La ópera italiana: entre cantos líricos e historia
La ópera italiana fue reconocida este miércoles 6 de diciembre como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. El nombramiento destaca la combinación de música, teatro, interpretación y puesta en escena.
Sarah Gutiérrez
“Las bodas de Fígaro”, “El barbero de Sevilla” y “La traviata” hacen parte de un género musical que fue reconocido este miércoles 6 de diciembre como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. La ópera italiana recibe este nombramiento como reconocimiento a la forma de cantar fisiológicamente controlada que potencia la capacidad de transmisión de la voz en espacios acústicos como anfiteatros e iglesias.
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“Las bodas de Fígaro”, “El barbero de Sevilla” y “La traviata” hacen parte de un género musical que fue reconocido este miércoles 6 de diciembre como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. La ópera italiana recibe este nombramiento como reconocimiento a la forma de cantar fisiológicamente controlada que potencia la capacidad de transmisión de la voz en espacios acústicos como anfiteatros e iglesias.
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Estas interpretaciones se destacan de igual manera por su combinación interdisciplinar entre la música y el teatro. Surge durante el Renacimiento en Italia, a finales del siglo XVI e inicios del XVII. La Camerata de Florencia, un grupo de humanistas, músicos poetas e intelectuales de dicha ciudad, sugerían que la música de la época se encontraba estropeada y por eso mismo debían retomar el estilo de las tragedias, de la antigua Grecia.
A partir de ese momento, integrantes de la Camerata como Jacopo Peri (1561 - 1633) y Ottavio Rinuccini (1562 - 1621) crearon a las que se consideran como las dos primeras óperas de la historia: “Dafne” (1598), inspirada en el mito del dios Apolo, enamorándose de la ninfa Dafne, y “Eurídice” (1600), con ocasión a la unión matrimonial de Enrique IV de Francia y Maria de Medici.
Tiempo después, aparece Claudio Monteverdi (1567 - 1643) con “La fábula de Orfeo” (1608), una de las primeras óperas importantes que establece la mezcla de arias - subgénero de la ópera en la que la voz del cantante no es acompañada por coros - y recitativos - diálogo hablado de manera musical- como característica fundamental.
La popularización de este género se divulgó tanto en las altas como en las bajas clases sociales, dividiendo en dos los tipos de ópera que se podían encontrar: ópera seria, que trataba temáticas inspiradas en los mitos, la literatura épica e historia; y la ópera buffa, que se enfocaba en tratar temas del común como las relaciones entre amos y criados, con una puesta en escena más sencilla.
En la época Barroca, entre siglos XVII y principios del XVIII, la ópera logró posicionarse y se estableció la estructura básica de las composiciones, que incluía la alternancia entre arias y recitativos. Compositores como Antonio Vivaldi (1678 - 1741), Alessandro Scarlatti (1660 - 1725), George Frideric Handel (1675 - 1789) propusieron una nueva mirada en cuanto a la construcción de la ópera seria, la caracterización vocal y la música instrumental.
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Este género comenzó a tener un impacto significativo entre los siglos XVIII y XIX. Experimentó cambios en términos de estilo musical, estructura dramática y enfoque estético. Los compositores tratan de que sus obras fueran más estructuradas y proporcionadas en contraste con el Barroco.
La colaboración entre el libretista Lorenzo Da Ponte y el compositor Wolfgang Amadeus Mozart produjo algunas de las óperas más notables de la época, como “Las bodas de Fígaro” (1786), “Don Giovanni” (1787) y “Così fan tutte” (1790). Gioachino Rossini y Gaetano Donizetti se destacaron por sus óperas cómicas. Rossini, con “El barbero de Sevilla” (1816), y Donizetti, con obras como “Lucía de Lammermoor” (1835), influyeron en la ópera romántica italiana.