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                                                                                                                                La muerte del poeta José Ramón Mercado

                                                                                                                                Semblanza del autor sucreño que deja al menos 20 poemarios, obras de teatro y dos libros de cuentos.

                                                                                                                                José Luis Garcés González * / ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR

                                                                                                                                José Ramón Mercado, también profesor, nació en Ovejas, Sucre, el 19 de marzo de 1937. / Cortesía
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Recuerdo a José Ramón, consagrado autor de más de 20 poemarios, obras de teatro y de dos libros de cuentos, declamando con dolor, pero sin estridencias, el poema al padre: la voz entrecortada, los ojos húmedos y un mechón de pelo sobre la frente como cualquier personaje angustiado que cargara con el nombre de Dmitri Karamázov. Ese era y es él, no hay que llamarse a engaños. No solo escribía y decía los poemas. También los sufría. “Era un hombre de palabra dura/ Y probada ternura hasta la lágrima/… Mi padre perdió las batallas de su vida/ Al pie de los ciruelos/ Fue extraño, no se quejó de nada/ Lo confieso, solo le ganó a los sueños…”. (Recomendamos: Evocación del sombrero vueltiao sinú).

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                Los hermanos Mercado tuvieron el privilegio de nacer en Naranjal, hacienda y región que, con don Chu Mercado a la cabeza, los marcó en la piel, en el alma, en la historia personal de ambos. Ese fue su universo hasta los siete años. Allí anclan sus recuerdos fundamentales. Pero a ellos todo el mundo los conocía y los conoce como los escritores de Ovejas, y le dieron publicidad y lustre a este municipio tabacalero y gaitero.

                                                                                                                                Se levantaron los Mercado en una geografía definida, y esto los signó para siempre. Al igual que la figura del padre, montado en su último caballo blanco, imponente, llevando su furia y sus canciones. A diferencia de otros escritores, que a veces tienen que fundar sus pueblos de ficción, Jairo y José Ramón respiraron desde el principio la atmósfera de sus cuentos y poemas, vieron el rostro de sus personajes, escucharon o presenciaron sus historias. Desde los primeros años se encontraron de verdad, de frente, con su materia prima. El resto fue lectura, educación y disciplina.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                La gente que iba al pozo a buscar el agua de cada día, gente que no levitaba, pero que se paseaba por el patio e iba a ver la misma película durante un mes consecutivo, o a la plaza para ver tocar el tambor al magistral Pacho Llirene o que miraba con respeto la espada de hierro colgada de la pared, con la que se combatió en la Guerra de los Mil Días. Tenían más apodos que nombres: Ñojoño, Chilina, Cachete Gato, Tío Tigre, Montonito, Machín, Cachopelao, La Iguana, La Yegua, El Morrocoy, Hoylometo, Pecho Pelú, Garrafón y mil más.

                                                                                                                                Este universo, que mana su propia cultura, reclamaba su manifestación literaria y Jairo y José Ramón asumieron a plenitud esa tarea. De Jairo, el narrador, verbigracia, son recordados sus libros Cuentos de vida o muerte y la primera Antología del cuento Caribe colombiano. Ahora, así como Héctor Rojas Herazo continúa en sus libros, con su prosa misteriosa y espléndida, narrando la historia de Celia y de sus seres cercanos, de su casa y de su patio del pueblo de Cedrón (Tolú), o García Márquez prosigue ganando adeptos con la fábula de Macondo, en donde el coronel Aureliano Buendía perdió 32 guerras civiles; así, Jairo y José Ramón, persistieron, entre otras, con las figuras del padre, de la madre con sus ojos de soledad profunda y de la niña Pacha, esa maestra que sacó a José Ramón del analfabetismo y que cada año se iba con su escuela y sus alumnos a otro sitio, donde no le negaran el alquiler de un local. Ellos, entonces, poetizaron y narraron una porción importante de la historia de las sabanas y de los pueblos ubicados en las entrañas de los Montes de María.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                * Escritor, conferenciante y catedrático universitario. Director del periódico cultural “El Túnel”, de Montería, Colombia. Cuentos suyos han sido traducidos al alemán, eslovaco, francés e inglés. Su libro más reciente es “Analectas sociológicas y literarias”. jlgarces2@yahoo.es.

