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La música ante todo, los sonidos de La Belle Époque

“De la musique avant toute chose”, (La música ante todo), es el primer verso del poema Arte poética de Paul Verlaine, poeta simbolista que buscaba una poesía más cercana al arte musical. Sus palabras nos anuncian lo que será el VI Festival Internacional de Música Clásica de Bogotá, Bogotá es Francia, la Belle Époque: una oportunidad única para gozar de compositores con voces diversas pero con el propósito común de crear una música auténticamente francesa.

Carolina Conti
07 de abril de 2023 - 11:33 p. m.
El VI Festival Internacional de Música Clásica de Bogotá se centra en el periodo La Belle Époque en Francia, su edición anterior estuvo dedicada a la música del periodo barroco.
El VI Festival Internacional de Música Clásica de Bogotá se centra en el periodo La Belle Époque en Francia, su edición anterior estuvo dedicada a la música del periodo barroco.
Foto: Cortesía
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Para eso se inspiraron en la gran riqueza del pasado y en un presente de cambios políticos, sociales y tecnológicos que generaron otra percepción del mundo, del hombre y de las artes. La música de este momento nace de lo culto y lo popular, de la danza, del medioevo, de los poetas del renacimiento, de la ópera y la escuela clavecinista del barroco, pero también de la naturaleza, de la poesía simbolista, de la pintura impresionista y de los franceses, artistas, héroes y creadores.

De ese vasto repertorio, el Festival ha hecho una cuidadosa curaduría de compositores, obras y propuestas artísticas. Este viaje no puede tener mejor introducción que la música de cabaret donde lo académico y lo popular se funden en la maravillosa voz de Ute Lemper quien domina el repertorio y el escenario con una elegante melancolía.

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Del multifacético y prolífico Camille Saint-Saëns escucharemos algunas de sus obras más populares como la Danza macabra en la que un terrorífico violín acompaña esqueletos que bailan y se burlan de la vida efímera de los hombres; su humorístico Carnaval de los animales que incluye a los músicos y a los críticos en un original ensamble instrumental; su romántico Concierto para violonchelo n. 1 en la mayor op. 33, su amable Sinfonía n. 2 en la menor y otras obras menos conocidas del repertorio coral, de cámara y vocal que será un placer descubrir.

Venerado como un padre espiritual, César Franck fue un compositor discreto y devoto que también se mostró apasionado en obras como el Quinteto para piano y cuarteto de cuerdas en fa menor (que fue motivo de discordia con Saint-Saëns por una mujer) o en su impetuosa Sonata para violín y piano en la mayor que escucharemos también en su versión para violonchelo.

Alumno de Saint-Saëns, Gabriel Fauré es también único por su estilo sutil, de melodías apacibles y conmovedoras. Algunas obras de cámara y sus emotivas canciones se escucharán en el festival, así como su obra más conocida, el Réquiem para solistas vocales, coro y orquesta que sorprende por su ternura y serenidad, pues Fauré concebía la muerte como “una feliz liberación” y no como algo trágico.

Enigmático, impredecible e ingenioso, Erik Satie fue clave en el pensamiento estético y la música de La Belle Époque. Podremos experimentar sus meditativas Gimnopedies y Gnossiennes, en contraste con sus melodiosas canciones de cabaret, así como la música incidental para El hijo de las estrellas, drama del excéntrico ocultista Josephine Peladan.

Claude Debussy es uno de los compositores que define el estilo de esta época con un lenguaje sorprendentemente innovador. De él podremos escuchar el Preludio a la siesta de un fauno sobre el poema de Stéphane Mallarmé, una obra reveladora de colores y entornos sutiles que abrió un nuevo camino al arte musical. También La mar, tres bocetos sinfónicos, obra que no describe sino que se convierte en el mar con efectos brillantes y emocionantes. Las etéreas sensaciones creadas por el compositor francés también las encontraremos en su exquisita música para piano que estimula la imaginación con paisajes, personajes y culturas ancestrales.

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Fascinante es también la música de Maurice Ravel. Su famoso Boléro, obra imprescindible, fue resultado de una comisión de la bailarina Ida Rubinstein. Nada mejor que disfrutar de él en un montaje de ballet a cargo del Ballet Györ en un programa que incluye también a Fauré y Stravinsky. Ravel consideraba que su Boléro había opacado el resto de su obra, así que estaría complacido de saber que en el festival también se escuchará su conmovedora Pavana para una infanta difunta y sus dos conciertos para piano, uno de ellos para la mano izquierda, que revelan el interés por el jazz. Del sugestivo repertorio para piano solo, sonarán obras nacidas de la literatura como la misteriosa Gaspard de la nuit, o del mundo infantil en Mi madre la oca. El interés de Ravel por otras culturas aparece en Tzigane que evoca la música gitana y en las exóticas Cinco canciones populares griegas. Todo un banquete ‘raveliano’.

La Belle Époque no habría sido la misma sin las mujeres. Innumerables intérpretes, artistas versátiles y gestoras inspiraron muchas de las obras que escucharemos, pero también fueron compositoras sorprendentes y exitosas en su momento y hoy el festival ha querido rescatarlas del olvido. Entre ellas, la prolífica Cécile Chaminade, famosísima en su época, quien está presente en el festival con algunas de sus encantadoras canciones, obras de cámara y música de su ballet Callirhoë que se mueven entre lo académico y lo popular. De Mel Bonis se han programado exquisitas piezas para piano, exóticas obras orquestales y otras, como su Cántico de Jean Racine, emotivas y ligadas a su vida en la que luchó por hacer música. Lili Boulanger, talentosa compositora que murió muy joven, hermana de la pedagoga Nadia Boulanger, estará presente con su profunda música coral y vocal. De la arpista y compositora Henriette Renié oiremos su programática Balada fantástica sobre El corazón delator de Edgar Allan Poe que revela además su interés y talento para la literatura. Se escuchará también el Cuarteto de cuerdas de Germaine Tailleferre, la única mujer del Grupo de los seis, a quien Erik Satie llamaba ‘su hija musical’ y que optó por una música sin complejidades que se conectara fácilmente con el oyente.

La diversidad de la ópera se podrá disfrutar en una gala con arias y apartes de óperas de Massenet, Delibes, Offenbach, Saint-Saëns, Bizet y Debussy. Así mismo descubriremos nombres como Dukas, Chabrier, Duparc, Chausson, D’Indy, Canteloube, Cras, Koechlin, Schmitt, Ibert, Poulenc, Milhaud y Hahn, que nos dejarán con el deseo de seguir explorando la música de esta época en la que, como escribe Baudelaire, “Los perfumes, los colores y los sonidos se responden.”

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Por Carolina Conti

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