Estudiantes de la escuela Nuestra Señora de Nazareth en Chinavita trabajan en su huerta colectiva, un espacio donde la educación se entrelaza con la naturaleza y el arte.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada
“Ahora sí les vamos a mostrar el show de los Compacates”, nos dijo Claudia Espitia, maestra de la escuela rural Nuestra Señora de Nazareth, un pequeño centro educativo compuesto por 17 niños y niñas, donde el aprendizaje es distinto a cualquier clase tradicional. Junto a su profesora, los estudiantes cultivan y cosechan frutos en una huerta colectiva que forma parte integral de su rutina diaria.
—Buenos días, compadre Papelillo.
—¡Buenos días, compadre Hass! ¿Cómo está?
—Bien, compadre. ¿Me puede hacer un favor?
—¿Cuál sería?
Por Diana Camila Eslava
Periodista del Magazín Cultural de El Espectador. Con experiencia en comunicación y gestión cultural, así como en consultoría empresarial en transformación digital. Maestra en Creación Literaria.@CamilaEslava_deslava@elespectador.com