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Dirigida por Nuno Moreira, "La muerte del cuervo" invita al espectador a adentrarse en un espectáculo de teatro inmersivo a gran escala y a recorrer un ala del antiguo Hospital Militar da Estrela, en el corazón de Lisboa, con un guión que mezcla el amor, los celos, la vida y la muerte.
Ambientada en 1924, la obra "resucita" al escritor estadounidense Edgar Alan Poe (1809-1849) e inventa una relación de celos enfermizos con el portugués Fernando Pessoa, a quien le une la sociedad secreta "La Orden de los Cuervos", que busca la fuente de la vida eterna.
El autor de "El gato negro" dirige una funeraria y quiere acabar con Pessoa, protagonista de su propio "funeral anunciado".
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Durante 100 minutos, y en un espectáculo sin palabras, el público -con el rostro cubierto por máscaras- sigue a los actores a través de un gigantesco escenario de 2.000 metros cuadrados, distribuidos en 30 salas repartidas en tres pisos del antiguo hospital que simbolizan la vida, la muerte y la ascensión.
Una trabajada coreografía marca los movimientos de los actores y una ambientación cuidada hasta el mínimo detalle -luces, mobiliario e incluso olores- sumerge al espectador en esta peculiar funeraria donde se cumple el destino fatal de Pessoa.
La apuesta, única en Portugal, llevó más de seis meses de preparación, explicó Nuno Moreira, quien se estrenó en la fórmula de teatro inmersivo con “Murieron felices para siempre”, en 2015, también en un hospital.
Esta vez, la relación imposible entre Poe y Pessoa (1938-1935) surgió cuando Moreira descubrió que el portugués había traducido el poema "El cuervo" del escritor estadounidense.
En la funeraria de Poe, cada función es única y diferente. La decisión del espectador de seguir a cualquiera de los personajes cambia su perspectiva de la historia y añade nuevos detalles.
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La máscara que cubre a los espectadores, explica a Efe el productor Hugo Nobrega, les convierte en un "coro trágico, como si fueran parte de la trama de forma anónima" y les coloca "en el lado voyeur, todos son parte de la Orden de los Cuervos".
Al final, el club de los años 20 donde se sella el destino de Pessoa en la ficción cobra vida para que los espectadores compartan su visión de la obra y cuadren el "rompecabezas".
Un montaje, continúa Nóbrega, que está al nivel de la escena de Nueva York o Londres: “La nueva Lisboa tiene ahora una pieza al nivel de lo que se hace en el mundo”.