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El maestro Constantino Herrera ha hecho de la música una forma de vida. No es de sorprender: la música es una herencia familiar y una cotidianidad en su natal Quibdó. Por eso, desde 2012 y en compañía de otros colegas se creó la Orquesta Sinfónica Libre de Quibdó. En esta orquesta participan 240 niños, y allí aprenden de músicas universales y tradicionales, al tiempo que ven en este arte un proyecto de vida y una construcción de paz.
De esta experiencia hablará Herrera en el II Seminario Internacional Música y Transformación Social. Este espacio contará con la participación de más de 88 profesionales musicales, de 24 países, los cuales reflexionarán sobre el poder transformador de este arte. Para asistir de forma gratuita, solo hay que inscribirse a través de la página www.simts.co.
¿Cómo fue su acercamiento a la música?
Mi acercamiento viene desde mi familia: vengo de sangre de artistas. También influyó mucho el círculo social que se reunía en mi casa. Siempre había un músico, un cantante, un guitarrista. Todo eso influyó en mí. Además, crecí en Quibdó, la cual es una tierra de artistas y deportistas. ¿Cómo no iba a terminar acercándome a esto? Era imposible no hacerlo, porque era la cotidianidad. Siempre sonaba una guitarra en las tardes que en casa jugábamos parqués y cartas. Era tanta la armonía en esos momentos que las partidas terminaban con alguien cantando. Así que terminé metido en la música por verla, vivirla y sentirla diariamente.
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¿De qué trata la Orquesta Sinfónica Libre de Quibdó?
En el Chocó no había orquestas sinfónicas. Acá sobre todo ha predominado el folclor y los formatos pequeños como la chirimía. Cuando llega la Fundación Nacional Batuta a Quibdó, lo hace con un formato de iniciación musical. Esto dejó una semilla de querer más, porque los chicos y chicas querían seguir más allá de este abrebocas. Así que nos reunimos un grupo de amigos y empezamos a pensar qué hacer. Así que tuvimos un primer acercamiento con la Batuta sobre un formato de cuerdas, pero nosotros somos una tierra donde predominan los vientos, los cantos y la percusión. Así que hicimos la gestión para que se creara la Orquesta Sinfónica Libre de Quibdó en 2012. Empezamos con las uñas, con lo que teníamos, mirando bien cómo ensamblar todas estas ganas a través de tutoriales de YouTube. Cada profesor se llevaba un instrumento a su casa y miraba cómo podía transmitirles este conocimiento a los estudiantes.
¿Por qué el nombre de libre?
Lo consolidamos con la entonces alcaldesa de Quibdó, Zulia Mena, por el tema de la libertad. Libertad de aprendizaje, libertad de músicas, libertad de géneros. Porque pensamos esto como una orquesta en la que tienen cabida los mestizos, blancos, negros, migrantes. Y porque era importante que el mestizaje también se reflejara en la música, para que desde ese formato sinfónico se puedan tocar piezas universales y tradicionales.
¿Cómo se hace el mestizaje de estas músicas universales con las músicas tradicionales del Pacífico colombiano?
Yo aprendí a tocar en un colegio de la mano de mi maestro, Neiro J. Moreno, porque no había escuelas de música. En este colegio, que era franciscano, nos mostraban algunas músicas universales como valses o polkas, por ejemplo. Este conocimiento le quedó a mi generación, que en un inicio estaba más interesada en hacer músicas más comerciales. Así que salgo del Chocó y voy a Cali al conservatorio. Allí, entro a una agrupación muy conocida de salsa: Guayacán Orquesta. Pero en Cali, me doy cuenta de que no sabía nada de la parte académica. Y ahí tengo la epifanía sobre la necesidad de hacer música, la que sea, con un conocimiento académico. Así que con este proyecto de la orquesta sinfónica, lo que pienso es: “a los chicos hay que darles la oportunidad de que escojan la música que quieren hacer y para eso tienen que conocerla”. Que si eligen lo universal o lo tradicional, esa es otra cosa, pero lo importante es que sepan que existen esas posibilidades y que sus gustos son los importantes en su futuro como músicos. Ellos verán si tocan solamente sinfónico o solamente tradicional o si hacen una mixtura entre ambas cosas o si hacen salsa. Pero deben tener la opción y no una imposición por parte de nadie.
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¿Qué le enseña la música universal a estos chicos que están rodeados de músicas tradicionales?
Conocemos la música universal para conocer técnicas, procedimientos, manejo de instrumentos, lectoescritura musical, etc. Esto es un empoderamiento para que el futuro músico sea competitivo ante otros que tienen una formación más clásica. Nosotros conocemos nuestra música y la hacemos nosotros y conocemos todas sus amalgamas, pero, ¿cómo hacemos que la conozca el mundo? La manera es llevando nuestros ritmos a otros escenarios. Así que pensamos en nuevos escenarios como teatros o conservatorios, lugares en los que universalizamos lo territorial.
¿Por qué es importante que los niños se acerquen a la música?
¡En muchos aspectos! Científicamente se ha demostrado que el conocimiento musical impacta en las otras inteligencias. Si nos ponemos a mirar, la música todo el tiempo es física y matemáticas aplicadas. Esto es una ventaja muy grande en el desarrollo cognitivo de un chico o de una chica. Pero esto no solo para ahí, porque hacer parte de una orquesta o de una agrupación incide en la manera en que trabajamos en grupo y en la forma en que nos movemos en el ámbito social. Y hay un elemento muy importante: la música se convierte en un modo de sanar heridas abiertas en una región que, sin ser secreto para nadie, ha sido muy golpeada por la violencia. Finalmente, es una forma de enseñarles a estos jóvenes de que es posible vivir de la música. El Pacífico es un territorio muy libre y alegre. Siempre hay ferias, festivales, conciertos. Nuestra misión es también enseñarles que la música es una salida profesional.
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¿De qué forma la música construye paz y comunidad?
Con nuestras canciones vamos llevando mensajes de paz. Hemos involucrado a los padres de familia en estas dinámicas y les contamos el por qué es importante que los chicos asistan a estas cosas. Existen muchos grupos al margen de la ley, fronteras invisibles, desempleo y una sociedad descompuesta. Sin embargo, la música le permite a cada muchacho el pensar sobre su papel transformador al interior de la comunidad. Siempre hay una reflexión tácita. La música es un recordatorio de que la paz es una apuesta que vale la pena.