Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Me llama la atención su apellido. Hablemos un poco acerca de sus orígenes familiares.
Mi apellido es libanés. Es muy chistoso, porque siendo un apellido muy sencillo siempre me toca deletrearlo; trata todo el mundo de complicarlo un poco.
¿Cómo fue crecer rodeada de toda esa cultura libanesa?
Por más que llevan más de tres generaciones acá en Colombia, es una cultura muy fuerte y arraigada. Es una cultura donde la familia es muy importante, donde el momento de la comida es muy importante, es muy hospitalaria; todo el tiempo están buscando que te sientas bien recibido, atenderte. Y así fue como crecí, donde mi abuelo decía que donde había una olla de arroz comían dos, seis, veinte, los que fueran.
Usted es antropóloga. ¿Por qué escogió esa profesión?
Estudié antropología porque en ese momento buceaba mucho y estaba entre estudiar biología y sociología. En esa indecisión, me encontré con los pensums de antropología, donde lograba de alguna manera tocar las dos, y en las universidades podía también buscar materias y opciones que tuvieran que ver, sobre todo en la parte de biología. Pude ver antropología biológica, que me apasionaba, creo que era una de las materias que más me gustaban, y antropología urbana, que es lo más cercano a la sociología. Entonces, tuve como un poco de las dos cosas que quería y por eso fue que terminé escogiendo antropología.
¿Qué le llamó la atención de la antropología biológica?
Siempre he sido callada, más observadora y analítica, y siempre me gustó mucho entender el comportamiento del hombre (…) Me apasiona entender de dónde vienen los cambios y por qué hay comportamientos que hoy en día parecen perjudiciales y por qué hay como esa brecha entre comportamientos que parecen codificados a nivel biológico, de hace miles de años, que hoy en día son desadaptativos por la realidad que construimos hace doscientos años, que es una realidad supersedentaria, pero eso es algo muy nuevo frente a todo el desarrollo biológico de hace más de miles de años, que era cuando en realidad estábamos formándonos como especie. El deporte también tiene una serie de explicaciones (…) Todo eso que pasa del juego en los animales nosotros lo empezamos a estructurar y es lo que hoy conocemos como deporte, es como esa evolución del juego.
Le invitamos a leer: “No existen escritores mejores que otros, lo que existen son universos propios”
Sí, al final hacer deporte es jugar. Nosotros crecimos haciendo deporte por medio del juego y tal vez ni caemos en cuenta de eso…
Si tú ves el crossfit, tiene unas habilidades de gimnasia mucho más desarrolladas, es casi como ir a ver un parque de niños; hay donde colgarse, hay que levantar, hay cosas para saltar, pero al final es lo mismo. Y siento que nos desconectamos hoy en día muy rápido de ese lado. Se vuelve algo que toca hacer por el colegio o al final cuando crecemos es algo para que el médico no nos regañe, entonces todo eso comienza a restringirlo a uno y a obligarlo, pero es difícil que la gente se relacione desde la diversión con el deporte.
¿Sigue ejerciendo la antropología?
Nunca he dejado de ejercerla. Y creo que me ha servido para todo en la vida, porque lo bonito de esta carrera es que al final lo que busca es entender, de una manera un poco menos emocional y subjetiva, el comportamiento de las personas, entonces le da a uno herramientas y un panorama mucho más amplio (…) Hay cosas que uno va entendiendo que le ayudan a relacionarse con las personas de una forma diferente y a entender el tema social y de comunidades muy diferente.
¿Cómo comenzó en el deporte?
Mi papá fue muy deportista. Fue nadador de alto rendimiento toda su niñez y su adolescencia. Era superdisciplinado y yo creo que parte de lo que él quiso transmitirnos a mi hermana y a mí fue esa disciplina y ese amor por el deporte. A veces creo que usamos herramientas que pueden ser contraproducentes, pero él hizo algo muy importante para las dos: nos expuso a todos los deportes; nos expuso a fútbol, golf, tenis, esquiar en agua y nieve, a correr, voleibol… A los dieciséis años nos alejamos las dos del deporte. Yo arranco a los diecinueve años a correr sola, entrando a la universidad dije: “Tengo que hacer algo por mí”. Empecé a correr, corría cinco minutos y caminaba otros cinco. No podía correr más de cinco minutos.
