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La multitud se acercó y buscó los primeros puestos. Los murmullos entre amigos y compañeros sugerían la gran expectativa que generaba los tres invitados a esta conversación. Martín Caparrós y Juan Villoro, dos reconocidos escritores y amantes del fútbol, se unieron a Santiago Rivas, periodista e hincha del Independiente Santa Fe. Charlaron sobre la disyuntiva entre las decisiones del negocio del fútbol versus la pasión de los hinchas, entre otros asuntos.
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El conversatorio tuvo lugar el jueves 20 de abril en la Carpa Cultural de Corferias. En medio de lo que fue una falsa sensación de tormenta, el evento comenzó sobre las 5:20 p.m. debido a una falla técnica por la falta de una rampa que se dirigiera a la tarima.
“No fue por mí, yo puedo bailar, correr, hacer mi zapateo americano, pero vengo en representación de esas personas que necesitan rampas para movilizarse”, señaló Caparrós en un tono afable: desde hace algún tiempo se moviliza en una silla de ruedas eléctrica.
Para comenzar, Santiago Rivas le preguntó al autor argentino si considera que este deporte hace que las personas se transformen hacia “una faceta íntima”, donde las personas no se reconocen a sí mismas cuando se emocionan y le gritan al televisor.
“Por lo menos para mí, es mi pasión de la salvajería feliz”, respondió, “puedo ser una persona bastante razonable que trata de entender y repensar cada cosa, sin embargo, durante los 90 minutos de un partido, me convierto en una especie de idiota al que no le importa nada más que una tontería como es que esa bola de cuero pase por un determinado lugar”.
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Ante esto, Villoro comentó que las sensaciones que le dejan el fútbol a las personas se puede entender en dos sentidos: los orígenes de la especie y la infancia.
Desde los inicios del ser humano, este siempre se ha mostrado como un ser social que se reunía junto a sus iguales a compartir y convivir, y como lo explicó el autor mexicano, la emoción que sienten las personas en las tribunas es equivalente a lo que ellos sentían al ver el fuego.
Por otro lado, explicó que esa pasión también se encuentra apegada a los recuerdos de la niñez y la juventud, “querer cambiar de equipo de fútbol es como querer cambiar esa infancia”.
Tanto Caparrós como Villoro señalan que sería mejor destinar esa fuerza a cosas “más importantes y productivas”, pero que igual seguirían siendo unos grandes apasionados, mientras recuerdan con cierta gracia el historial de México y Argentina en los mundiales.
El público como espectáculo
Recordando a los hinchas de Boca Juniors, equipo de Caparrós, los tres conferencistas hablaron sobre cómo el corazón de los equipos son los fanáticos en las tribunas, que entregan todo por alentar a su equipo predilecto. “No hay hinchada como la del Boca”, comentó el mexicano.
Sobre esto, señalaron que en algunos casos las mafias se esconden tras estas pasiones y las directivas se encargan de convertir todo en un negocio a su favor; recordaron el suceso que ocurrió hace unos días con el equipo del Atlético Nacional, donde algunos integrantes de las barras de Los del Sur se enfrentaron a las autoridades por el retiro de algunos apoyos económicos por parte de la institución.
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“Los mayores problemas del fútbol están en los palcos directivos”, sentenció el autor de “Dios es redondo”, “son los grandes responsables de secuestrar la pasión, de vender a jugadores que son los favoritos de la afición a ligas europeas que son comprados por jeques árabes o mafiosos rusos”. Afirmó que esta situación representa un desnivel económico en el fútbol, donde hay futbolistas que valen más que un equipo entero.
Surgió una pregunta: ¿por qué el hincha se mantendrá fiel a una institución que no respeta a sus equipos y su entusiasmo?
De igual manera, no todo es malo, pues recordaron a equipos como Marruecos en el último mundial: se ganó un espacio dentro de la mirada del fútbol internacional. Después de haber destacado lo mejor de Francia y Argentina en aquella final de Qatar, Villoro aseguró que ha regresado la calidad y el sentido del juego. “Lo único que no se ha recuperado es el juego limpio, debemos ver el fútbol femenino. Ese es un ejemplo de juego honesto”, sentenció entre aplausos del público.
¿Vale la pena?
Cerrando con la discusión, Santiago Rivas le preguntó a Caparrós si vale la pena todo lo que el fútbol está pasando, teniendo en cuenta que Argentina fue el equipo ganador de la Copa Mundial en este 2022.
“No, personalmente me pasó algo ambiguo con esto. Me estaba gustando lo que hicieron los muchachos en la cancha y se demostró el esfuerzo que hablábamos reciente, pero también queríamos un poquito más”, recordó también que, al tercer día, las manifestaciones que se dieron después del campeonato se convirtieron en un “estrés”, regresando al discurso de lo bueno que sería utilizar toda esa energía para algo “mejor”.
Los efectos positivos que ha dejado el fútbol se reúnen en momentos. Juan Villoro recordó ver al Corinthians de Brasil con una camiseta que decía ‘democracia’ en 1980; los futbolistas de Irán, que arriesgaron su vida por protestas en el Mundial 2022; la selección femenina estadounidense, que con su lucha de equidad y género logró tener un mejor sueldo que sus contrapartes masculinas. Incluso, mencionó cómo Maradona logró que todos los que jugaran con él, jugaran mejor, solo por el hecho de estar con él. “Hay varias cosas que se pueden rescatar. La tolerancia a la frustración hace que puedas lograr hazañas”.
“¿Qué existe que pueda salvar al fútbol, más allá de que volvamos a ser irracionales cuando lo vemos?”, preguntó Rivas. “Eso es el fútbol, permitirse ese exabrupto una o dos veces a la semana. Si puedo seguir siendo ese salvaje, seguiré siendo un idiota futbolero”, contesto Caparrós.
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