La inteligencia artificial aplicada al arte es entretenimiento, dice historiadora
La historiadora del arte y experta en inteligencia artificial Emily L. Spratt considera que las nuevas herramientas de creación de imágenes con inteligencia artificial son más “entretenimiento” que arte, a pesar de sus increíbles posibilidades.
Joseph Boyle
Herramientas como Dall-E, Midjourney y Stable Diffusion ha creado conmoción en el mundo del arte con su capacidad casi instantánea de transformar unas palabras en imágenes.
Basta con escribir o decir algo como “Brad Pitt en una canoa en el espacio al estilo de Mondrian” para obtener en unos segundos una colorida imagen del actor remando entre las estrellas.
Integración inevitable
Pese a que las empresas tecnológicas presentan sus herramientas como un medio de liberación del arte, esta idea de “democratización” es “demasiado simplista” e “ingenua”, según Spratt.
Estas herramientas son sobretodo “una manera de fomentar el uso de grandes plataformas de Internet, lo que por supuesto beneficia a estas empresas”, explica.
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Spratt considera que la frontera entre inteligencia artificial y otras tecnologías va difuminándose, en referencia a los programas de manipulación de imágenes ya muy utilizados.
“Pienso que en el futuro la inteligencia artificial integrará la arquitectura ya existente de creación de imágenes digitales”.
“Será difícil de evitar porque se infiltra en todas nuestras interacciones digitales, a menudo sin que lo sepamos, especialmente cuando creamos, editamos o buscamos imágenes”, añade Spratt.
¿Se pueden crear obras maestras?
A parte de las simples herramientas de Internet, muchos artistas trabajan con sus propios algoritmos y sus propias bases de datos. Sus obras se venden por decenas, incluso cientos de miles de dólares.
Emily L. Spratt destaca al artista alemán Mario Klingemann, cuya obra “Series de atracciones hiperdimensionales, bestiario” es una de las más mencionadas.
“Es un vídeo de unas formas aparentemente orgánicas que se transforman permanentemente y que parecen momentáneamente animales reconocibles”, explica Spratt.
“Honestamente, es un poco desconcertante pero funciona bien como comentario sobre las líneas que dividen lo material e inmaterial, y los límites de estas inteligencias artificiales para recrear el mundo”.
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Para Spratt, el arte de Klingemann plantea cuestiones sobre la inteligencia artificial como medio de expresión, y más ampliamente sobre la naturaleza de la creatividad.
Frontera con el arte
El desarrollo de las inteligencias artificiales que generan imágenes se aceleró con la creación de ImageNet, una base de datos de imágenes etiquetadas, es decir, catalogadas mediante palabras clave.
En 2018, un colectivo francés llamado “Obvious” (“evidente” en español) vendió una obra por más de 400.000 dólares, explicando que había sido “creada” por una inteligencia artificial.
La venta generó controversia cuando Obvious reconoció haber utilizado el algoritmo de un artista y programador estadounidense, Robbie Barrat.
“La razón por la que la obra de Obvious se vendió, sobretodo a ese precio, es en gran parte porque se anunció como la primera obra creada por una inteligencia artificial vendida en una gran casa de subastas”, dice Spratt.
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“En realidad, era el mercado del arte experimentando con la oferta de una obra de arte producida por una inteligencia artificial en consonancia con los cánones del sector”, explica Spratt.
En ese momento, había mucho interés en acercar el arte y la tecnología, pero la crisis del sector tecnológico enfrió ese entusiasmo. Grandes casas de subasta como Christie’s o Sotheby’s crearon plataformas distintas para vender estas obras digitales. “Es como si no quisieran mancillar el arte con estas nuevas exploraciones digitales”, opina Spratt.
Y los críticos de arte todavía deben ponerse al día para aprender a distinguir lo bueno, lo malo o lo mediocre, añade.