¿Qué encontró en el atletismo? ¿Por qué decidió continuar corriendo?
Lo que tiene el correr, que no tiene ningún deporte es que es algo solo tuyo. Ese deporte me parece tan mental, porque si tienes un grupo, te hala, pero cuando estás tú solo con el reloj puedes parar cuando quieras, nadie te va a decir nada, y ahí depende solo de ti. Creo que es un trabajo mental diferente y de una autodisciplina impresionante, pero además es muy práctico, democrático, como que todo el mundo lo puede hacer. Entonces, yo creo que eso fue lo que más me gustó del atletismo.
Le recomendamos leer: Constantino Kavafis y el sustento de la poesía
¿Y en la actualidad, qué significa para usted correr?
Mira lo que me ha pasado. Después de pandemia me ha costado mucho volver a conectarme con eso. Hago mucho fortalecimiento, movilidad; casi que lo que me dejó la pandemia, que fue moverme en un espacio pequeño. Me ha costado mucho volver a conectarme con la corrida, siento que lo cojo y lo suelto. Me he metido en un par de carreras pensando que eso me iba a poner con la disciplina de volverme a enganchar, pero yo sí se sentía algo, ante de la pandemia y durante muchísimos años fue así, y era una libertad absoluta (…) Esa sensación de libertad es la que hoy en día extraño y me gustaría volver a sentir, porque sigo corriendo, pero no he podido volver a sentir eso.
¿Qué cree que ha cambiado como para que ya no sienta eso?
Yo creo que, al final, es un tema de entrenamiento. Yo creo que cuando uno está muy entrenado, uno se siente muy cómodo corriendo a distancias largas, corriendo a muy buenos ritmos, y la cabeza juega muy en contra cuando te das cuentas que has perdido el estado físico y te encuentras corriendo cinco kilómetros máximos, cuando terminas corriendo dos minutos por encima de tu ritmo promedio, y eso a veces es muy difícil manejarlo. Yo eso ya lo tengo “muy manejado”, porque no soy una persona muy competitiva, esto lo hago en realidad porque me apasiona, y porque me apasiona el cambio que genera en las personas, pero igual sí es frustrante (…) He encontrado algunas estrategias que me han funcionado para irme conectando otra vez, pero estoy tranquila con el proceso, creo que al final es como un enamoramiento, pero un enamoramiento que va un poquito lento porque es volver a empezar una relación que ya existía. Sabes que estaba ahí y que va a volver, pero no te genera esa misma adrenalina que generaba al comienzo.
También pasa que uno se transforma con el tiempo, pues somos seres cambiantes. Puede que redescubra esa sensación, pero tal vez pueda que no suceda…
¡Hum! ... Por ejemplo, yo era muy competitiva, y en ese sentido siento que ha habido un cambio muy grande en mí, que es la edad, la etapa de vida, lo que quieras, pero hoy en día siento que no soy competitiva, incluso las dos últimas carreras que he hecho, las he hecho sin reloj, sin monitorear tiempo, ni ritmos, y me las he gozado, las he disfrutado, desde un lugar muy diferente, porque antes yo era muy exigente conmigo misma. Y ahorita volverme a conectar desde un lugar completamente diferente, me ha ayudado mucho. Entonces, yo siento que esa parte cien por ciento ha cambiado, no siento presión tampoco de tener que mostrar nada, que de pronto en un momento, por el rol que tenía en Nike arrancando el proyecto y todo, sí sentía cierta presión a nivel deportivo. Ahora siento que es por mí, y lo que me motiva es lo que te decía: la sensación de sentirme libre, de sentir esa comodidad en la incomodidad.
¿Por qué cree que era una persona tan competitiva?
No sé, yo creería que es muy natural, creo que es algo casi innato en todos. (…) Al final todos estamos buscando reconocimiento dentro de nuestro circulo social, pero es parte de lo que hace las relaciones sociales, entonces creo que es medio innato, y de ahí nace la competencia. (…) A cada carrera que voy, les traigo las medallas a mis hijas, y ellas se emocionan, y para mí ahorita esa es una motivación muy grande, pero no en niveles de rendimiento, como antes.
