La mujer detrás de la cera, Marie Tussaud
Los museos de cera Madame Tussauds reciben anualmente cientos de turistas que van a ver las figuras de cera de sus personajes favoritos. Sin embargo, el concepto no es nuevo y fue una mujer quien dio vida a estos modelos de museos hace más de un siglo.
Andrea Jaramillo Caro
Su biografía, que contó a una amiga cercana a los 80 años, comenzaba diciendo “Madame Tussaud nació en Berna en 1761″ pero su nombre original no contenía ni el Madame, ni el Tussaud. Anna Maria Grosholtz fue es la mujer detrás de los museos de cera y del imperio de atracciones turísticas que hoy conocemos como Madame Tussauds. Sin embargo, esta mujer tuvo que hacer su negocio a pulso y con metodologías poco ortodoxas para el momento en que vivía.
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Su biografía, que contó a una amiga cercana a los 80 años, comenzaba diciendo “Madame Tussaud nació en Berna en 1761″ pero su nombre original no contenía ni el Madame, ni el Tussaud. Anna Maria Grosholtz fue es la mujer detrás de los museos de cera y del imperio de atracciones turísticas que hoy conocemos como Madame Tussauds. Sin embargo, esta mujer tuvo que hacer su negocio a pulso y con metodologías poco ortodoxas para el momento en que vivía.
A pesar de que a su amiga le dijo una mentira blanca, no nació en Berna sino en Estrasburgo en Francia, vivió gran parte de su vida en la ciudad suiza. Aunque aseguraba que su familia y apellido tenían un grado de prestigio, eso estaba lejos de la realidad. Al morir su padre, Joseph Grosholtz, en la Guerra de los Siete Años su madre, Anne-Marie Walder, las trasladó a Berna donde consiguió trabajo como ama de llaves del doctor Phillipe Curtius.
La futura artista de cera aprendió todo lo que sabía de Curtius, pues este hacía modelos de cera con los que enseñaba anatomía, aunque también incursionó en la moda de los retratos de cera. Su talento con la cera lo llevó a crear exhibiciones en París e incluso retratar a la amante del rey Luis XV, Madame du Barry.
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La fama de los modelos de cera había comenzado a mediados de siglo cuando fue más difícil conseguir cadáveres para enseñar anatomía y así fue como Curtius se convirtió en una celebridad. Su joven aprendiz francesa también demostró talento para el arte del modelado en cera y creó su primera figura a la edad de 16 años en 1777, cuando hizo el modelo de Voltaire. Curtius le encargaba realizar las cabezas de las figuras para su nuevo lugar de exhibición en París.
La reputación tanto del doctor como de su sobrina comenzó a aumentar y en sus memorias Marie Grosholtz cuenta que la hermana del rey, Élisabeth, le pidió que le enseñara esta forma de arte y que gracias a ella vivió en Versalles durante casi una década, aunque no hay registros que confirmen esta información.
Entre los años 1780 y 1789 la joven Grosholtz creó diferentes modelos de personajes de la época y perfeccionó su técnica, sin embargo, su vida estaba a punto de dar un giro. Cuando llegó el 14 de julio de 1789 con la toma de la Bastilla. Curtius cambió su modelo de negocio y Grosholtz lo siguió, o más bien quedó bajo arresto y esto la obligó a cambiar sos ahora sus modelos de cera no servirían solo para la academia o exhibición, también cumpliría la función de noticiero en cierta forma.
Parte de esta nueva función era comunicar al pueblo, a través de ayudas viduales en forma de bustos de cera quienes habían sido los más recientes desafortunados en enfrentarse a la guillotina. La joven escribió que inmediatamente las cabezas rodaban hacia la canasta, eran llevadas a ella y, a pesar de su horror, estaba obligada a hacer los moldes. En esta labor la futura Madame Tussaud realizó las figuras de Luis XVI, María Antonieta, la Princesa de Lamballe, Marat y Robespierre.
