Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Para el escritor venezolano Boris Izaguirre, la literatura LGTBIQ+ debe abrirse paso en un mundo cada vez más polarizado, ampliando su voz y demostrando que el colectivo siempre ha estado presente “en todos lados y por mucho tiempo”.
“Lo extraordinario está en la literatura, mucho más que en otros medios”, afirmó Izaguirre en una entrevista desde Los Ángeles, donde participó en el primer festival literario LGBTQ+Ñ. Este evento se centró en la libertad sexual y creativa, junto a autores españoles y latinoamericanos.
En un momento en el que se ha dejado “demasiado espacio a lo politizado”, a la represión y a no hablar de la sexualidad de la manera en que uno desearía, la literatura “abrió los ojos, creó universos nuevos, generó opiniones distintas y aventuras extraordinarias”, agregó.
“Mi sexualidad me hace ver y vivir las cosas de otra manera”, indicó el autor de Villa Diamante, quien lleva años intentando implementar esta pionera iniciativa, que explora el género queer en la literatura contemporánea y los retos que enfrenta en la actualidad.
Hoy en día, “ha sido muy difícil poder manifestar un discurso en total libertad, debido a una serie de cortapisas permanentes entre lo que podría agredir a otra persona, lo que podía ser menos empático y lo que podía considerarse políticamente incorrecto”, precisó.
A pesar de estar cada vez más alejado de las polémicas, la vida de Izaguirre en el mundo de la televisión española no ha estado exenta de críticas. El escritor de 59 años recordó la publicación de su novela Azul Petróleo en 1998, una historia que cuestionó el ámbito de la homosexualidad y que generó debate en una década que avanzaba tímidamente en el reconocimiento de la comunidad LGTBIQ+.
“Cuando se publicó, mucha gente escribió diciendo que el homosexual aparecía como un villano, como una persona no positiva”, al asesinar a sus amantes, explicó. Ese tipo de críticas resonaban como “aceptamos a un homosexual de esta manera, bajo estas condiciones, pero si lo presentabas bajo una luz que no era lo suficientemente blanca y positiva, no nos interesa”, añadió.
El crimen cometido por una persona homosexual, afirmó, “siempre parecía más merecido a la víctima que fue asesinada por ser homosexual, por estar al margen”.
Más de dos décadas después de esa polémica, el mundo ha avanzado en la conquista de los derechos LGTBIQ+, aunque sigue enfrentándose a un factor que disfraza la igualdad entre homosexuales y lesbianas: la sociedad patriarcal.
“El machismo impera en Occidente y en Oriente, en el norte y en el sur, en el capitalismo y en el comunismo, y en el desarrollo y el subdesarrollo”, dijo Izaguirre. En este sentido, “las mujeres han estado más condenadas a ser invisibles que los hombres, precisamente porque los hombres tenían el poder sobre el machismo. Ellos lo inventaron para mantener ese tipo de poder”, agregó.
Un ejemplo de ello fue lo que sucedió con la película Barbie (2023), protagonizada por Margot Robbie y Ryan Gosling, en los premios Óscar de este año. Una película “que planteó que hay un patriarcado y que las mujeres son muy muñecas, parecía no poder existir y, de repente, fue completamente ninguneada en el premio más importante de esta industria”, explicó.
“Eso hizo ver que los Óscar quisieron defender el patriarcado, porque no quisieron poner un espejo ante la cámara. Y me encantaría que los homosexuales fuéramos capaces de poner ese espejo frente al rostro de los adversarios”, concluyó.