Le puede interesar: “Es una historia de amor extraña, pero indudablemente una historia de amor”
El reconocimiento al final de cuentas es algo para otros y no tanto para uno…
Sí, pero creo que es algo supernatural. Desde chiquitos estamos buscando como ese reconocimiento de los papás, de la familia, que es como ese primer círculo. Pero siempre sigue siendo así, el reconocimiento de la pareja, de tu familia, de tus hijos; para mí ese es un motor gigantesco: que mis hijas se sientan orgullosas de mí. El reconocimiento va cambiando la forma en la que trabaja en uno, pero creo que siempre está.
¿Cuáles renuncias a nivel personal ha hecho por ser deportista?
Creo que el hecho de manejar el tema a nivel recreativo, como lo manejo yo, me ha permitido encontrar un equilibrio en todo en la vida. Y no sé si por el tema de formas de ver la vida o no, pero yo no siento que haya tenido que renunciar a algo a nivel personal por algo deportivo, porque al final, aunque el deporte es muy importante para mí, no es mi prioridad número uno, como puede ser para un atleta de alto rendimiento. Como lo mío es recreativo, siempre ha estado dentro de mis prioridades, pero nunca ha estado por encima de mis hijas, de mi familia. El deporte al final también se vuelve un estilo de vida y uno no lo ve como una renuncia. Yo no rumbeo, como muy saludable, pero no porque me toque, es mi estilo de vida, entonces no lo veo como una renuncia.
Dice que el deporte no es su prioridad número uno. Entonces, ¿cuál es?
Mi trabajo, mi vida espiritual, mis hijas, mi familia, mi vida de pareja. El deporte vendría después. Igual yo no concibo mi vida sin moverme, de la manera que sea. Entonces, esas son mis prioridades, no sé el orden, porque nunca lo he ordenado, pero sí son mis prioridades.
¿Qué enseñanzas le ha dejado el deporte?
Suena muy cliché, pero la resiliencia sin duda ha sido la más importante. Creo que la tolerancia a la frustración, a que las cosas a veces no salen como uno las espera e igual pararse y seguir dándole. Aprender que la motivación en realidad tiene un nombre propio que se llama disciplina. Creo que al final la motivación puede variar, va y viene, depende mucho de ese tema emocional, los éxitos que uno tenga, pero en esto, si no hay disciplina, no hay progreso, no hay proceso, no hay nada. Me ha enseñado que uno como ser humano, tanto el cerebro, como el cuerpo, como las capacidades, realmente son casi ilimitadas. En el aspecto mental esto me ha enseñado que uno tiene la capacidad de construir el tipo de vida que uno quiere y el tipo de relación que uno quiere, lo que pasa es que implica disciplina, resiliencia. Todas las habilidades que uno desarrolla en el deporte son habilidades que, si las traslada a la vida, lo vuelven a uno más libre en el sentido de poder decidir por uno y no sentir que está en piloto automático, no sentir que uno está padeciendo existiendo.
Le invitamos a leer: Isabel Allende, la voz femenina más popular del “realismo mágico”
Usted también corre en grupo. ¿Qué beneficios tiene esta modalidad en comparación con la individual?
(...) La persona que está arrancando necesita elementos de motivación y uno fundamental es el tema social o la comunidad. Cuando uno tiene un grupito de amigos que corre y cuando a uno le escriben: “¿Nos vemos en el entrenamiento? ¿Nos levantamos mañana a subir a Monserrate?”, ahí ya hay un grupito, un círculo de apoyo para generar ese cambio o ese hábito. Entonces, al volver más social un deporte que es totalmente individual como el correr, apoya mucho a las personas que están empezando a cambiar hábitos, lo hace más divertido, lo conecta desde un lugar desde el placer, con serotonina, más endorfinas. Por ejemplo, nosotros desde Nike Running manejamos algo que se llama pacers, que son la esencia de todo, son personas que te halan y te empujan a salirte de la zona de confort, porque uno como ser humano siempre busca la comodidad, uno siempre quiere estar cómodo, no sentir frío, no sentir hambre, sentirse seguro, bien acompañado, feliz, eso es lo que uno está buscando todo el tiempo, pero en el deporte tienes que acostumbrarte a salirte de eso y de manera voluntaria, tanto a nivel mental como físico, y correr en grupo ayuda mucho a eso. Ese concepto de pacers lo utilizan mucho los atletas de alto rendimiento, para poder empujarse un poquito más allá.