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                                                                                                                                  La guerra. La fe y la razón

                                                                                                                                  Para referirme a la Guerra según los griegos tengo que escribirla en mayúscula, pero no pretendo tratar el tremendo tema siguiendo a este admirable pueblo de la antigüedad. Para ellos la guerra es una fuerza que supera a los hombres, juguetes del destino, y como tal la personifican en un dios. Los romanos, como tantas otras cosas, entendieron esto tal los griegos, limitándose a traducir Ares por Marte; el dios de la guerra es también para Roma el rojo planeta de nuestro sistema solar. La guerra es roja.

                                                                                                                                  Leo Castillo

                                                                                                                                  Los bombardeos en Gaza no han cesado. Israel y Hamás continúan atacándose sin descanso.
                                                                                                                                  Foto: AFP - MAHMUD HAMS
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!
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                                                                                                                                  Le sugerimos: Guerra entre Palestina e Israel: algunos libros para entender este conflicto

                                                                                                                                  Hombres de fe han movido guerra contra hombres de fe durante milenios, lo que parece descartar la posibilidad de fundar sobre esto repúblicas acordes con la sociedad de la isla ideal de Thomas More, Utopía, o las otras “Utopías” soñadas por piadosas mentes desde tiempos acaso inmemoriales. Más cándidas que piadosas, quizá.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Si los hombres carecen de templanza y de esa virtud preciosa encarecida por Epicuro y los estoicos de alcanzar la felicidad elevándose por encima de la codicia material, propensos como somos a la demasiado humana búsqueda del placer, queda demostrada, por lo que hasta aquí llevo dicho, su incompetencia para reportar paz a la tierra. Queda claro que la fe y la codicia saben cómodamente compartir habitación el corazón del hombre. Según la fe los dioses, griegos y no griegos, no solamente avalan la guerra, “que odian las madres”, como dice sensiblemente Homero, sino que ellos mismos encajan el golpe del sangriento azote, llagando incluso a enfrentarse entre ellos por la guerra de los hombres. Impotente el omnipotente Zeus, según Kavafis, tendrá que lamentar amargamente, al punto de arrepentirse, su intromisión en la conflagración, pues habiendo regalado los dos caballos a Aquiles en la guerra de Troya, plañe:

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  ¿Qué tenían que hacer allá, entre los desdichados humanos, juguetes del destino? Ustedes, para quienes no existe la muerte ni la vejez, si algún problema humano los alcanza caerán también en la desdicha.”

                                                                                                                                  He invocado el placer entre los términos anejos a ese asunto, pongamos que considerando que el más elevado de los placeres sea el amor, que incluye el sentimiento. La más célebre de las guerras de la literatura involucra el amor, el de Paris por la mujer espartana de Menelao. El amor y la guerra como protagonistas del trágico suceso. Muchos de los asesinatos hoy día tienen el mismo origen: “feminicidio”, “crimen pasional”, son algunos de los más habituales titulares de nuestros pintorescos noticieros.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Mas en cuanto a los niños, incluidos, desde luego, entre lo que “no dejarás con vida” del Deutoronomio, a mi ver el mayor poeta de los hebreos, enfatiza (Salmo 137, 8-9): “Babilonia, tú también serás destruida / feliz el que agarre tus niños, y los estrelle contra las rocas.”

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Le puede interesar: Devoción e Hipocresía en “Paradise: faith”

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                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Los bombardeos en Gaza no han cesado. Israel y Hamás continúan atacándose sin descanso.
                                                                                                                                  Foto: AFP - MAHMUD HAMS
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!
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                                                                                                                                  Le sugerimos: Guerra entre Palestina e Israel: algunos libros para entender este conflicto

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                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Si los hombres carecen de templanza y de esa virtud preciosa encarecida por Epicuro y los estoicos de alcanzar la felicidad elevándose por encima de la codicia material, propensos como somos a la demasiado humana búsqueda del placer, queda demostrada, por lo que hasta aquí llevo dicho, su incompetencia para reportar paz a la tierra. Queda claro que la fe y la codicia saben cómodamente compartir habitación el corazón del hombre. Según la fe los dioses, griegos y no griegos, no solamente avalan la guerra, “que odian las madres”, como dice sensiblemente Homero, sino que ellos mismos encajan el golpe del sangriento azote, llagando incluso a enfrentarse entre ellos por la guerra de los hombres. Impotente el omnipotente Zeus, según Kavafis, tendrá que lamentar amargamente, al punto de arrepentirse, su intromisión en la conflagración, pues habiendo regalado los dos caballos a Aquiles en la guerra de Troya, plañe:

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  ¿Qué tenían que hacer allá, entre los desdichados humanos, juguetes del destino? Ustedes, para quienes no existe la muerte ni la vejez, si algún problema humano los alcanza caerán también en la desdicha.”

