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“El sector cultural y audiovisual tiene un papel fundamental para que la gente tome conciencia sobre el cambio climático y su rol individual y colectivo para abordar la crisis climática”, dijo Samuel Rubin, cofundador del pabellón ‘Entretenimiento y Cultura’ en la Cumbre del Cambio Climático de la ONU (COP28) y director de Impacto Social del mismo.
Rubin afirma que todas las disciplinas de la industria creativa están inmersas en un cambio de paradigma para que la actual crisis climática se vea reflejada en sus productos, como los efectos climáticos lo hacen en el día a día de toda la población mundial y cada vez con mayor intensidad.
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“Si tu película no incluye la crisis climática, entonces tu película es de ciencia ficción”, señala este joven español afincado en Los Ángeles (EE.UU.), donde en 2021 cofundó el equipo de ‘Entretenimiento y Cultura para la Acción Climática’ (ECCA) que apoya la convención climática de la ONU y trabaja con centenares de expertos del sector.
El cine, las series, la música y la moda son solo algunas de las artes que cita como ejemplo de ámbitos con una fuerte repercusión para movilizar y unir a las masas y cuya influencia puede ser útil para inculcar valores y generar hábitos más sostenibles.
“Representar el feminismo y el colectivo LTGBI en los productos culturales tuvo un impacto positivo para crear sociedades más igualitarias, aunque todavía queda mucho por recorrer. Podemos hacer lo mismo con la acción climática”, comentó.
En ese sentido, subrayó que “las películas catastróficas no generan ningún impacto en el espectador, pues no las ven reales y no van a molestarse en tomar ninguna acción”
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“Por eso hay que crear narrativas climáticas que normalicen la crisis y que la gente se sienta identificada”, afirmó.
De esta forma, puso en valor el impacto de la industria del entretenimiento a la hora de marcar tendencia “para bien o para mal”, ya que “hay proyectos que suelen promover estilos de vida lujuriosos. Por ejemplo, la serie más famosa por excelencia en Disney es Las Kardashians”, a lo que suma el consumismo vinculado a la compra de películas, videojuegos u otros productos, con la huella de carbono que implica su producción y posterior transporte.
El ‘mea culpa’
Sin embargo, no solo se trata de inculcar valores más sostenibles, sino también de reducir la propia huella ecológica del sector, que entre 2014 y 2020 multiplicó por cien sus emisiones de gases de efecto invernadero, según Viacom Sustainability Report (2020-2021), pasando de 73.910 toneladas de CO₂ a más de 7 millones en esos seis años.
“Una película como Avatar, Star Wars o Indiana Jones equivale a 11 viajes en cohete a la Luna”, comentó Rubin en referencia a las emisiones de logística, distribución, transporte de equipo técnico y recursos humanos, si bien “según la Unesco, hay más de 50 millones de trabajadores en la industria” y todos ellos “tienen que ser sostenibles”.
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Precisamente, en los últimos años, han aparecido nuevas empresas para hacer frente a esta situación y, por ejemplo, rodar películas u organizar conciertos de forma más limpia y reducir emisiones además de otro tipo de residuos vinculados a estos eventos.
Es el caso de Earth Angel, una “agencia de sostenibilidad” que desde hace diez años ofrece un servicio completo para disminuir el impacto ambiental de las producciones de entretenimiento.
Su fundadora, Emillie O’Brien, decidió lanzar este proyecto tras tiempo trabajando en el sector y ser consciente del impacto medioambiental que tiene: emisiones, decorados hechos a medida y finalmente descartados, cáterin que se desperdicia, son algunos ejemplos que cita.
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“Para evitar todo ello, creamos estrategias de energía personalizadas para cada cliente. Estudiamos dónde están rodando, cómo podemos utilizar los recursos de forma más inteligente, si podemos evitar el uso de generadores diésel o reducir la necesidad de generadores o utilizar generadores eléctricos alimentados por baterías”, son algunas de las opciones que mencionó durante la COP28.
Tanto O’Brien como Rubin coincidieron en otra forma de potenciar la conciencia climática en el sector: imponer tasas para el cuidado medioambiental o para tratar sus consecuencias en el entorno.
Sin embargo, remarcaron lo más importante, implicar al público para luchar contra la crisis climática porque la suma de cada pequeña acción cuenta.