La nueva revolución industrial
La Inteligencia Artificial (IA) está aquí y llegó para quedarse. Y no, no se trata de máquinas que quieren destruir o someter a la humanidad, como en las exitosas sagas de Terminator o Matrix, o con la capacidad de enamorarse como en Her. Las IA que inundan nuestra contemporaneidad están exentas del glamour y del peligro expresados en el cine, pero dejan algo al descubierto: estamos ante una nueva revolución industrial.
Javier Zamudio
Su influencia se extiende en todos los aspectos de la vida, y está redefiniendo la forma en que interactuamos con el mundo y cómo la sociedad se organiza y funciona.
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Su influencia se extiende en todos los aspectos de la vida, y está redefiniendo la forma en que interactuamos con el mundo y cómo la sociedad se organiza y funciona.
Hablo con Lorena, que es psicóloga y periodista. Escribe libros relacionados con estas dos profesiones y no puede ocultar su emoción al contarme sobre Chat GPT, que le permite recabar información de manera sencilla. “Si le pido que escriba un soneto, de inmediato lo hace. Si le pido una lista de los sociólogos más importantes del siglo XX, los enumera en segundos”, me dice.
Chat GPT es un prototipo de Chat Box de inteligencia artificial desarrollado de manera reciente por OpenAI, que permite a los usuarios, entre otras cosas, buscar información de manera precisa y articulada. Ante una pregunta, esta IA emula casi a la perfección las respuestas de seres humanos. Sorprende por su capacidad de ofrecer información real. Incluso, si se le pide a la aplicación respuesta de algo histórico que no sucedió, la misma usa información diversa para elaborar una respuesta coherente. Esta IA de reciente aparición ya cuenta con más de un millón de usuarios.
Sin embargo, aunque nos sorprenda este tipo de tecnología, no es nueva. Muchas compañías llevan años usándola, principalmente en el campo del e-commerce, como me lo explica Joel Carballa Beltran, director ejecutivo y fundador de Eclypse, una empresa líder en el sector que usa las IA para cosas que van desde el asesoramiento en campañas políticas al marketing comercial y la fidelización de clientes.
Las palabras de Joel son pausadas a medida que revela el propósito que hay detrás de muchas de las IA que se implementan en Internet. Tienen una misión: conocer los gustos y las preferencias de búsqueda de los usuarios para ofrecerles publicidad acorde a sus intereses. Su compañía las ha implementado en diversas industrias.
De este modo también se organizan las ofertas, me dice Carballa Beltran, que fundó su compañía en 2001, cuando apenas tenía diecisiete años, y fue pionero en la transición digital de muchas empresas. Mediante la IA se analizan los patrones de búsqueda y se presentan al comprador potencial el producto que seguramente está buscando.
Esto explica muchas cosas, por ejemplo, que aparezcan libros de mis autores preferidos en mi página de Facebook, o en mi motor de búsqueda; alguna receta o un electrodoméstico sobre el que he estado pensando. La IA puede llegar a conocerme más que mi esposa o mi madre. ¿Es aterrador? Es posible sentir eso. Parece estar un paso delante.
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Incluso en el arte, donde la imaginación juega un rol decisivo, presenta avances sorprendes, como la aparición de IA con la capacidad de producir material narrativo. Este es el caso de Sudowrite, que ayuda a los autores a completar sus obras.
Se presenta a sí misma como una herramienta para la creatividad, y resulta útil para vencer el bloqueo del escritor o el síndrome de la página en blanco. Utiliza lo escrito por el autor para analizar el patrón de desarrollo de la trama y continuarla de manera coherente.
Este tipo de IA, como Chat GPT y Sudowrite, tiene sus fundamentos en otras herramientas de asistencia inteligente, como Siri, desarrollada en 2011, o incluso, yendo más atrás, se puede mencionar a Eliza, el primer bot conversacional, que hizo su aparición en los años sesenta.
Todas tienen algo en común: se alimentan del material humano para crear un conocimiento y consciencia colectivos, muy parecidos a los que compartimos con otros miembros de nuestra especie, y que hemos heredado de diferentes épocas. Es de este modo que han logrado perfeccionarse. Pienso en otra herramienta: Google Translate, cuyas traducciones, cada vez más precisas, usan una memoria que se alimenta de las correcciones de los usuarios.
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¿Cuáles son los riesgos? Todavía es muy temprano para responder con certeza qué tipos de peligros hay en esta nueva revolución industrial, de momento disfrazada de una simplificación de la vida cotidiana. Le pregunto a Chat GPT su opinión al respecto, y esto es lo que me dice:
“Sí, hay riesgos en el desarrollo de las IA. A medida que se vuelven más avanzadas, también aumenta el riesgo de que se utilicen de manera inapropiada o peligrosa. Por ejemplo, podrían ser programadas para actuar de manera discriminatoria, lo que podría perpetuar prejuicios y desigualdades existentes en la sociedad. Además, podrían ser utilizadas para llevar a cabo ataques cibernéticos o acciones malintencionadas. Otro riesgo es que puedan volverse demasiado poderosas y ser difíciles de controlar, lo que podría tener consecuencias impredecibles para la humanidad. Es importante tener en cuenta estos riesgos y trabajar para minimizarlos a medida que se avanza en su desarrollo”.
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