La historia de amor que le dio origen a un medio de comunicación
Juanra Sanz y Bernardo Pajares, directores y presentadores del pódcast Arte compacto, hablaron para El Espectador sobre el proyecto que nació para contar historias a partir del amor que surgió entre ellos, y que se convirtió en un escenario de representación sobre la diversidad sexual.
Samuel Sosa Velandia
De una historia de amor también puede surgir un medio de comunicación. Juanra Sanz y Bernardo Pajares son los autores de este proyecto. En un principio, solo los observé como un par invitados sobre el escenario hablando acerca de un pódcast y de nuevas narrativas periodísticas. Sin embargo, su historia me despertó el interés y la curiosidad por saber más.
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De una historia de amor también puede surgir un medio de comunicación. Juanra Sanz y Bernardo Pajares son los autores de este proyecto. En un principio, solo los observé como un par invitados sobre el escenario hablando acerca de un pódcast y de nuevas narrativas periodísticas. Sin embargo, su historia me despertó el interés y la curiosidad por saber más.
En medio de la algarabía por la victoria de la Selección Colombia que le dio su pase a la semifinal de la Copa América, mis ojos se detuvieron a unos pocos centímetros de donde estaban esos dos personajes que, minutos antes, había escuchado en el conversatorio. Decidí hacer un llamado a la valentía periodística y preguntarles si podía entrevistarlos. La timidez me hizo escuchar un silencio incómodo que nunca existió: sin dudarlo, aceptaron.
Caminamos hasta una mesa con sillas y nos sentamos a conversar. Allí descubrí que ambos son españoles de pura cepa, su acento los delató. Tienen un gusto profundo por el arte y por hablar, pero no solo con las palabras, sino también con las miradas. La química entre la pareja fue evidente y entre esos elementos encontré uno que nos serviría para hablar de su historia.
Se trata de Arte compacto, un pódcast que aborda la historia del arte y que, a través de conversaciones, asuntos de su cotidianidad como esposos, colegas e individuos se revelan. Su proyecto ha crecido tanto que, desde 2021, tiene un espacio en radio nacional en el que le han abierto el micrófono a personas de su comunidad.
¿Cuál fue la principal motivación para crear Arte compacto?
Pajares: Arte compacto nació en 2013 cuando yo era vigilante de salas en el Museo del Prado. Mi trabajo consistía en cuidar las obras de arte para que nadie se acercara demasiado y no se tomara fotos. Ahí afiancé mi gusto por escuchar radio y las historias de todo tipo; sin embargo, en aquel momento no encontré ningún pódcast que hablara de historia del arte con un tono distendido, o con ningún tono en realidad. Quizás había algunos en inglés, pero en español no encontré ninguno. Entonces, pensé en que por el lugar en el que estaba trabajando tenía acceso a información para hacer mi propio formato.
Comencé con un pódcast de cuatro minutos que tuvo alrededor de 20 capítulos, pero luego lo pospuse porque me inicié en un máster de radio, así que no tenía tiempo. No obstante, cuando conocí a Juanra, Arte Compacto se convirtió lo que es ahora: un pódcast conversacional en el que hablamos sobre la historia del arte e incorporamos nuestra vida personal.
Sanz: Yo me vinculé a Arte Compacto cuando conocí a Bernardo en el museo; yo también trabajo ahí. Empezamos a salir, nos enamoramos y ahí fue cuando lo vi grabar los episodios en su casa. Yo soy historiador de arte y cuando le escuchaba hablar de eso, solo pensaba en que quería un micrófono para conversar con él. Y pues sucedió, empezamos a grabar un audio diario en un viaje que hicimos a Roma durante ocho días. Visitamos iglesias, museos, bares y vivimos todo tipo de situaciones, las cuales registramos en clips de voz. Esto fue en 2018 y, a partir de ese momento, no nos hemos separado de ninguna forma.
¿Cuáles han sido los retos de trabajar juntos? ¿Ha sido difícil llegar a acuerdos, aceptar críticas o lidiar con el bloqueo creativo del otro?
Sanz: No, yo creo que todo lo contrario. Nosotros nos hacemos retroalimentaciones positivamente; nos apoyamos y nos enriquecemos mutuamente. Cuando alguno está bloqueado, el otro siempre ayuda para que salga de ese lugar. Es gracias a eso a que seguimos juntos en todo contexto. Por otro lado, lo que hacemos es que cuando elegimos un tema de conversación, nos repartimos algunos epígrafes y lo preparamos de manera individual. Es decir, la primera vez que escuchamos lo que el otro ha preparado es en el momento en el que estamos grabando. No nos contamos antes nuestras ideas y eso asegura que sea una reacción natural.
Pajares: Hay que tener en cuenta que el bloqueo creativo se presenta en etapas. Por ejemplo, algunas veces llega con síndrome del impostor. En mi caso, yo no soy historiador del arte y necesito que sea Juanra quien asuman algunas partes del contenido, porque es quien sabe. Ahí lo que puedo aportar son anécdotas y visiones personales, pero eso demuestra que está la ayuda mutua.
¿Cómo ha sido hablar sobre un tema que requiere de atención a un público que vive en un momento en el que la concentración resulta un reto por la sobreestimulación?
