La gracia de la Navidad
La Navidad procede del latín “nativĭtas” y significa nacimiento.
Olenka Piotrowska
El 25 de diciembre se celebra el nacimiento del niño Dios y el 24 de diciembre es la víspera del nacimiento de Jesús, la noche buena. En su nacimiento reside la esencia de la Navidad, tratándose del alumbramiento de la vida.
La luz de la Navidad ilumina los corazones para acercarnos a la virtud y permite que nos rodeemos en un tiempo de gratitud, fraternidad, anhelo y encuentro para nuestra conversión. El Niño Dios nos invita al amor para la reconciliación y perdón.
La solidaridad y la esperanza representan también la época de la Navidad, al manifestar la unión y la colaboración entre unos y otros para el bienestar de las sociedades y el de los pueblos.
Le sugerimos: El Grinch, el villano de la Navidad que se deja sorprender
El Papa Francisco en el mensaje Urbi Et Orbi, el 25 de diciembre del 2020, mencionó lo siguiente: “Ha nacido un niño: el nacimiento es siempre una fuente de esperanza, es la vida que florece, es una promesa de futuro. Y este Niño, Jesús, “ha nacido para nosotros”: Un nosotros sin fronteras, sin privilegios, ni exclusiones. El Niño que la Virgen María dio a luz en Belén nació para todos: es el “hijo” que Dios ha dado a toda la familia humana”.
El valor de la Navidad reconforta el espíritu para que podamos renacer siempre como personas humanas. La Navidad es el recogimiento de las familias, es compartir alrededor de la mesa, es la oración por la alegría, es el abrazo que distenciona, es la disposición para aceptar la diferencia, es un íntimo gesto de comprensión, es la expresión de la ternura y es una ofrenda de bondad.
La milenaria tradición de la Navidad hace de esta época un festejo familiar sin igual, único; sin importar el credo es una oportunidad cíclica de acercamiento entre nosotros para renovar el entendimiento y el afecto.
Le recomendamos: No pregunten más: Jorge Barón no se retira (I)
El Adviento nos convoca a la ilusión para mantener la Fe,
La Navidad nos invita al amor para obtener la Paz,
La Epifanía nos habita en la concepción para la
Compasión.
Permite que la Navidad ilumine tu espíritu, para que permanezca como guía en el sendero de la vida y así el nacimiento del divino niño te colme de gracia.
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El 25 de diciembre se celebra el nacimiento del niño Dios y el 24 de diciembre es la víspera del nacimiento de Jesús, la noche buena. En su nacimiento reside la esencia de la Navidad, tratándose del alumbramiento de la vida.
La luz de la Navidad ilumina los corazones para acercarnos a la virtud y permite que nos rodeemos en un tiempo de gratitud, fraternidad, anhelo y encuentro para nuestra conversión. El Niño Dios nos invita al amor para la reconciliación y perdón.
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El valor de la Navidad reconforta el espíritu para que podamos renacer siempre como personas humanas. La Navidad es el recogimiento de las familias, es compartir alrededor de la mesa, es la oración por la alegría, es el abrazo que distenciona, es la disposición para aceptar la diferencia, es un íntimo gesto de comprensión, es la expresión de la ternura y es una ofrenda de bondad.
La milenaria tradición de la Navidad hace de esta época un festejo familiar sin igual, único; sin importar el credo es una oportunidad cíclica de acercamiento entre nosotros para renovar el entendimiento y el afecto.
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