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                                                                                                                                La historia de uno de los últimos sopladores de vidrio de Afganistán

                                                                                                                                Inclinado ante un horno incandescente, Chulam Sakhi Saifi trabaja cuidadosamente los hilillos de vidrio azul fundido. En sus manos sobrevive la ancestral tradición del vidrio soplado en Afganistán, en peligro por la pérdida de clientes con el covid y el mandato talibán.

                                                                                                                                En esta fotografía tomada el 11 de agosto de 2024, Ghulam Sakhi Saifi, un soplador de vidrio afgano, elabora una pieza de vidrio en su taller tradicional en la ciudad de Herat, Afganistán.
                                                                                                                                Foto: AFP - MOHSEN KARIMI
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                La tradición del vidrio soplado en Herat, la gran ciudad del oeste de Afganistán, se remonta a siglos atrás. Saifi dice que su familia se dedica a ello desde hace “solamente” 300 años.

                                                                                                                                Su casa familiar, en un pueblo cercano a Herat, y su taller en la parte antigua de esta ciudad albergan los dos últimos hornos de vidrio soplado de esta ciudad cercana a la frontera con Irán.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                El artesano explica el hundimiento de su actividad por la marcha de los clientes extranjeros durante la pandemia del covid-19 y la reconquista del poder por parte de los talibanes en 2021, que hizo huir a casi todos los diplomáticos y personal humanitario del país.

                                                                                                                                Además, las importaciones baratas de vidrio soplado de China han lastrado también sus ventas.

                                                                                                                                “A veces nos ha pasado que no hemos trabajado durante tres meses. A la gente de aquí no le sirven nuestras creaciones y por este precio (unos 3 dólares la pieza) piensan antes en comprar dos panes para sus niños”, dice Saifi.

                                                                                                                                Ghulam Sakhi Saifi observa mientras organiza objetos de vidrio en su tienda.
                                                                                                                                Foto: AFP - MOHSEN KARIMI

                                                                                                                                Ese día ha puesto en marcha el horno. Equipado con un enorme cuchillo de cocina y una caña para soplar, Saifi retira de las llamas los brillantes trozos de vidrio fundido y sopla hasta formar bellas piezas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Antaño estos artesanos usaban vidrio de cuarzo, pero ahora se conforman con botellas recicladas, rotas y sobrecalentadas para darles un estado líquido.

                                                                                                                                Las piezas verdes y azules, con sus entrañables imperfecciones, se enfrían antes de ponerse a la venta en las tiendas de Herat o de Kabul.

                                                                                                                                Los 36 °C en la calle se convierten en nada al entrar en el taller, invadido por el calor tórrido emitido por el horno.

                                                                                                                                Un pequeño ejército de chavales ayuda a Saifi en su trabajo, aunque cada vez es más difícil atraer a la juventud a este oficio que muchos consideran sin futuro.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Su hijo mayor se convirtió en un experto de este arte, pero prefirió buscarse la vida como trabajador migrante al otro lado de la frontera, en Irán. Dos primos suyos formados en el oficio también lo dejaron.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                “Esperamos que haya un futuro y que poco a poco las cosas mejoren”, dice Naqibullah.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                En esta fotografía tomada el 11 de agosto de 2024, Ghulam Sakhi Saifi, un soplador de vidrio afgano, elabora una pieza de vidrio en su taller tradicional en la ciudad de Herat, Afganistán.
                                                                                                                                Foto: AFP - MOHSEN KARIMI
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                La tradición del vidrio soplado en Herat, la gran ciudad del oeste de Afganistán, se remonta a siglos atrás. Saifi dice que su familia se dedica a ello desde hace “solamente” 300 años.

                                                                                                                                Su casa familiar, en un pueblo cercano a Herat, y su taller en la parte antigua de esta ciudad albergan los dos últimos hornos de vidrio soplado de esta ciudad cercana a la frontera con Irán.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                El artesano explica el hundimiento de su actividad por la marcha de los clientes extranjeros durante la pandemia del covid-19 y la reconquista del poder por parte de los talibanes en 2021, que hizo huir a casi todos los diplomáticos y personal humanitario del país.

                                                                                                                                Además, las importaciones baratas de vidrio soplado de China han lastrado también sus ventas.

                                                                                                                                “A veces nos ha pasado que no hemos trabajado durante tres meses. A la gente de aquí no le sirven nuestras creaciones y por este precio (unos 3 dólares la pieza) piensan antes en comprar dos panes para sus niños”, dice Saifi.

                                                                                                                                Ghulam Sakhi Saifi observa mientras organiza objetos de vidrio en su tienda.
                                                                                                                                Foto: AFP - MOHSEN KARIMI

                                                                                                                                Ese día ha puesto en marcha el horno. Equipado con un enorme cuchillo de cocina y una caña para soplar, Saifi retira de las llamas los brillantes trozos de vidrio fundido y sopla hasta formar bellas piezas.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Las piezas verdes y azules, con sus entrañables imperfecciones, se enfrían antes de ponerse a la venta en las tiendas de Herat o de Kabul.

                                                                                                                                Los 36 °C en la calle se convierten en nada al entrar en el taller, invadido por el calor tórrido emitido por el horno.

                                                                                                                                Un pequeño ejército de chavales ayuda a Saifi en su trabajo, aunque cada vez es más difícil atraer a la juventud a este oficio que muchos consideran sin futuro.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                “Esperamos que haya un futuro y que poco a poco las cosas mejoren”, dice Naqibullah.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Por undefined

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