Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Trascurría el año de 1906 cuando Pablo Picasso tuvo su primer acercamiento a la obra africana. Se encontraba visitando a la autora estadounidense Gertrude Stein, cuando llegó su colega francés Henri Matisse con una escultura que recién había adquirido del grupo étnico ‘vili’ del Congo, con la cual, aseguró el pintor, “quedaron cautivados”.
(Le puede interesar: “No hay migrantes de primera ni de segunda clase, todos somos personas”)
Al año siguiente, Picasso visitó por primera vez el Museo de Etnografía del Trocadero en París, donde descubrió más objetos africanos que marcarían un punto de inflexión en su trabajo, y el inicio de una época a la que se le llamaría como “periodo negro”, que a pesar de durar dos años, sentó las bases para la inminente carrera del malagueño.
A finales de 1906, con 25 años, el artista había comenzado “Las señoritas de Avignon”, cuadro que se considera el punto de partida del arte moderno y donde rompió con el concepto de verosimilitud, un paso que le llevaría a ser incomprendido hasta por su círculo más cercano.
Esa incomprensión hizo que Picasso abandonase el cuadro, pero en 1907, tras visitar el Museo del Trocadero, añadió en dos de las caras de las retratadas máscaras africanas y, a partir de entonces, la influencia del continente lo acompañó a lo largo de su obra, de manera más o menos evidente.
“En vísperas de la independencia y de los movimientos panafricanistas, todos los artistas vieron en el arte de Picasso lo que debería ser la pintura africana moderna”, señaló Henri Kalama, director general de la Academia de Bellas Artes de Kinsasa.
(Le recomendamos: Actores ucranianos cuentan la ocupación rusa en el escenario)
“El arte africano había sido tratado como un arte que no era bello (...) pero, al integrar (Picasso) las formas geométricas de las máscaras africanas, poco a poco la cultura visual de los occidentales cambió y el arte africano empezó a ser percibido de manera diferente”, añadió.
El pintor español se convirtió en un coleccionista del arte africano y esto se vio reflejado en sus obras como el “Busto de una mujer” (1907); “Madre e hijo” (1907) y “Desnudo con los brazos levantados” (1907).
Homenaje a Picasso
En conmemoración a los 50 años de la muerte de Pablo Picasso, veinticinco artistas de la República Democrática del Congo (RDC) exponen esta semana en Kinsasa sus obras inspiradas en el trabajo del pintor español, en una muestra para recordar su influencia africana.
La exposición bautizada “Picasso y África: un viaje de ida y vuelta” ha sido organizada por la Embajada de España en la RDC y la Academia de Bellas Artes (ABA) de Kinsasa.
Entre las obras expuestas, que incluyen piezas de pintura, escultura o cerámica, se celebró un concurso en el que el artista y estudiante de la ABA, Muhindo Muthangi Eraste, obtuvo el primer premio con un cuadro pintado sobre madera donde reinterpreta la fotografía tomada por Robert Capa en 1984, donde Picasso cubre con una sombrilla en la playa a su pareja Françoise Gilot. En este caso, una máscara africana sustituye el rostro de ella.
Según Henri Kalama, Picasso “cambió la mirada de los occidentales sobre el arte africano” al inspirarse en el continente para su obra.