La magia de los libros físicos
Este soporte sigue siendo el favorito de los lectores, por encima de los libros electrónicos y audiolibros. Desde el año pasado se ha disparado la venta de libros físicos en el país, lo que podría quizás indicar un aumento en el índice de lectura de los colombianos.
Danelys Vega Cardozo
Hay experiencias que son indescriptibles, aquellas que solo las vivencias pueden explicar. Una de ellas es la relación de los lectores con los libros. Esos mismos que, tal vez, se convirtieron en una fuente de sosiego en medio del temor que trajo consigo la pandemia. Y pese a esto, en el 2020 las ventas del sector editorial disminuyeron en un 16.1 %, de acuerdo con cifras dadas por la Cámara Colombiana del Libro. Pero como diría Héctor Lavoe “Todo tiene su final, nada dura para siempre”. Entonces, la recompensa para el libro, sobre todo para el soporte en físico, vino el año pasado.
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Hay experiencias que son indescriptibles, aquellas que solo las vivencias pueden explicar. Una de ellas es la relación de los lectores con los libros. Esos mismos que, tal vez, se convirtieron en una fuente de sosiego en medio del temor que trajo consigo la pandemia. Y pese a esto, en el 2020 las ventas del sector editorial disminuyeron en un 16.1 %, de acuerdo con cifras dadas por la Cámara Colombiana del Libro. Pero como diría Héctor Lavoe “Todo tiene su final, nada dura para siempre”. Entonces, la recompensa para el libro, sobre todo para el soporte en físico, vino el año pasado.
Las ventas de los libros en el mundo parecen haberse disparado en el 2021, una línea que se ha mantenido este año, según estima Emiro Aristizábal Álvarez, presidente ejecutivo de la Cámara Colombiana del Libro. El país no ha escapado a este fenómeno. Tanto así que durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2022, los asistentes no salieron ahuyentados de Corferias ante la lluvia o las largas filas que debían soportar para comprar libros, o incluso hacerlos firmar. “Yo no puedo entender cómo una persona está dispuesta a hacer una fila durante horas para comprar la entrada, luego otra fila para entrar, luego otra fila para que te firme un autógrafo el autor, otra fila para comprar, todo dentro de la Filbo, y aun así sales con una sonrisa en los labios”, dice Oswaldo Almeida M., director general de Ecuador, Perú y Colombia del Grupo Editorial Océano. Y es que como diría él “la sensación de tener un libro en la mano es única, el olor de un libro nuevo es indescriptible, y es placentero para todos quienes disfrutamos de los libros”.
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Una experiencia que no es posible vivirla a través del libro electrónico. Como comenta Lucía Donadío, directora general de Sílaba Editores, “la relación con el libro físico es más íntima. Uno nota que la gente, incluso, se enamora de una carátula; de un título, huelen el libro, toca el papel…Todo eso indica que hay una relación como de afecto con el libro físico que está muy vigente todavía”. Una relación similar a la descrita por Aristizábal. “Hay una mayoría que nos gusta el libro impreso, abrirlo, leerlo, olerlo, tenerlo en la mesa de la noche, es casi que un poquito romántico, nostálgico”.
Quizá por eso las cifras de ventas de libros digitales para el 2020 siguió siendo baja: 5%. Y eso que las pantallas durante los confinamientos se volvieron nuestros mejores aliados. O quizá más bien por esta misma razón las miradas se concentraron en los libros físicos, como dice Felipe González, director editorial de Laguna Libros. “Nosotros digamos, desde la primera cuarenta, si hemos visto un crecimiento en el interés por los libros, creo que van de la mano con ese auge en la edición independiente, y también bueno el buen trabajo que han hecho en los últimos años las multinacionales, pero también tiene que ver con que estando todos encerrados hubo una saturación de las pantallas, y como un agotamiento de que el tiempo libre también fuera invertido en una pantalla”. El presidente ejecutivo de la Cámara Colombiana del Libro comparte la misma hipótesis de González. “La gente estaba cansada de andar en una pantalla, y luego viendo televisión, entonces la gente ha regresado mucho al libro impreso”.
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El retorno al libro físico podría incluso verse reflejado en un aumento en el índice de lectura de los colombianos. “Debe haber un aumento en la lectura. Yo creo que la gente volvió a la lectura durante el confinamiento. Mucha gente volvió a lo libros, se dio cuenta que son para formación, que entretienen, que no le cansan a uno la vista”, menciona Aristizábal. Un dato que quizá solo se pueda confirmar durante el 2023, siempre y cuando el DANE decida a mitad de este año realizar la Encuesta Nacional de Lectura. Esa misma que se llevó a cabo por primera vez en 2017. Aquella que arrojó que los colombianos mayores de cinco años leen 5,1 libros al año.
Sin embargo, como dice Fernando Rojas Acosta, gerente de Panamericana Editorial, “este es un país que está leyendo más, pero es un país no lector”. Por eso es importante que la asignación del Presupuesto General para la Nación sea más alta para el sector cultural. Este año, de los 350, 4 billones de pesos asignados, tan solo 511.000 mil millones de pesos fueron otorgados para este sector. Pero como comenta Juan Sebastián Montoya, director editorial de Siete Gatos, para que la asignación sea mayor también es necesario que el gobierno se siente a dialogar con quienes hacen parte de esta industria, con el fin de comprender mejor cómo funciona. “Cuando tú entiendes el sector, pues entiendes qué bolsas vas a poner, y cómo puedes subir, y por qué es tan importante leer, porque yo creo que eso ni siquiera lo piensan”.
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Y aunque la experiencia de leer es algo personal y un acto que debe nacer de la voluntad de cada uno, a veces lo que hace falta también es más promoción de la lectura. “Lo que le falta a este país es que la gente se acerque al libro, y hablo del acercamiento más al contenido, porque finalmente el libro tiene varios soportes”, menciona Rojas.
Tal vez un aumento en la venta de libros no necesariamente indique un mayor índice de lectura en los colombianos, porque bien podrían ser los libros tan solo adornos para decorar, de esos que se ven lindos en las bibliotecas de la casa, y que le dan un aire de “intelectualidad” a sus dueños. Pero, al menos es innegable, como dice Aristizábal, que “el libro de papel sigue siendo dominante. El señor Bill Gates ha pronosticado la muerte del papel, yo no sé cuántas veces, pero sigue vivo y coleando”.