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En 1794 su maestro y tío fue reclutado como traductor del ejército. Cuando regresó, enfermó y falleció al poco tiempo dejando sus figuras, su casa en Versalles y su sala de exhibición a Marie Grosholtz que pronto se convertiría en Marie Tussaud al casarse con el ingeniero e inversor François Tussaud.
De su matrimonio se sabe que era uno en el que no abundaba la felicidad y aunque con su esposo tuvo tres hijos: Joseph, François y una hija que murió al nacer. Pero más allá de problemas maritales, los problemas financieros comenzaron a abundar debido a la situación que vivía Francia como resultado de la revolución y por lo tanto el negocio de la exhibición no estaba siendo el más rentable en ese momento.
Sin embargo, esto no fue el fin. En 1802 gracias a Paul de Philipsthal, un hombre que utilizaba diferentes herramientas en un espectáculo en el que aseguraba conectarse con el más allá, quien estaba en busca de una nueva audiencia más fácil de convencer y nuevos actos para añadir a su show, encontró a Madame Tussaud con su colección de figuras de cera y la invitó a trabajar a su lado en Londres.
La francesa hizo maletas y se embarcó hacia Inglaterra con su hijo Joseph en 1802. A pesar de que su negocio con Philipsthal no dio el resultado esperado y en 1803 se fue a Edimburgo, desde allí comenzó a viajar con su exhibición a la que llamaba “El gabinete de curiosidades de Curtius” hasta 1808. Según un artículo de la BBC, adaptado de un documental sobre la vida de esta mujer, “Al llegar a un sitio nuevo, producía carteles que anunciaban: “Especialmente para tu ciudad por tiempo limitado... el gabinete de curiosidades de Curtius”. El “tiempo limitado” no tenía fecha exacta pues había aprendido a trasladarse sólo cuando empezaba a ganar menos. Sabía además que el viaje mismo era publicitario pues cada uno de sus carruajes tenían el nombre del show y su siguiente destino”.
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Y, además, al conocer el estado económico de su posible público “como quería atraer a la nueva clase media adinerada, a diferencia de otros espectáculos itinerantes, rentaba grandes salones, bien amueblados y decorados. Los modelos de cera eran distribuidos de manera que la gente pudiera caminar entre ellos y tocarlos”. Así Madame Tussaud se convirtió en la gran dama de los modelos, al convertirlos en una forma de entretenimiento educativo.
Su hijo menor, François, quien permaneció en Francia con su padre, que malgastaba lo que su madre enviaba, se les unió en Inglaterra en 1817 habiéndose convertido en un carpintero. Su madre vio la utilidad en esta habilidad y lo puso a hacer los brazos y piernas de las figuras, convirtiendo esto en un negocio familiar con sus dos hijos a bordo.
En 1835 abrió el primer lugar de exhibición permanente de Madame Tussauds e Hijos, el cual había probado ser un negocio muy rentable durante las últimas tres décadas. Baker Street alojó la sala de exhibición, que en un inicio era temporal, que se convirtió en “Cámara de horror”. Apenas dos años después Madame Tussaud alcanzó otro hito cuando la reina Victoria permitió que la modelara y animaba a otros a ir a ver la exhibición.
Su biografía culmina diciendo: “Tras 36 años de residencia, incluyendo los últimos cinco en Londres, Madame Tussaud está más de moda que nunca. Escapó masacres, fue liberada de la prisión, se salvó de la guillotina y llegó a un retiro pacífico. Sana y salva, se despide de sus lectores”.
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Finalmente la artista falleció en 1850 a la edad de 88 años y su museo ya era una institución nacional, al igual que ella, y así la recordaron los periódicos del momento en su obituario. El negocio pasó a su hijo mayor, Joseph, y continuó expandiéndose . La empresa se quedó en la familia hasta 2005 cuando fue vendido al grupo Dubai International Capital.
Aún se conservan algunas de las figuras que la misma Tussauds creó hace tantos años y su legado continua siendo relevante, habiéndose adaptado a los tiempos cambiantes.