al expresidente Jacques Chirac, para que los restos de la reía de Mon Martre fueran trasladados al cementerio del barrio Montmartre que en su juventud supo hacer