                                                                                                                                  He invocado el placer entre los términos anejos a ese asunto, pongamos que considerando que el más elevado de los placeres sea el amor, que incluye el sentimiento. La más célebre de las guerras de la literatura involucra el amor, el de Paris por la mujer espartana de Menelao. El amor y la guerra como protagonistas del trágico suceso. Muchos de los asesinatos hoy día tienen el mismo origen: “feminicidio”, “crimen pasional”, son algunos de los más habituales titulares de nuestros pintorescos noticieros.

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                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Y sucederá que si ella está de acuerdo en hacer la paz contigo y te abre sus puertas, entonces todo el pueblo que se encuentra en ella estará sujeto a ti para trabajos forzados y te servirá. Sin embargo, si no hace la paz contigo, sino que emprende la guerra contra ti, entonces la sitiarás. Cuando el Señor tu Dios la entregue en tu mano, herirás a filo de espada a todos sus hombres. Solo las mujeres y los niños, los animales y todo lo que haya en la ciudad, todos sus despojos, tomarás para ti como botín. Comerás del botín de tus enemigos, que el Señor tu Dios te ha dado. Así harás a todas las ciudades que están muy lejos de ti, que no sean de las ciudades de estas naciones cercanas. Pero en las ciudades de estos pueblos que el Señor tu Dios te da en heredad, no dejarás con vida nada que respire, sino que los destruirás por completo: a los hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos, tal como el Señor tu Dios te ha mandado.

                                                                                                                                  Mas en cuanto a los niños, incluidos, desde luego, entre lo que “no dejarás con vida” del Deutoronomio, a mi ver el mayor poeta de los hebreos, enfatiza (Salmo 137, 8-9): “Babilonia, tú también serás destruida / feliz el que agarre tus niños, y los estrelle contra las rocas.”

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Hasta aquí el Antiguo Testamento. La voz de la paz, la de Jesús de Nazareth, hombre real o personaje literario infundido por Pablo a todo el Medio Oriente hasta Roma… bueno, ya sabemos de qué acabarán los pobres huesos del doloroso “Cristo de los gitanos” que canta Hernández, “siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar.”

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  No me detendré en el Krishna de la India, no menos elegante que Kierkegaard, quien despacha a Arjuna a la batalla de Kurutshetra liberando su corazón de todo interés mundano: “pelea por pelear”, le ordena, “sin codiciar victoria ni temer derrota”; tampoco haré pausa en el plácido y como indiferente Buda, a quien matar o morir se le dan una higa, puesto que todo lo que ocurre no es sino apariencia, humo del fugaz tiempo, maya. Y Calderón no se le aparta demasiado: “¿Qué es la vida? / Una ilusión, una sombra, una ficción / (…) que toda la vida es sueño, / y los sueños, sueños son.”

                                                                                                                                  Le puede interesar: Devoción e Hipocresía en “Paradise: faith”

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                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Par justificar la guerra, nuestros gobernantes razonan y a nuestra razón apelan como su arma predilecta, incluso teniendo la religión o la paranoia ante la “amenaza” extranjera como justificación o, sin más perendengue, la necesidad de expandirnos, apropiarnos del territorio y los bienes del otro; el otro, que para fines discursivos será llamado “el enemigo.” Nos dirán, con apasionado fanatismo, que se trata de un pueblo fanático o que, si no los destruimos, ellos lo harán con nosotros. Para persuadirnos no recurren a prueba alguna, a lo sumo a indicios o sugestión. Que tienen armas, como si nosotros fuéramos los únicos autorizados por Dios o la razón para tenerlas. Que además de fanáticos tienen hábitos que riñen con nuestro concepto de democracia. Que no son un pueblo democrático como nosotros, que estemos dispuestos a destruirlos por no compartir nuestro punto de vista en la materia. Etc. Todas estas razones de la sinrazón son envueltas y revueltas con una retórica tan endiablada, que en ocasiones fuerzan nuestras capacidades al límite de la sensatez y, mediante la fuerza, cuyo garrote esgrime firmemente la razón, nos llevan a acordar con ellos. Sí, así es, señores jefes de Estado, la razón está de parte de ustedes y, ni más faltaba, de parte nuestra. Este pueblo entiende que somos superiores, que somos el mejor de todos, que nuestra fe es la única verdadera y que tenemos absolutamente toda la razón de hacérselo saber por las malas al enemigo. Marchemos contra él.

                                                                                                                                  Por Leo Castillo

                                                                                                                                  Ver todas las noticias
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