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La partitura del Festival Internacional de Música Clásica de Bogotá

Desde su nacimiento, en 2013, este encuentro musical se ha destacado por su filosofía de centrarse en cada edición en un artista o en una época. ¿Cómo se diseña una programación de este tipo?

Yhonatan Loaiza
09 de abril de 2023 - 05:59 p. m.
El Festival contará con artistas provenientes de España, Alemania, Francia, Austria, Bolivia, Suiza, Hungría, Argentina, Rusia, Reino Unido, Islandia y Colombia.
El Festival contará con artistas provenientes de España, Alemania, Francia, Austria, Bolivia, Suiza, Hungría, Argentina, Rusia, Reino Unido, Islandia y Colombia.
Foto: Cortesía
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Así como los músicos y las agrupaciones que inundan los escenarios del Festival Internacional de Música Clásica de Bogotá se ubican al frente de una partitura en cada presentación, el diseño de la programación de este encuentro musical también tiene la suya. Mientras que los artistas estudian las suyas para producir las notas y encontrar los ritmos que cautivan a los asistentes en cada concierto, el festival lleva años construyendo su propia partitura, que empezó a trabajarse hace diez años y en la que cada anotación se ubica estratégicamente debido a las particularidades que se desprenden de su filosofía.

Ramiro Osorio, director general del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo y director del festival, cuenta que, desde su primera edición, el propósito era el conocimiento del repertorio de un compositor o de una época que hayan sido especialmente relevantes para la historia de la música. “Eso ya nos centra la mirada en cómo lo vamos a programar”, asegura Osorio.

En aquella primera edición, Bogotá fue Beethoven. Del miércoles al sábado de esa Semana Santa, la capital colombiana se transformó en una mezcla de Bonn (la ciudad natal del genio alemán) y Viena (la capital austriaca en la que el músico estrenó sus principales obras).

Las sinfonías, conciertos, sonatas y cuartetos más famosos de Beethoven se pudieron escuchar gracias a la participación de 420 artistas. Esa edición marcó la hoja de ruta que el evento seguiría: cada dos años, la ciudad se convertiría en ese compositor o época escogidos. En 2013, por ejemplo, el elegido fue Wolfgang Amadeus Mozart, y para este año, en la sexta edición, la protagonista será la música francesa de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Bogotá en 2023 será entonces La Belle Époque.

“Buscamos lo más relevante de la obra de esos compositores o cuáles fueron los autores más sobresalientes de esa época que escogimos y qué fue lo más importante que nos dejaron”, explica Osorio.

Según el director, otro aspecto clave es buscar repertorios que tradicionalmente no se escuchen en Bogotá y que el festival se convierta de esta manera en una posibilidad de mirar más allá de esas obras tradicionales. “Un festival debe ser siempre un espacio de aventura, de encuentro, de novedad, sino no tiene sentido. Los festivales son para eso, para agitar, para permitir el conocimiento, para sorprender”, añade.

A esas exquisiteces se les añaden las obras pilares de cada compositor o época. En 2013, por ejemplo, el festival cerró con un concierto en el que la Orquesta Filarmónica Nacional de Hungría interpretó la célebre Sinfonía n.° 9 de Beethoven; mientras que el del 2015, dedicado a los compositores de la Rusia Romántica, tuvo un cierre épico con el Andante maestoso de la Sinfonía n.° 5 de Tchaikovsky, a cargo de la Orquesta Nacional Rusa. Y entre las joyas escondidas vale la pena recordar la Cantata del café, de Johann Sebastian Bach, que hizo parte del programa del festival de 2021: Bogotá Barroco – Bach, Händel, Vivaldi.

En cuanto a la plantilla de artistas invitados, Osorio afirma que en principio siempre se busca una gran orquesta, que por lo general es del país en donde el compositor elegido vivió o hizo su carrera. Esto explica la presencia de la Orquesta Nacional Rusa en 2017 y de otras agrupaciones inolvidables, como la Orquesta del Festival de Dresden, cuyos músicos sobresalieron en la edición de 2019: Bogotá es Brahms, Schubert, Schumann.

“Buscamos también cómo podemos tener grupos de cámara y solistas de grandísimo nivel internacional que puedan ser solistas y directores de las organizaciones colombianas”, dice Osorio, quien añade que esta lógica de interactuar con artistas internacionales aporta a la formación y al perfeccionamiento de los músicos nacionales.

La estructura del Festival Internacional de Música Clásica exige una planeación a largo plazo, que cada dos años permita que la audiencia y la escena musical colombiana amplíe su visión a nuevas fronteras. “Cada dos años vamos completando una especie de mapa de la música universal. Por eso hay que ser tan cuidadosos con la programación”, argumenta el director general del Teatro Mayor.

Bogotá es La Belle Époque

En ese mapamundi de la música clásica este año se rellenará el espacio de Francia, destacando ese revolucionario movimiento artístico de La Belle Époque. “Es una de las épocas más importantes de la música del principio del siglo XX y es la que tenemos más cerca de todos los festivales que hemos hecho. Fueron tres décadas en las que se cambió el destino del mundo y de la creatividad”, comenta Osorio.

Del 5 al 8 de abril, los espectadores tendrán la posibilidad de sumergirse en el mundo creativo de Claude Debussy, Maurice Ravel, Camille Saint-Saëns, Erik Satie, Gabriel Fauré, Reynaldo Hahn, Lili Boulanger y Cécile Chaminade.

La gran orquesta de esta edición será la Orchestre des Champs-Élysées, de París, que protagonizará tres conciertos bajo la batuta de la directora Gabriella Teychenné. La selección de los solistas, dice Osorio, buscó a aquellos que sean los más expertos, los que hayan hecho las mejores grabaciones o tengan el mayor recorrido en los repertorios de los autores seleccionados.

Bajo esa mirada, este año sobresalen invitados como el pianista canadiense Marc-André Hamelin y la arpista austriaca Elisabeth Plank. “Por ejemplo, para la música de cabaret, que es tan significativa en esa etapa tanto en Francia como en Alemania, ¿quién es hoy la artista en el mundo que mejor puede hacer eso?: Ute Lemper. Entonces, nos fuimos a buscar a Ute Lemper”, dice Osorio sobre esta estrella del canto alemán, que protagonizará el concierto inaugural.

Algunos festivales también han ido más allá de la música, pues hay compositores que han sido muy relevantes también en el campo de la danza. Ejemplo de ello fue el montaje de La Bella y la Bestia, con música de Tchaikovsky, que el Malandain Ballet Biarritz de Francia presentó en 2017. En La Belle Époque, el ballet estará presente con la versión del Bolero de Ravel del Ballet Györ de Hungría, que tendrá tres funciones en el Teatro Colón.

A todo esto, se le suma una apuesta por destacar el talento de compositoras, que en aquella época estaban en un segundo plano. Es así como en esta edición del festival se podrán escuchar obras de Lili Boulanger y Cécile Chaminade, que en aquella época eran reconocidas más como intérpretes que como compositoras. “El tema del reconocimiento de lo femenino y del aporte de las mujeres es una tarea y una obligación de todos, porque no hay todavía las condiciones de equidad para que las mujeres desarrollen en plenitud sus talentos, sus carreras; pues ya ni imaginemos cómo era esto hace un siglo. Es una manera de ir saldando estas deudas históricas”, finaliza Osorio.

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Por Yhonatan Loaiza

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