                                                                                                                                José Ramón Mercado, también profesor, nació en Ovejas, Sucre, el 19 de marzo de 1937. / Cortesía
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Recuerdo a José Ramón, consagrado autor de más de 20 poemarios, obras de teatro y de dos libros de cuentos, declamando con dolor, pero sin estridencias, el poema al padre: la voz entrecortada, los ojos húmedos y un mechón de pelo sobre la frente como cualquier personaje angustiado que cargara con el nombre de Dmitri Karamázov. Ese era y es él, no hay que llamarse a engaños. No solo escribía y decía los poemas. También los sufría. “Era un hombre de palabra dura/ Y probada ternura hasta la lágrima/… Mi padre perdió las batallas de su vida/ Al pie de los ciruelos/ Fue extraño, no se quejó de nada/ Lo confieso, solo le ganó a los sueños…”. (Recomendamos: Evocación del sombrero vueltiao sinú).

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Se levantaron los Mercado en una geografía definida, y esto los signó para siempre. Al igual que la figura del padre, montado en su último caballo blanco, imponente, llevando su furia y sus canciones. A diferencia de otros escritores, que a veces tienen que fundar sus pueblos de ficción, Jairo y José Ramón respiraron desde el principio la atmósfera de sus cuentos y poemas, vieron el rostro de sus personajes, escucharon o presenciaron sus historias. Desde los primeros años se encontraron de verdad, de frente, con su materia prima. El resto fue lectura, educación y disciplina.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                La gente que iba al pozo a buscar el agua de cada día, gente que no levitaba, pero que se paseaba por el patio e iba a ver la misma película durante un mes consecutivo, o a la plaza para ver tocar el tambor al magistral Pacho Llirene o que miraba con respeto la espada de hierro colgada de la pared, con la que se combatió en la Guerra de los Mil Días. Tenían más apodos que nombres: Ñojoño, Chilina, Cachete Gato, Tío Tigre, Montonito, Machín, Cachopelao, La Iguana, La Yegua, El Morrocoy, Hoylometo, Pecho Pelú, Garrafón y mil más.

                                                                                                                                Este universo, que mana su propia cultura, reclamaba su manifestación literaria y Jairo y José Ramón asumieron a plenitud esa tarea. De Jairo, el narrador, verbigracia, son recordados sus libros Cuentos de vida o muerte y la primera Antología del cuento Caribe colombiano. Ahora, así como Héctor Rojas Herazo continúa en sus libros, con su prosa misteriosa y espléndida, narrando la historia de Celia y de sus seres cercanos, de su casa y de su patio del pueblo de Cedrón (Tolú), o García Márquez prosigue ganando adeptos con la fábula de Macondo, en donde el coronel Aureliano Buendía perdió 32 guerras civiles; así, Jairo y José Ramón, persistieron, entre otras, con las figuras del padre, de la madre con sus ojos de soledad profunda y de la niña Pacha, esa maestra que sacó a José Ramón del analfabetismo y que cada año se iba con su escuela y sus alumnos a otro sitio, donde no le negaran el alquiler de un local. Ellos, entonces, poetizaron y narraron una porción importante de la historia de las sabanas y de los pueblos ubicados en las entrañas de los Montes de María.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                * Escritor, conferenciante y catedrático universitario. Director del periódico cultural “El Túnel”, de Montería, Colombia. Cuentos suyos han sido traducidos al alemán, eslovaco, francés e inglés. Su libro más reciente es “Analectas sociológicas y literarias”. jlgarces2@yahoo.es.

                                                                                                                                Por José Luis Garcés González * / ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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