La imaginación: el pilar de “Un tal Alonso Quijano”
La película dirigida por Libia Stella Gómez, que fue lanzada el año pasado en YouTube, se estrena hoy en varias salas de cine del país.
Andrés Osorio Guillott
Tendríamos que saber que nuestros actos, y los detalles que los conforman, pueden significar el origen de una historia que supere ese gesto cotidiano. Tendríamos que pensar y sentir que con nuestras obras podríamos inspirar a muchos, o quizás a uno solo, pero más allá del número, lo que habría que pensar es que si lo logramos, estaríamos construyendo un legado para el mundo que soñamos, para un tiempo mejor que no tiene que ser el pasado, como dice el dicho, que puede ser el futuro que habitamos desde el momento mismo en que pronunciamos que habitamos el presente.
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Tendríamos que saber que nuestros actos, y los detalles que los conforman, pueden significar el origen de una historia que supere ese gesto cotidiano. Tendríamos que pensar y sentir que con nuestras obras podríamos inspirar a muchos, o quizás a uno solo, pero más allá del número, lo que habría que pensar es que si lo logramos, estaríamos construyendo un legado para el mundo que soñamos, para un tiempo mejor que no tiene que ser el pasado, como dice el dicho, que puede ser el futuro que habitamos desde el momento mismo en que pronunciamos que habitamos el presente.
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“Cuando era estudiante del pregrado en cine, yo asistía a una clase que se llamaba Cervantes y el Quijote, era el profesor de esa clase el que llegaba caracterizado (en voz y actitud, no en vestuario) de Quijote a todas las clases y esto me causaba mucha gracia, ahí empecé a fantasear con traer al Quijote y Sancho Panza a las calles bogotanas, al sistema de transporte, a la calle 26 en sus motocicletas-caballo-burro, a Monserrate”, dijo Libia Stella Gómez, directora de Un tal Alonso Quijano, película que fue estrenada el año pasado en YouTube y significó un alivio para el público colombiano, pues con lo desconocida que era la vida en pandemia, no sabíamos cuándo íbamos a volver a ver una nueva película.
Una clase, un maestro que quiso convertir el aula en un teatro, una manera que, más que particular, puede ser una de las correctas de enseñar, pues el conocimiento adquiere sentido y de nuevo trascendencia cuando viene acompañado de la imaginación, de ese pequeño instante de rebeldía en el que sabemos que una idea puede cambiar la realidad de la que hacemos parte o, aunque no la cambie, sí puede darle un sentido diferente, y de ese sentido surgirá otra idea, otra persona que siga el eslabón de un largo camino en el que es imperativo atreverse a soñar y crear.
“Esta película es en principio un proyecto de investigación que busca experimentar otras formas de enseñanza en el audiovisual, sacar la enseñanza en audiovisual del aula, hacer que los chicos vivan la experiencia de un rodaje profesional de largo aliento, poniendo además sobre sus hombros responsabilidades tan grandes como nadie lo ha hecho. En un principio todo el mundo me decía y yo misma lo creía que estaba loca por confiar las cabezas de departamento en los muchachos que, siendo estudiantes, no tenían ninguna experiencia, pero de eso se trataba: de experimentar y resultó exitoso, la película quedó muy bien, los muchachos aprendieron como nunca y todos vivimos una experiencia que nunca olvidaremos”, aseguró Gómez.
Todo parte de la Universidad Nacional. La historia de origen, el rodaje, la dirección, la producción, la fotografía. Gómez, que es profesora de la Escuela de Cine y Televisión, le apostó a la energía creativa de sus estudiantes, le apostó a la que ha sido siempre su casa, pues estudió Cine, hizo una maestría en Historia del Arte y actualmente realiza un doctorado en la misma área.
