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“La poesía es más noble que la política”: Yevgeny Yevtushenko

En el colegio Gimnasio Moderno el poeta ruso habló de fronteras, comunismo y poesía.

Angélica Gallón Salazar
13 de julio de 2010 - 10:53 p. m.
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En la Sala Fundadores, de la biblioteca del colegio Gimnasio Moderno, aparece un hombre alto, erguido —a pesar de llevar en su mano derecha un bastón—, con una chaqueta que habla de la elegancia de otras épocas que casi hace juego con su escaso pelo cano. Su asomo al escenario hace que el público rompa en aplausos, es Yevgeny Yevtushenko, el poeta ruso (Siberia, 1933), quien a pesar de lanzar gritos en contra de su gobierno a través de crudos versos, fue leal al comunismo, el poeta que escribió contra las fronteras y que invadió con sus palabras Estados Unidos.

Yevtushenko empieza a hablar en un español enrevesado por los sonidos guturales del ruso que se le escapan. Aprendió español siendo amigo de Picasso, de Neruda, de Gonzalo Arango, y lo reforzó viajando hace 42 años por Colombia de la mano de Dora Franco.

Como si no pudiera desligar las razones y los colores de su escritura de su infancia, Yevtushenko empieza a recordar cómo cuando niño veía partir los trenes para la guerra, “esa imagen marcó una generación”, asegura este autodenominado soldado “del ejército de poetas que han llegado a Colombia en el marco del Festival Internacional de Poesía de Medellín”.

La militancia que se cuela en su voz, que pervive en cada frase que entona, encarna el espíritu de su escritura. Es poesía de protesta, siempre lo ha sido, mas no es poesía política. “No son políticos mis versos, la poesía es más noble que eso, unos pocos poetas pueden hacer más por el desarrollo de la conciencia humana que todos los políticos juntos”.

El poeta al que Pier Paolo Pasolini le pidió que protagonizara una de sus películas y que por no pasar la prueba de lealtad a Rusia no le fue permitido dejar el país, es un humilde, un hombre de pueblo. Lejos de las ínfulas intelectuales, este ruso que ha sido traducido a más de 72 lenguas, no tiene miedo de no saberlo todo y constantemente le pregunta a la audiencia que hoy lo oye si las referencias que da son correctas. Y bromea: “Y yo que me creo culto y que fui expulsado de todas las instituciones a las que asistí”. Ser un poeta popular se convirtió justamente en su mejor coraza, “nadie quería matar a un hombre amado por el pueblo y llenarlo de la idealización de la masa”, admite con saña.

Fue quizá por esa cierta protección que le daban sus versos que pudo decir cosas que nadie se había atrevido: “Torero niño/ tu honor es lo que más vale, /no brindes tu triunfo al palco del gobierno”, dijo. “Me han herido con frecuencia y con mucho dolor, /regreso a casa arrastrándome y abatido, /lastimado por lenguas venenosas, /es que se puede dañar hasta con el pétalo de una flor”, replicó en su poema Heridas (1973).

Yevgeny Yevtushenko apareció en la portada de la revista Time en los años 60 como el precursor de la nueva generación rusa, había llamado a las fronteras cicatrices de la guerra en su poema Againsr borders y había escrito poemas de suicidio cuando los tanques rusos invadieron Checoslovaquia. Ese hombre valiente esta tarde también muestra su valentía al pararse de la mesa sin su bastón y a pesar de su artritis y ofrecerle al público que lo escucha unos versos recitados como cuando de joven lo hacía. Un sonido del pecho suena a borbotones y Yevtushenko se vuelve de repente en un actor. Declama en ruso, pero su cuerpo da cuenta de esos abedules enanos a los que les canta su triste poema.

Por Angélica Gallón Salazar

 

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