“Desgraciadamente, el discurso sobre el arte creado por inteligencias artificiales aún no está listo, pero creo que está en camino, y debería surgir del ámbito de la historia del arte”, insiste Emily L. Spratt.
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Herramientas como Dall-E, Midjourney y Stable Diffusion ha creado conmoción en el mundo del arte con su capacidad casi instantánea de transformar unas palabras en imágenes.
Basta con escribir o decir algo como “Brad Pitt en una canoa en el espacio al estilo de Mondrian” para obtener en unos segundos una colorida imagen del actor remando entre las estrellas.
Integración inevitable
Pese a que las empresas tecnológicas presentan sus herramientas como un medio de liberación del arte, esta idea de “democratización” es “demasiado simplista” e “ingenua”, según Spratt.
Estas herramientas son sobretodo “una manera de fomentar el uso de grandes plataformas de Internet, lo que por supuesto beneficia a estas empresas”, explica.
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Spratt considera que la frontera entre inteligencia artificial y otras tecnologías va difuminándose, en referencia a los programas de manipulación de imágenes ya muy utilizados.
“Pienso que en el futuro la inteligencia artificial integrará la arquitectura ya existente de creación de imágenes digitales”.
“Será difícil de evitar porque se infiltra en todas nuestras interacciones digitales, a menudo sin que lo sepamos, especialmente cuando creamos, editamos o buscamos imágenes”, añade Spratt.
¿Se pueden crear obras maestras?
A parte de las simples herramientas de Internet, muchos artistas trabajan con sus propios algoritmos y sus propias bases de datos. Sus obras se venden por decenas, incluso cientos de miles de dólares.
Emily L. Spratt destaca al artista alemán Mario Klingemann, cuya obra “Series de atracciones hiperdimensionales, bestiario” es una de las más mencionadas.
“Es un vídeo de unas formas aparentemente orgánicas que se transforman permanentemente y que parecen momentáneamente animales reconocibles”, explica Spratt.
“Honestamente, es un poco desconcertante pero funciona bien como comentario sobre las líneas que dividen lo material e inmaterial, y los límites de estas inteligencias artificiales para recrear el mundo”.
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Para Spratt, el arte de Klingemann plantea cuestiones sobre la inteligencia artificial como medio de expresión, y más ampliamente sobre la naturaleza de la creatividad.
Frontera con el arte
El desarrollo de las inteligencias artificiales que generan imágenes se aceleró con la creación de ImageNet, una base de datos de imágenes etiquetadas, es decir, catalogadas mediante palabras clave.
En 2018, un colectivo francés llamado “Obvious” (“evidente” en español) vendió una obra por más de 400.000 dólares, explicando que había sido “creada” por una inteligencia artificial.
La venta generó controversia cuando Obvious reconoció haber utilizado el algoritmo de un artista y programador estadounidense, Robbie Barrat.
“La razón por la que la obra de Obvious se vendió, sobretodo a ese precio, es en gran parte porque se anunció como la primera obra creada por una inteligencia artificial vendida en una gran casa de subastas”, dice Spratt.
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“En realidad, era el mercado del arte experimentando con la oferta de una obra de arte producida por una inteligencia artificial en consonancia con los cánones del sector”, explica Spratt.
En ese momento, había mucho interés en acercar el arte y la tecnología, pero la crisis del sector tecnológico enfrió ese entusiasmo. Grandes casas de subasta como Christie’s o Sotheby’s crearon plataformas distintas para vender estas obras digitales. “Es como si no quisieran mancillar el arte con estas nuevas exploraciones digitales”, opina Spratt.
Y los críticos de arte todavía deben ponerse al día para aprender a distinguir lo bueno, lo malo o lo mediocre, añade.
“Desgraciadamente, el discurso sobre el arte creado por inteligencias artificiales aún no está listo, pero creo que está en camino, y debería surgir del ámbito de la historia del arte”, insiste Emily L. Spratt.
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