Pajares: Nuestro público es de todas las edades; sin embargo, tenemos mayor sintonía de personas gay y mujeres, que nos escuchan siempre. Creo que la clave ha sido ser naturales y que cada episodio sea susceptible a ser repetido. Para lograr eso, lo que intentamos es que los capítulos no se inicien con un ladrillo de información, que parezca sacada de una enciclopedia, sino que todo fluya con naturalidad y surja desde nuestra cotidianidad. No sabemos sí esto sea un acto de exhibicionismo o de generosidad, pero queremos que el oyente se sienta identificado con nosotros.
Sanz: Efectivamente, nuestro pódcast es todo menos una clase de historia del arte. Por supuesto que hay conceptos que queremos dejar claros y por eso la rigurosidad está presente, pero esa no es la esencia ni la preocupación central. Alguna gente nos ha dicho que, si hacemos los episodios más cortos, puede que los oyentes aumenten. Pero en realidad, nos da igual. Nosotros estamos empeñados en hacer lo que queramos. Incluso, cuando un capítulo dura más es porque hablamos de algo que nos apasiona y la gente nota eso.
Mencionaron que su púbico mayoritariamente pertenece a la comunidad LGBTIQ+, en parte eso se debe a que sus historias están narradas desde sus experiencias y visiones. Ese ejercicio periodístico podría iniciar discusiones políticas...
Sanz: Nosotros empezamos a contar la historia del arte siendo un matrimonio, pero nunca fuimos conscientes de que estábamos haciendo una especie de activismo o que nuestras historias iban a interesar más a un colectivo determinado. Esta información nos vino de fuera, pues nos dimos cuenta de que la gente que nos escuchaba era principalmente diversa cuando un día una editorial, que es histórica dentro de la comunidad y Madrid, nos llamó para que escribiéramos un pequeño ensayo sobre novedades y nuevas formas de hacer activismo. Aquel momento en que llegó ese mensaje nuestra conversación se centró en que no éramos activistas, sino que solo contábamos historias, sin embargo, desde entonces, hemos tomado consciencia de que lo que hacemos tiene un impacto, y que de alguna manera te posicionas a la hora de elegir las historias.
Cuando eliges un tema de la historia del arte, lo estás seleccionado por algún motivo. En nuestro caso, abordamos historias que tienen la posibilidad de convertirse quizá en referido para el colectivo LGTBIQ+, para los adolescentes o para cualquier persona que necesite de esos referentes que nosotros nunca tuvimos cuando crecimos.
Ya que hablan de referentes, ¿cuáles son los suyos?
Pajares: En el mundo de la comunicación, Julia Otero, quien es una periodista española que ha trabajado muchos años en televisión y radio, es un referente por su manera de comunicar natural y autentica, pero a la vez con mucho profesionalismo y rigor.
Sanz: Mi referente es Bernardo. Yo no tenía ningún tipo de conexión con la comunicación, yo únicamente era un gestor cultural que trabaja en el museo y fue él quien me introdujo en este mundo. Me enseñó a hablar por un micrófono y a vocalizar. Antes de salir a un escenario me dice: “preocúpate por vocalizar un poco, por favor”, y yo lo intento.
Ahora, en el mundo de la historia y la cultura, tenemos unos referentes que siempre están con nosotros. En nuestras mesas de noche tenemos a Peter Hujar y David Wojnarowicz, que son una pareja de artistas que vivieron en los años 70 y 80. Trabajaron juntos, se retroalimentaron como creadores y, aunque después rompieron la relación sentimental, siguieron unidos como los mejores amigos que fueron hasta que las enfermedades derivadas del Sida acabaron con la vida de los dos.
¿Y cómo ven la representación LGBTIQ+ en el mundo del arte y la comunicación?
Pajares: En España cada vez hay más diversidad en los medios y eso es bueno. Cuando yo crecí me daba vergüenza lo que veía en las pantallas, porque había un par de hombres gays, que eran Boris Izaguirre y Jorge Javier Vázquez, quienes eran el estereotipo de hombre gay con mucha pluma y cuando todavía no había salido del armario con mi familia y como era lo único que veía en la tele, sentía pena porque ya sabía que era como ellos. Pero con el tiempo he aprendido que es importante que estemos ahí, inclusive, que mostremos nuestra esencia. Mi homofobia interiorizada me hacía verlo como algo negativo, pero afortunadamente, ahora hay muchos más referentes jóvenes y mayores.
Sanz: Todos los espacios que podamos ocupar estarán bien. Cuánto más sea evidente la pluma y el mariconeo, será mejor. La gente no entiende la trascendencia de que las personas diversas ocupen espacios, pero para nosotros es un avance gigante en materia de derechos y protección.
Ninguno de los dos realizó estudios en periodismo o comunicación, ¿qué han aprendido de este oficio en el que se aventuraron de manera empírica?
Pajares: Lo mejor que nos ha enseñado el periodismo es el poder de una buena historia que además esté bien contada.
Sanz: Yo siempre quise dedicarme a enseñar. Cuando era pequeño jugaba al profesor de historias, mientras que Bernardo jugaba con la radio. Entonces, para mí, el periodismo me ha dado la capacidad de cumplir esa vocación de comunicar y compartir información, no desde un punto de vista de profesor-alumno, sino desde la perspectiva de un comunicador.