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En 1501 le encargaron a Miguel Ángel la creación de una escultura del personaje bíblico David, a partir de un bloque de mármol extraído de las canteras de Carrara, Italia. Más de 500 años después, el mármol de la Danta, en Antioquia, y la roca de sal zipaquereña se convirtieron en los protagonistas del Primer Simposio de Escultura Monumental. Durante 30 días, 22 artistas de diferentes nacionalidades se dieron cita en Zipaquirá y aceptaron el reto de crear esculturas en mármol o roca de sal para dar vida al nuevo Museo Subterráneo de Escultura Monumental, que se ubicará en dos salas de la Catedral de Sal de Zipaquirá, a 180 metros bajo tierra.
Entre el 13 de febrero y 13 de marzo los escultores se reunieron en el marco de este simposio para inmortalizar en la piedra su visión de “ancestralidad y símbolo”, la temática definida para el evento. Los artistas esculpieron en vivo sus obras frente a los visitantes de la catedral y dejaron en cada una de ellas una parte de su cultura. Desde Marruecos, China, Japón, España, Ucrania, Nueva Zelanda, Hungría, Ecuador, Costa Rica, Rumania, Polonia, Georgia, Canadá, México, Corea del Sur, Chile, Irán y Colombia llegaron los artistas, cuyas obras serán exhibidas en el interior de la catedral, cuando el museo abra sus puertas en mayo. Once esculpieron obras en mármol y la otra mitad, en roca de sal.
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La mente detrás de esta iniciativa es la del escultor bogotano Carlos Enrique Rodríguez Arango, quien ya había realizado antes una obra para la catedral titulada “La creación del hombre”. El artista comentó que este proyecto tiene su origen en una visita que realizó a Carrara, Italia, que coincidió con el Segundo Simposio Internacional de Escultura en 1979. “Me levantaba, durante los 20 días que duró el simposio, a las cinco de la mañana y me quedaba hasta las once de la noche, cuando se iba a dormir el último escultor. Durante las tres semanas del evento hice casi que un máster en trabajo con mármol. Cuando se terminó el simposio ya sabía trabajar con ese material, aunque no lo había tocado antes”. El mármol reemplazó la pintura, y el gusto de Rodríguez por esta piedra solo se incrementó. Un año más tarde cambió de papel y se presentó en este simposio como escultor invitado, en vez de espectador. Este material, para el escultor, tiene un “magnetismo impresionante y aprendí a trabajarlo, a ver las texturas del mármol que tiene una textura como la de la piel humana, uno ve el mármol y dan ganas de tocarlo, porque es muy suave y terso. Además, es muy maleable y permite que uno haga lo que uno quiera con él”.
A partir de esta experiencia se planteó la pregunta: ¿por qué no hacer lo mismo en Colombia teniendo en cuenta los mármoles y granitos que se encuentran en el país? “Además, en Colombia, en ese momento, ya no había escultura en talla, había desaparecido por la revolución de la escultura moderna. Me propuse rescatar la escultura en talla y me siento muy orgulloso de que 40 años después hayamos logrado este sueño”. En el tipo de escultura que se propuso rescatar y resaltar, Rodríguez ve un gran potencial en el país. Luego de que, de acuerdo con Rodríguez, en Colombia las galerías tomaron la tendencia estadounidense de alejarse del arte figurativo y la talla de piedra para acercarse a la escultura en metal, “cuando llegué a Carrara y vi que personas de todo el mundo iban a aprender esta técnica de la escultura en talla, me pregunté: ¿por qué no hay un auge de esto en Colombia? Ahora hay un retorno a esto y los materiales nobles, como el mármol y el bronce. Estar en Italia y ver ese panorama me motivó a promover la escultura de talla en Colombia”.
La selección de los 21 artistas que trabajaron en vivo en Zipaquirá se dio a partir de la experiencia de Rodríguez en los cinco simposios en los que ha participado. “Quería traerme a los mejores, a los más profesionales, que podrían tener una escultura terminada del todo en 20 días. Este proyecto está en marcha desde hace cuatro años y yo mismo hice la curaduría”. El proceso no vino sin problemas, pues el escultor contó que conociendo la trayectoria y el trabajo en los simposios, sabía que una buena o mala curaduría podía ser determinante para su objetivo, por lo que uno de los requisitos fue haber participado en por lo menos tres simposios de escultura.
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En Italia, en uno de los simposios a los que asistió, conoció a uno de los artistas que estuvo en el país, el japonés Yoshin Ogata. Su escultura, titulada “Genesis of water”, aborda el tema del simposio desde el ciclo del agua, el cual Ogata asemeja con el ciclo de la vida. “La ancestralidad significa, para mí, el inicio de la vida, donde convergen el pasado, el presente y el futuro”, afirmó el escultor, quien al igual que Rodríguez tuvo su primer acercamiento con el mármol en Carrara y no volvió a separarse de este material. “El mármol es un material natural y tiene una elegancia. No es necesariamente fácil hacer una escultura a partir de este material, pero tampoco es una tarea imposible”. Este fue, además, el último simposio en el que Ogata participó.
Rodríguez comentó que el tema seleccionado, “Ancestralidad y símbolo”, más allá de ser un vehículo para resaltar las culturas de los escultores invitados, tiene que ver con el rescate de la escultura en talla que realizaron durante años los indígenas en el país, como las esculturas megalíticas de San Agustín. La consigna de Rodríguez para sus invitados fue “busque en su país cuál es el origen de la humanidad y cómo lo simbolizan, a la larga lo que esto busca es que nos encontremos como humanidad. Todos somos los mismos”.
Marie-Josée Leroux, escultora canadiense, forma parte del grupo de 11 artistas que permaneció bajo tierra para trabajar en su obra. En roca de sal, Leroux contó que quiso retratar una “leyenda de los nativos norteamericanos, los sioux, y el pueblo hurón, en la que cuentan que una mujer embarazada estaba buscando hierbas medicinales cerca de un árbol y cayó en un hoyo.
Al caer ahí entró en un mundo en el que solamente había agua. La tortuga, con su sabiduría, la vio caer y llamó a los pájaros para que la protegieran. Los pájaros depositaron a la mujer sobre su caparazón y la tortuga vio esto como una oportunidad de que más vida floreciera sobre ella. La mujer es la diosa Atahensic, considerada la abuela de la humanidad”. Con esta leyenda Leroux representa lo que en su región geográfica es considerado el origen de la humanidad y para ella la ancestralidad tiene un aspecto sagrado en el que hay que pensar que las cosas van a perdurar, “por eso es que me gusta tomar leyendas de los pueblos que ya vivieron aquí para honrar su memoria y grabarla en la pared”.
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Tanto para la escultora canadiense como para los demás artistas que realizaron su obra en piedra de sal, este es un material nuevo con el que trabajar. Gemma Domínguez, escultora española proveniente de Islas Canarias, cuenta que trabajar en piedra de sal “es un reto porque se comporta totalmente diferente, es más calcaria, más suave al corte. También es un mural, no un bloque de piedra”. Las obras en mármol serán trasladadas al interior de la catedral para abrir el Museo Subterráneo Monumental, 42 años después de haber sido concebida la idea para este.