La pesca artesanal y su búsqueda por ser reconocida como patrimonio de la humanidad
El Ministerio de las Culturas, las artes y los saberes nominó a la pesca artesanal para que sea reconocida por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Esta postulación tiene la intención de reconocer la labor de los pescadores que trabajan en el Río Magdalena y el impacto de su oficio en el acervo cultural del país.
Samuel Sosa Velandia
Alrededor de 40.000 familias que se ubican cerca al río Magdalena dependen de este cuerpo de agua, que nace en el departamento del Huila y desemboca en el mar Caribe, según lo determina la Fundación Alma, organización encargada de abordar asuntos ambientales en Colombia. En cada una de esas familias se ha gestado una tradición, la cual también se ha convertido en su forma de enunciarse y agenciar en la vida: la pesca artesanal.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Alrededor de 40.000 familias que se ubican cerca al río Magdalena dependen de este cuerpo de agua, que nace en el departamento del Huila y desemboca en el mar Caribe, según lo determina la Fundación Alma, organización encargada de abordar asuntos ambientales en Colombia. En cada una de esas familias se ha gestado una tradición, la cual también se ha convertido en su forma de enunciarse y agenciar en la vida: la pesca artesanal.
Esta práctica milenaria, que ya fue reconocida por el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural como bien cultural inmaterial de Colombia en 2022, ahora busca ser declarada patrimonio de la Humanidad. Durante varios meses, diferentes organizaciones del Estado, en un trabajo conjunto y liderado por el Ministerio de las Culturas, construyeron un expediente en el cual se expone la labor de los pescadores y la relevancia de su oficio más allá de lo productivo, destacando también su trascendencia en el acervo cultural y en la representación de esas comunidades que se han constituido a lo largo del río.
“Nos congrega la vida y la cultura de paz. El poder de la transformación cultural en torno al río está en cada uno de los pescadores tradicionales”, señaló Adriana Molano, viceministra de las Culturas durante un evento en Gamarra, César, en el que la cartera entregó un documento simbólico a los pescadores, con el que se les dio a conocer que su oficio fue nominado para que sea incluido en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.
Juan David Benavides, asesor de Patrimonio Inmaterial del Ministerio de Culturas, aseguró que la postulación nació como una causa política que busca el reconocimiento de una práctica que, según él, está invisibilizada. Asimismo, indicó que esta proposición va en camino al paradigma de lo biocultural que el actual gobierno ha defendido desde la implementación del Plan Nacional de Cultura, en el que se le da relevancia al ordenamiento territorial alrededor del agua, que también se convierte en un sujeto de derechos.
Benavides también explicó el proceso que tuvo que llevarse a cabo para la nominación, que se inició tras la inscripción de la pesca artesanal en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial del ámbito nacional por medio de una resolución. Partiendo de ese hecho formal, que es un requisito de la Unesco, comenzó la consolidación del expediente titulado “Conocimientos y Técnicas Asociadas a la Pesca Artesanal del Río Magdalena”. Tuvieron que pasar meses en los que la conversación y la participación fueron primordiales. Representantes y líderes de asociaciones de pescadores tradicionales de los 28 municipios y nueve departamentos en los que la pesca se ha convertido en una manifestación cultural hicieron parte en la consolidación de este documento.
“Luego del proceso que hicimos con las comunidades pescadores de la cuenca alta, media y baja del rio resultaron varios documentos en los que se plasmó esa información, que luego fue compartida en un encuentro que tuvo lugar el primero de marzo de este año, en el que participaron cerca de 18 líderes de organizaciones pescadoras. De manera concertada, decidimos qué modificaciones debían realizarse”, contó Benavides. Entre las organizaciones participantes se encuentran la Confederación mesa nacional de pesca artesanal, la Asociación de pescadores artesanales del Magdalena Centro, COMENALPAC, APEPRO, ASOPESCADIQ, APALL, FUMPESTUR, ASOCIACIÓN ASOPEARNAR y la Confederación red étnica de pesca.
Catalina Ceballos, secretaria ejecutiva de la Comisión Nacional de Cooperación de la Unesco, resaltó que para que una manifestación sea reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad es necesario que ese expediente refleje que dicha expresión sea representativa, es decir, que florece y vive entre la comunidad, la que además debe reconocer que esa práctica sí es una expresión de su cultura.
“En la elaboración del expediente hay algo que no es negociable y es que se debe trabajar con las comunidades, pues es así la única manera en el que el país puede garantizar que el expediente fue participativo y es de interés público”, aseguró Ceballos.
De hecho, Benavides señaló que en el expediente se anexó material audiovisual, gráfico y unas cartas de consentimiento en las que se evidencia que ese documento tiene las voces y visiones de los pescadores. De igual manera, expuso que el expediente contiene una serie de información que tiene la intención de exaltar la relevancia de la pesca artesanal en el país.
“El expediente debe reflejar que esa manifestación genera diálogo de saberes y cómo los niños y jóvenes participan de esos escenarios de transmisión de conocimientos, pero al mismo tiempo evidencia las amenazas que enfrenta y cómo las nuevas generaciones no se están apropiando de ello. Además, damos cuenta de la importancia de la pesca en la preservación de los ecosistemas, la sostenibilidad, la soberanía alimentaria y también cómo es un elemento que permite dialogar sobre la paz en los territorios”.
Frente a los riesgos de desaparición que expone Benavides, la secretaria ejecutiva nacional de la Unesco aseveró que la nominación toma aún más sentido, porque se acoge al acuerdo que resultó de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, que se desarrolló en París en el 2003. Este pacto, como su nombre lo indica, tiene el objetivo de proteger el patrimonio inmaterial, que por los procesos de mundialización y de transformación social contemporáneos “traen consigo, al igual que los fenómenos de intolerancia, graves riesgos de deterioro, desaparición y destrucción del patrimonio cultural inmaterial, debido, en particular, a la falta de recursos para salvaguardarlo”, se lee en la convención de la Unesco.
Hasta diciembre de 2025 se conocerá la decisión de la organización mundial de si la pesca artesanal será incluida en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. De serlo, Ceballos afirmó que el Estado deberá asumir unas responsabilidades y que la Unesco iniciará un trabajo de vigilancia.
“La Unesco hace observaciones que uno tiene que cumplir. Ese cumplimiento tiene que ver con inversión, políticas públicas, consensos y un compromiso de todos. Por eso es por lo que la comunidad tiene que estar presente, y es importante no solo en la consolidación del expediente, sino de la conservación del patrimonio. Los ciudadanos tienen que seguir garantizando la tradición oral, que en los colegios que están cerca al río Magdalena se hable del tema, que el conocimiento no se muera”, dijo Ceballos, que además fue enfática en que cuando un delegado de la organización viene al país y realiza las observaciones, estas se deben cumplir en los tiempos que se acuerden. Pero también detalló que la entidad entrega recursos para que el país pueda ejecutar proyectos y mantener esa nominación.
Benavides aseguró que esperan que la respuesta de la Unesco sea positiva, pues creen que esto sería un paso más en la revitalización de una práctica que ha acompañado, pero también definido, a una comunidad. “Dar cuenta y reflexionar sobre el río Magdalena, desde la voz y la perspectiva cultural de las comunidades, es algo importante, porque ellos tienen muchas cosas que decir y se han apropiado de su manifestación desde las tradiciones que también han convertido en un discurso político para posicionarse como sujetos pescadores y hacer del río un sujeto de derechos y un escenario de diálogos sobre la paz”, concluyó.