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“Hacerlo con la Universidad Nacional era apenas lógico; la trama, las condiciones de rodaje, todo lo pedía, no podía haber sido hecha en ningún otro lugar, era la Nacional el lugar ideal (...) La Universidad participó en todo, es el principal financiador, como dije financió el proyecto de investigación, el 60 % de la película se rodó en el campus, el 100 % del personal técnico son estudiantes activos de la Escuela de Cine y Televisión, el 50 % de los actores son de la ASAB-Universidad Distrital en un convenio que tienen las dos universidades, todos los equipos utilizados son de la escuela, el 30 % de los laboratorios de post fueron puestos por la escuela, la música fue compuesta y ejecutada por músicos del conservatorio, muchos de los elementos de arte fueron diseñados y elaborados por estudiantes de Diseño Industrial; es una película 100 % Nacho”.
Que la película se estrene ahora en salas de cine reivindica la intención con la cual se hizo, que no es otra diferente a la que está detrás de una obra, y es la de poder llegar a la mayor cantidad de personas posible, y no porque importe la cifra que infla nuestro ego, sino para construir relatos, imaginarios e ideas que sigan transformando a una sociedad.
“La película fue el éxito colombiano durante la pandemia, tuvimos más de 500.000 visualizaciones. Yo pienso que en el encierro en el que estábamos, el público estaba ávido de ver cine colombiano (...) Estrenar en digital gratuito en medio de la pandemia fue también parte del experimento que significa esta película en todo sentido. Yo creo que de ahora en adelante la distribución debe ser mixta; es decir, la gente debe tener la misma oportunidad de acceder a las plataformas, como de a ir a una sala de cine, que siempre ha sido y será un programa, una oportunidad de encontrarse y compartir, cosa que el ser humano siempre buscará, pero al tiempo tener la oportunidad de disfrutar del cine sin salir de la casa. Creo que la pandemia demostró que la industria tiene que evolucionar a eso y, por qué no, buscar cine gratuito y accesible para todos”.
Y el estreno es también una posibilidad de rendirle homenaje a Manuel José Sierra, quien hizo el papel del Quijote y que, por esos giros de la vida tan difíciles de comprender, falleció en un accidente en medio de aquellos días de rodaje de Un tal Alonso Quijano.
“Manuel José Sierra, un actor santandereano radicado en Cali, uno de los hombres más importantes del teatro en Colombia, hizo nuestro Quijote, un amigo entrañable de mucho tiempo. Lo difícil es que como no pudimos rodar la película en continuidad, entre el segundo y tercer rodaje, tuvo un nefasto accidente y murió. Fue muy duro, no solo perdía un amigo, la película amenazaba con irse al carajo, pero los chicos que hacían conmigo la película fueron grandes en ese momento y sin querer renunciar a la película, me ayudaron a encontrar soluciones y sacar el proyecto adelante, a pesar de esta terrible contrariedad”.
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En palabras de Libia Stella Gómez, “Un tal Alonso Quijano es la historia de Alonso Quijano, un profesor de Literatura que no pudiendo procesar un dolor del pasado decide esconderse en el personaje del Quijote de la Mancha (de cuyo estudio es un experto), su amigo y compañero Santos Carrasco (Álvaro Rodríguez) debe averiguar en el pasado del maestro qué fue lo que lo hizo desconectar con la realidad”.
El cine colombiano, y más en manos de Libia Stella Gómez, ha seguido demostrando que sus historias no son solo de violencia y narcotráfico, que en sus ciudades, su gente y sus múltiples realidades hay suficientes personajes y relatos que merecen trascender a una pieza artística. Una película que tiene como pilar la imaginación, una historia que nos lleva a uno de los libros más importantes de la literatura, que nos invita nuevamente a entender esa extensa y pesada palabra llamada pasado. En medio del desvarío, que puede ser una puerta para hallar lo inconmensurable, o que puede, como dice la canción de Silvio Rodríguez, hacer que hablemos de lo imposible, “porque de lo posible se sabe demasiado”, surge un largometraje que muchos recordaremos por su apuesta, pero, sobre todo, por habernos devuelto algo de esperanza en aquellos días en el que el mundo fue silencio y zozobra.