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¿Por qué la música de cámara y por qué en este momento?
Hay dos razones: una es artística, y es que es un universo musical gigantesco, entonces si uno ve el repertorio orquestal se encuentra con que en las orquestas se escuchan muchas obras de manera repetida año tras año, el repertorio orquestal es grande, pero escribir para una orquesta es complicado y no es fácil llegar a que una obra la toque una orquesta. La decisión de tocar una obra para piano, para cuarteto de cuerda, para flauta, depende de un flautista, de un cuarteto de cuerda, de un pianista, eso hace que sea un universo musical mucho más rico y profundo, y que de alguna manera sea una experiencia muy íntima, lo que me gusta mucho. Durante mi experiencia en el Banco de la República descubrí un poco esa riqueza desconocida de la música de cámara y eso, musicalmente, es muy atractivo y le permite a uno hacer cosas conocidas, nuevas, viejas. Es un universo muy variado, eso por el lado artístico. Por el lado de un proyecto que no nace del Estado, que no nace de una organización con recursos o de una empresa, sino que nace de una iniciativa donde nos unimos dos personas con una entidad a tratar de hacer algo en un auditorio que también es un formato que es mucho menos costoso, porque más allá de sobrevivir financieramente, queremos llegar a otras ciudades y regiones.
¿Cuál es el origen de este proyecto?
Nos reunimos, casi que por casualidad, Sandra Meluk y yo con el director del auditorio Fabio Lozano a hablar acerca de qué se podía hacer en la universidad a entender un poquito más cómo funcionaba el auditorio Fabio Lozano de la Universidad Jorge Estrada Lozano, y entendiendo un poco qué necesitaba el auditorio. Se nos ocurrió que a este país le hacía falta un proyecto así, y que el auditorio se podía beneficiar de un proyecto así, nació de encontrar oportunidades, necesidades y juntar capacidades, porque el auditorio, pues tiene una infraestructura, un piano, un personal técnico, una taquilla, pero no necesariamente tiene un presupuesto para programar el auditorio y nosotros teníamos la capacidad de unirnos, de armar una temporada, y eso es lo que estamos haciendo.
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¿Cuál cree que es el impacto de presentar y acercar más la música de cámara a los colombianos?
No creo que sea muy distinto al impacto de poder presentar cualquier música, al final la música es un espacio para reunirse y para compartir, pero las dinámicas alrededor de distintas músicas son diferentes. Me parece muy interesante de la música de cámara su invitación a escuchar, a estimular un poco un sentido que tenemos en el país un poco desatendido, y esto lo digo no solo a nivel estético y artístico de escuchar música, sino de escucharnos el uno al otro, de aprender a callar y aprender a escuchar. Eso me gusta mucho de la música de cámara, poder afinar un poco ese sentido, por eso se llama Sonidos y Sentidos, porque queremos invitar a la gente a afinar su sentido de la escucha, pero también otros sentidos. Esa es otra reflexión que también salió un poco después de la pandemia, para mí esto celebra los sentidos y la capacidad de poder seguir viviendo y poder seguir experimentando esa dicha que nos da la vida de poder olfatear, de poder degustar, de poder escuchar. La música de cámara es una expresión musical que invita mucho a esa escucha, y pienso que hay mucho público en el país que quisiera tener acceso a este tipo de expresiones distintas que permiten descubrir otras sonoridades, otros artistas, otras maneras de concebir el sonido.
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Para usted, ¿qué significa la música de cámara?
Representa la posibilidad del diálogo y de la escucha, no puedes hacer música de cámara bien hecha si no estás escuchando, respondiendo, dejando al otro también sonar, a veces callándote tú un poco para que el otro brille más porque su idea, su línea melódica, es más interesante, sirviendo de apoyo para resaltar esa idea y a veces haciendo lo contrario, a veces brillando tú y mostrando la idea más interesante. La música de cámara es realmente una metáfora de muchas cosas que como seres humanos en esta época creo que nos hace falta y es esa capacidad de diálogo, de escuchar y en particular, en esta época, de ceder el turno, de callarnos, de escuchar, de absorber información antes de responder. Creo que la música de cámara nos ofrece una muy bonita metáfora de cómo se construye algo bonito, hermoso, equilibrado de manera colaborativa sin ceder. También me parece interesante el concepto de una identidad propia, cada instrumento está tocando su música, no todos tienen que tocar lo mismo al mismo tiempo, pero todos cumplen su papel, todos ponen de su parte, todos ceden, todos ponen, todos aportan en distinta medida, se construye algo que al final es mejor que un instrumento solo sonando.
¿Qué otros elementos diferencian la música de cámara de la música de orquesta?
Las orquestas tienen volumen, masa, son impresionantes y eso es muy agradable, pero también tienen solos, a veces sí hay música de cámara dentro de las orquestas, cuando el oboísta principal toma un solo, entonces él brilla, pero ese solista, esa frase de ese solista, es una frase de 30 segundos dentro de un concierto de dos horas. En música de cámara el oboísta, que es el caso del concierto número dos que tendremos en viernes 10 de marzo, va a tener las dos horas de concierto para prácticamente él solo con su pianista y va a tener la posibilidad de hablar de manera más extensa, de presentar una variedad de repertorios de distintos lugares, de profundizar él como artista. Eso es algo también que me gusta mucho de esta serie, porque estamos enfocados en artistas residentes en Colombia, queremos que esto sea una plataforma para excelentes artistas que tenemos en el país y que no tienen estos espacios de salida.
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